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Friday 26 Apr 2024 | Actualizado a 20:20 PM

Pedir perdón

Nunca podremos acercarnos a la soledad de ese muchacho, héroe vencido de la ciudad rebelde.

/ 19 de marzo de 2017 / 13:34

Alguna vecina le da un dato al funcionario municipal del Distrito 8 de El Alto, apenas casi un comentario, una cosa de nada; pero el funcionario persigue el rastro difuso y llega hasta un cuarto de alquiler, de cuatro metros de largo y cuatro de ancho, donde viven apiñadas ocho personas. “En la habitación se encontraba el papá, quien estaba tirado en el suelo, y la mamá yacía sin fuerzas en el catre, ambos con similar situación de desnutrición”, reporta la Agencia de Noticias Fides.

En ese estado encuentran a los padres de Eva, una niña de 12 años que para cuando llega el funcionario yace muerta en una esquina. Estaba tan delgada que se le podían contar los huesos, según comenta Sonia Yujra, la representante de la Defensoría. Los cuatro hermanos menores de Eva también estaban en la habitación: “A pesar de que ella ya estaba sin vida, se le acercaban”.

Otro medio especifica que la niña tenía epilepsia y que sus padres no se habían dado cuenta de su fallecimiento, pero habían dado el dato de que desde el día anterior ya no tenía convulsiones.

Los padres son llevados de inmediato a un hospital, porque “estaban en situación de salud muy delicada”. La misma nota detalla que ambos sufren de “problemas mentales”. Los niños son llevados a un hogar; se les diagnostica desnutrición moderada y resfrío. En esta familia de hambres y miseria es el hijo mayor, de 19 años, el que se hace cargo de todos, trabajando en lo que puede. “El hermano nos dijo que si hubiera podido tener un trabajo seguro, podría sustentar a la familia, lloró y se mostró bastante afectado”, sostuvo Yujra en un reporte de Erbol.

Ante la depresión de sus padres migrantes, un chico carga en sus espaldas la vida de ellos y de sus cinco hermanos menores. Jamás podremos imaginarnos ese lento hundimiento; los días, las semanas de atestiguar el avance de la enfermedad en sus padres, ese apagarse, que es también el apagarse de lo que cada quien tiene como lo más seguro; y luego la vida con sus necesidades interminables (son cinco los niños hambrientos), decidir que los pequeños dejen la escuela, repartir lo poco que consigue entre todos. ¿Cómo ser justo? Es evidente que los padres comían menos, que los niños comían un poco más, que no había medicinas para Eva.

Cada día, la angustia de salir a la calle a buscar trabajo. Cada noche, la angustia de volver a casa, con casi nada en las manos, con lo nunca suficiente que ha podido conseguir; 19 años. Nunca sabremos, nunca podremos siquiera acercarnos a la soledad de ese muchacho, héroe vencido de la ciudad rebelde.

Como un náufrago extraviado de miedo ante la tormenta interminable, cuántas preguntas, cuántas culpas se agolparán en su cabeza, cuánta tristeza muda acumulada.
Ante el horror de un chico de 19 años, que cada día ha luchado contra la muerte, el mundo debiera detenerse. Debiéramos pedir perdón. Debiéramos de una vez callarnos ante tal amor: joven, valiente, trágico amor.

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‘Resistir y retornar’

Reseña de ‘Resistir y retornar. Avatares del proceso decisional en el MAS (2019-2021)’, de Fernando Mayorga.

/ 25 de diciembre de 2022 / 05:47

DIBUJO LIBRE

Una accede al libro Resistir y retornar, de Fernando Mayorga, no solamente obedeciendo a un afán académico de conocimiento, sino más bien y, sobre todo, desde una necesidad muy de la vida concreta, de poder desbrozar los acontecimientos dolorosos, sorprendentes, confusos, esperanzadores, desesperanzadores, de nuestra historia reciente.

Pero también es un libro que se lee desde el placer, al menos mi placer, el placer que provoca el acercarse a esos acontecimientos que podemos llamar pequeños, como puede ser el hecho de que un señor llamado Luis busque hablar con representantes nacionales.

