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Respeto a la prensa

Aquella noche del 12 de marzo, la funcionaria de una empresa productora que apoyó el concierto del grupo mexicano Maná me preguntó: —¿Trae cámara fotográfica? ¿Tiene su micrófono o cámara de filmación? Al responderle que no, me dijo, “entonces no le daré el sticker de pase a este espacio (dentro del estadio Hernando Siles) porque no es periodista”.

Es obvio que la joven fue descortés y desconocía el trabajo de la prensa escrita, puesto que nuestras herramientas de trabajo son más pequeñas y se llevan en el bolsillo o la cartera, la grabadora y una libreta de apuntes, principalmente. Al final “me hizo el favor” de darme el pase. Sin embargo, las cosas se pusieron peor fuera del estadio unas dos horas antes del recital. La empresa no dejó ingresar a cerca de 40 periodistas y fotoperiodistas. Ante los reclamos continuos se usaron gases lacrimógenos para despejarlos. Un abuso total.

Y las ofensas continuaron. Luego de que Maná interpretó su tercera canción, el grupo de periodistas, profesionales de medios televisivos y escritos fuimos echados a gritos y empujones. Muchos tuvimos que escondernos o camuflarnos entre el público para tener la historia completa para beneficio de nuestros lectores.

Nadie supo explicar los motivos de tanto maltrato. Poco después se conoció que los organizadores querían evitar plagios del concierto. ¿Plagios? Disculparán, pero el trabajo del periodista da cuenta de lo que ocurrió. Los fotógrafos y camarógrafos debían captar las mejores imágenes y los periodistas, concentrarse en lo que pasaba para tener un enfoque, incluso para las redes sociales. Simplemente no nos dejaron.

Y es que el periodista no informa lo que le conviene a una empresa, a una institución, a una agrupación o a una persona; en nuestra labor debemos contar los hechos de la manera más objetiva posible. No somos un estorbo, no somos objetos que pueden usarse para intereses de unos o perjuicio de otros. No sacamos provecho, solo lo hacen quienes no tienen idea de la ética profesional.

En otras ocasiones, los periodistas deben esperar por horas para poder acceder a una entrevista con algunas autoridades,  estas personas (no todas, pues hay gente respetuosa que da la cara y sabe decir “no”) no tienen consideración cuando se requiere de una declaración oficial. Personalmente creo que hay personas que desconocen los temas relevantes y por eso optan por huir de la prensa.

Hacer esperar a los periodistas, quienes por cierto tienen los tiempos bien limitados, o dejarlos sin una declaración cuando se los busca constituye una falta de respeto. Además, ello significa construir “muros”, por miedo.