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Los políticos, cada vez más lejos de la gente

Paul Feyerabend, que en mi opinión es uno de los mejores científicos de los últimos tiempos, escribió que “los ciudadanos (…) van muy por delante de sus políticos en su deseo de frenar la carrera de armamentos. Sabemos también que el sentido común suele ser superior a las proposiciones de los expertos (…)”.

Entretanto el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está desandando el camino hacia la libertad que comenzaron los primeros inmigrantes ingleses —pilgrim fathers— que se establecieron en Norteamérica huyendo de la persecución religiosa. En su último discurso frente al Congreso prometió “renovar el espíritu de América” y devolverle su grandeza. Si él lo dice…

Trump volvió a atacar a su presa preferida, la inmigración, acusándola de todos los males; y desconociendo las reglas más elementales de la economía de mercado, dijo con un indisimulable aire xenófobo que “Imponiendo leyes migratorias aumentarán los salarios, ayudaremos a los desempleados, ahorraremos miles de millones de dólares y haremos seguras nuestras comunidades”.

En un acto de alta demagogia, presentó a la viuda del primer soldado muerto durante su mandato, quien fue recibida con un atronador aplauso que hizo recordar a los peores actos populistas de América Latina. Por cierto, en momentos menos “emotivos”, el padre del fallecido se negó a recibir a Trump durante la recepción de los restos mortales, y antes lo había criticado por ordenar “sin motivo” el ataque en el que murió su hijo.

El Presidente de EEUU quiere aumentar el presupuesto de “defensa” de su país en 9,27% el año que viene. Son $us 54.000 millones más que serían compensados con recortes en otras áreas de la administración pública y que superan todo el gasto militar de países como Francia o Reino Unido (Estados Unidos gasta en la actualidad cerca de $us 600.000 millones en este rubro).

En cualquier caso, lo que sí está claro es que aumentará la corrupción en el Departamento de Defensa, donde ya es paradigmática al punto de que se han encontrado facturas de $us 600 por una bombilla de luz, y otra de $us 43 millones por la construcción de una gasolinera en Afganistán. En diciembre se hizo público que el Pentágono había ocultado al Congreso sobrecostos militares por $us 25.000 millones al año.

Pero no es solo Trump. Presionados por el avance del nacionalismo, la Comisión Europea impulsa un plan con el objetivo de elevar el porcentaje de deportaciones. Solo el 36% de las personas con órdenes de expulsión regresan a sus países, según datos de Eurostat. Mientras que el Gobierno chino, en lugar de terminar con la atroz guerra “contra las drogas”, defendió recientemente su política de “mano dura” contra el narcotráfico después de que ejecutaran a un anciano colombiano detenido por transportar droga.

En fuerte contraste, las personas comunes actúan de modo mucho más sabio que los políticos, mostrando que los países más progresistas son aquellos donde los políticos deciden menos y las personas comunes, más. Sergio Núñez, por caso, lo primero que pensó cuando vio a su hijo inconsciente en una calle del pueblo de Tandil, en Argentina, fue en vengarse de los agresores (menores de edad) y que fueran presos. Pero cambió de idea y, convencido de que la cárcel no era una solución, para sacarlos del delito puso un taller de bicicletería y luego uno de carpintería a los que asisten 15 adolescentes, incluidos algunos de los agresores de su hijo. Según uno de los involucrados en esta iniciativa “el perdón es mucho más constructivo que la venganza”.