Pero resulta que estamos hablando del candidato presidencial del MAS-IPSP Luis Arce Catacora, tendiendo, durante el gobierno de facto de Jeanine Áñez, una línea de comunicación con la bancada de su propio partido. Esa bancada, mayoritaria en la Asamblea, que a raíz del golpe de Estado de 2019 y después de haberse reestructurado, no tenía líneas de comunicación con lo que Mayorga llama el centro decisional, que hasta entonces había estado ocupado, de manera inequívoca, por el expresidente Evo Morales.

Mayorga sostiene que el gesto de Luis Arce, de llegar hasta la Asamblea, marca un punto de inflexión en la posibilidad de unificar posiciones dentro del campo popular, para garantizar la celebración de las elecciones nacionales, que puedan restituir la democracia en el país.

Resistir y retornar recoge muchos de esos momentos, donde actitudes personales resultan no solo altamente simbólicas, sino que también dan cuenta de los niveles de tensión interna a los que se llegó en la estructura del MAS-IPSP, en un contexto altamente desfavorable.

El trabajo de Mayorga nos ofrece palabras desde las cuales nombrar este tiempo de conflictos y complejidades. Son conceptos de la teoría política fundamentalmente, que nos permiten dar cuenta, de manera minuciosa y constructiva, de la estela de cuestionamientos, acomodos y pugnas que deja la ausencia de Evo Morales en el centro decisional del gobierno, del MAS-IPSP, del Pacto de Unidad, de la bancada en el Legislativo, etc., a partir del 10 de noviembre de 2019, cuando, presionado, renunció a la presidencia.

La renuncia de Evo Morales, la derrota política, la persecución de los líderes populares, la ausencia de una estrategia discursiva y de una estrategia contingente para hacer frente al golpe de Estado, provoca el desmontaje de un esquema de toma de decisiones que se había ido construyendo desde 2005, hasta llegar a ocupar Evo Morales el centro decisional de la estructura gubernamental y la estructura partidaria. El autor sostiene que todo esto decanta también en la indefensión en términos organizativos y en la necesidad urgente de adaptarse al nuevo contexto social y político, buscando la rearticulación de la estructura organizativa, la redefinición de roles y la definición de medidas tácticas para hacer frente al gobierno de facto y su represión.

Así, el MAS-IPSP entra en una nueva fase. El periodo que va entre la derrota política de 2019 hasta el retorno al gobierno, con la victoria electoral en octubre de 2020, Mayorga lo divide en tres momentos:

la resistencia al golpe, entre noviembre y diciembre de 2019;

la recuperación de la iniciativa política, entre abril y junio de 2020;

agosto de ese mismo año, cuando ocurrió el bloqueo de caminos, decidido de forma autónoma por las organizaciones sociales, lo que garantiza la fecha y la realización de las elecciones nacionales.

Pero retornar a la democracia no implica el retorno al estado anterior. La derrota de 2019 remueve las entrañas del campo popular, pone en cuestión los procesos decisionales, desvela la rutinización del carisma de Evo Morales, pone sobre la mesa el delicado equilibrio entre el aparato partidista y las organizaciones sociales y enfrenta, una vez más, al campo nacional popular con lo oligárquico liberal.

Mayorga, ejerciendo una delicada pasión por el detalle y ayudándonos a dibujar los perfiles personales de los actores estratégicos, nos lleva de la mano por todo este periodo de nuestra historia reciente, y vamos como visitando diferentes habitaciones en una casa que es como un mundo, como un laberinto.

Ya sabemos todos, desde hace mucho, que estamos ante un partido, el MAS, que es también un instrumento político. El trabajo de Mayorga nos permite asistir al despliegue de esa complejidad, una complejidad que no siempre es equilibrio y articulación virtuosa. Recorriendo el detalle de los acontecimientos, nos acerca a la lucha entre dos lógicas distintas: la asambleísta ( fuertemente representada en las organizaciones sociales del Instrumento Político) y la cupular (donde las decisiones de apenas uno de los actores estratégicos remueven la estructura, la hace volver sobre sus pasos; ahí vemos cómo el sujeto social es llamado a decidir, a arriar banderas, a buscar, en un nuevo panorama, el cumplimiento de sus demandas).

Lógica asambleísta versus lógica cupular. Los conceptos nos ayudan a mirar cómo los actores intercambian sus posiciones. Entonces, lo que antes era peligroso se torna de repente deseable; pero también, lo que era antes seguro es ahora un pozo de incertidumbres.

El autor nos pone además ante los desafíos que enfrenta actualmente el partido más grande de la historia de Bolivia: la necesidad de fortalecer la formación ideológica, una necesidad que se discute desde hace años. Y, más recientemente, que lo retratan muy bien las personas entrevistadas por Mayorga, la necesidad muy sentida entre las bases y los mandos medios del MAS IPSP de hacer justicia dentro del partido. Cultura sindical versus comportamiento individual o elitario. La necesidad de volver al origen colectivo de la fuerza política, para poder mantener la identidad y la unidad.

¿Cuán lejos estamos de nuestro origen colectivo?, parecieran preguntar quienes marchan, quienes asamblean y discuten, quienes se movilizan y aportan para que el IPSP siga caminando. Y, entretanto, surgen disidencias que ganan al MAS en las elecciones subnacionales. Surge el debate sobre la renovación en las filas del partido. Las disyunciones se transforman en disputa, entre los actores estratégicos del MAS.

Sobre nosotros, las nubes negras.

“Es imprescindible que el MAS IPSP defina un modelo decisorio; sin embargo, cumplir este objetivo demanda encarar un par de debates en el marco de la deliberación democrática: un debate referido a los hechos de 2019 y otro a la reorientación programática de su proyecto”.

Y más allá, casi al final:

“Sin embargo, estos procesos deben llevarse a cabo bajo condiciones apropiadas para la deliberación democrática y una condición básica es que la racionalidad instrumental no defina las relaciones entre sus actores estratégicos ni sus áreas organizativas”.

En otro libro, del cual Mayorga no es autor, pero cuya publicación impulsó, pude aprehender el momento en que el sujeto históricamente sometido y despojado abre, primero ante sí mismo y después ante el mundo, la posibilidad de tomar el poder.

Ese salto cualitativo, ese salto en la conciencia individual y colectiva, ¿cómo se da?, ¿en qué contexto sucede?, ¿podemos provocarlo?, ¿podemos provocarnos?, ¿podemos darlo? Ese momento en que los sindicatos cocaleros del Chapare, reprimidos y violentados por el gobierno neoliberal en plenos 90, ese momento en que deciden pensar la toma del poder es un momento paralelo a éste. Estamos ante un desafío de iguales proporciones: una vez más, soñar lo que nunca hemos soñado. Pensar que somos capaces de algo que, en este mismo momento, no somos. Ese salto. Nada menos.

(*)Claudia Peña es escritora, investigadora social

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El Censo 2012 y el tiempo de lo nacional

El Censo 2001 fue hecho a la medida de otra Bolivia, cuyo Gobierno miraba más afuera que adentro. El de 2012 es la base para un país distinto, más incluyente y con proyectos de impacto integral.

/ 29 de septiembre de 2013 / 04:01

La sombra de las sensibilidades regionales despierta, y ya se atisban los primeros nubarrones de los conflictos vinculados a los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda 2012, y las decisiones y adecuaciones que de él se desprenden.

Al parecer, nadie duda de que los datos arrojados por el Censo 2001 ya no sirven para hacerse una idea de la distribución de la población ni de las condiciones de vida de la gente. Esos datos no son pertinentes en este 2013 para planificar las grandes obras ni para tomar decisiones respecto a políticas públicas. Los datos de 2001 corresponden a otra Bolivia, una que era muy diferente a esta Bolivia posconstituyente y posnacionalización de los hidrocarburos, donde los gobiernos municipales reciben tres o cuatro veces más recursos que antes, al igual que los gobiernos departamentales.

Pero no son solamente las sumas y restas lo que ha cambiado en esta Bolivia de Evo Morales. También han cambiado los actores estatales, se ha ensanchado la participación, y los problemas y conflictos no son los mismos. Podemos hablar de una nueva cultura política en formación, que aún no se monta sobre aquélla del pacto político chato o del clan familiar, pero que arroja desde ya nuevas miradas y relaciones de poder.

Coincidiendo entonces que el Censo 2012 y los datos actualizados son no solamente necesarios, sino también urgentes para planificar y accionar sobre este nuevo país, asistimos con muchas preguntas a la iza de las primeras banderas por reivindicaciones regionales.

Era algo que se venía venir. Somos parte de un país que se construyó como colonia, con territorios desvinculados, por lo tanto, con regiones olvidadas desde un centro que históricamente tuvo su mirada volcada hacia afuera, ajeno a Bolivia y su gente, ansiando alejarse, distinguirse, separarse de aquello que le daba el sustento.

Parte de la historia boliviana ha sido jalada desde las luchas regionales en busca de integración nacional. Y los departamentos otrora olvidados y marginados generaron sus propias identidades y fortalecieron su ser región desde esa subsistencia por fuera del centro.

Eso fue el antes. Pero esto que nos aconteció a todas las bolivianas y a todos los bolivianos en los últimos años de insurrección y construcción del Estado Plurinacional, implicó también dejar la cotidianidad fragmentada para asistir a un evento crítico de cuestionamiento del sentido común, que ha dado paso a un proceso de construcción de nuevos pactos. La crisis, la ruptura o el hacer lo nuevo son también un acontecimiento unificador. La Asamblea Constituyente abrió un espacio de encuentro y reconocimiento que apunta a una identidad nacional fortalecida.

Pero también la lucha política ha resultado en un gobierno nacional fuerte, capaz de plantearse la Agenda Patriótica 2025, ya no con mirada de gestión presidencial, sino desde una mirada totalizadora de lo nacional. Ahora, las bolivianas y los bolivianos nos conocemos más y mejor que hace diez años. Ahora asistimos a un gobierno que despliega su fuerza económica en todas partes.

Es cierto que subsisten los encantamientos regionales, y es bueno que así sea. Es cierto que lo regional despierta aquella emotividad que no se doblega ante las razones y las explicaciones técnicas. Surgen las primeras apuestas a que los escaños puedan ser la piedra que detenga la marcha del liderazgo del presidente Evo Morales, a un año de las elecciones nacionales.

Sin embargo, también debemos considerar que la gente está pensando en su puente, en su escuela, en su hija compitiendo en los Juegos Plurinacionales, en su título agrario recién estrenado. ¿Será que los comités cívicos, que no le han dado nada de esto, podrán sacar a la gente de sus casas, llevarles a la calle, trancar la economía local por una autoridad legislativa más o menos?

La gente también debe estar pensando en la seguridad ciudadana, en la violencia doméstica, en su empleo, en la salud de la familia. ¿Será que los liderazgos locales pueden convencerla de que si tiene una diputada o diputado más ya no la van a asaltar en la calle?

Pienso en la Asamblea Legislativa Plurinacional que tenemos hoy, rebosante de dirigentes sociales, legítimos representantes de sus organizaciones y distritos, conocedores de la problemática del barrio, del gremio, del sindicato. Legisladoras y legisladores que sí vienen de la base, pero que al momento de llegar a la plaza Murillo dejan de ser gestores de lo local para convertirse en autoridades nacionales. ¿En qué medida las cuestiones regionales y locales son resueltas en el espacio legislativo nacional?

Las autoridades locales y los líderes regionales que se arremangan para luchar por escaños y aquéllas que suspiran porque la propuesta del Tribunal Supremo Electoral les es favorable, ¿seguirán creyendo que ese número determina el futuro de sus departamentos? Es un número que define la representación para escribir leyes nacionales en un espacio que ha dejado de tener el monopolio legislativo, para compartirlo con otras instancias también legislativas, presentes en los gobiernos departamentales y municipales.

Hoy tenemos autoridades municipales que se movilizan y protestan porque el censo dice que ha disminuido su población o que su población no ha crecido tanto como la de los otros municipios. Y no piensan que no alcanzan a gastar lo que ahora reciben. Y no piensan que además de las transferencias directas reciben Bolivia cambia Evo cumple, MiAgua y otros proyectos estratégicos.

Las bolivianas y los bolivianos ya no necesitamos pelear por las migajas. Ya nos apeamos de ese caballo. Esta Bolivia habla de lo posible: vinculación caminera, exportación de energía, industrialización de hidrocarburos, riego, agua potable para todas y todos.

Y sí, es nomás posible que en las próximas semanas asistamos a grandes movilizaciones regionales. Pero una arenga es también una promesa. Y las promesas exigen ser honradas. Ojalá que los líderes regionales vayan más allá de la papeleta electoral y piensen si el escaño resuelve la vida de la ciudadanía, porque después de la lucha es eso lo que les va a pedir la gente.

Las bolivianas y los bolivianos hemos cambiado y hemos llegado al tiempo en que es posible enrectar el destino y cambiar el rutinario sendero de la protesta regional, por la nueva ruta de la esperanza común.

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