Un mundo sin hambre y sin pobreza es posible. Los dos primeros Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS): acabar con la pobreza y el hambre hasta el 2030, se espera sean logrados por los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas que adoptaron una agenda para “transformar nuestro mundo”. Para la ONU, la agenda está basada en derechos donde las personas y el planeta ocupan un lugar central, y en la cual la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) promueve un nuevo enfoque de desarrollo en los países, basado fundamentalmente en sistemas agroalimentarios inclusivos, sostenibles y resilientes, para erradicar el hambre hasta el 2030.

Según documentos de la ONU, es necesario cambiar nuestra forma de pensar, nuestra conducta y nuestros hábitos poco responsables con el medio ambiente, apoyando la integración de ciertos elementos esenciales: la dignidad, las personas, la prosperidad, el planeta, la justicia y las alianzas. Acabar con el hambre y la pobreza es posible porque tenemos los medios y métodos para afrontar los desafíos y actuar de forma articulada para enfrentar sus causas.

El director general de la FAO, José Graziano da Silva, ha señalado que los dos primeros Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son “los compromisos más ambiciosos e importantes en la historia de las Naciones Unidas”. Sin un avance dinámico hacia la reducción y eliminación del hambre y la malnutrición en 2030, sería difícil alcanzar toda la gama de objetivos. Para José Graziano da Silva “los ODS nos ofrecen un plan amplio y detallado para hacer frente a los grandes retos del desarrollo de nuestro tiempo” .

La agricultura y la alimentación están en el centro de los 17 ODS. La seguridad alimentaria y su relación con los recursos naturales y el desarrollo rural están prácticamente presentes en todos los objetivos de la Agenda 2030. Las metas relacionadas con la seguridad alimentaria, la nutrición, la agricultura sostenible, la gestión sostenible de los recursos naturales y el desarrollo rural también ocupan un lugar destacado en los ODS. El desafío de los Estados de transformar los sistemas alimentarios y su modo de interactuar con la naturaleza está en el centro de los nuevos objetivos globales.

La FAO pide a los países implementar un nuevo enfoque para el desarrollo socioeconómico y ambiental. Apunta como estrategia a la implementación de políticas públicas para fortalecer la agricultura familiar y desarrollar sistemas agroalimentarios inclusivos, sostenibles y resilientes. Para erradicar el hambre en el mundo, en especial de las familias indígenas campesinas, es clave articular la protección social y el desarrollo territorial. Es decir, este enfoque supone la presencia del Estado para fomentar bienes y servicios públicos universales y de calidad para los agricultores familiares en el territorio, así como combinar estas políticas públicas con inversiones en protección social para agilizar el proceso.

Las agencias, fondos y programas del sistema de las Naciones Unidas en los países iniciarán el 2016 su labor convencidas que, como ha afirmado el Secretario General, “nos encontramos ante una oportunidad histórica y el deber de actuar con valentía, determinación y rapidez, para lograr un vida digna para todos, que no deje a nadie atrás”.

Los países de América Latina y el Caribe, en distintos grados y formas, han experimentado escenarios concretos para poner en marcha políticas públicas de seguridad alimentaria para la reducción del hambre, la malnutrición y la extrema pobreza. Los resultados de los Objetivos de Desarrollo del Milenio al 2015 han sido logrados en esta región. Según datos de la FAO, en 1990 el 14,7% de la población de América Latina vivía con hambre y más de 66 millones de personas eran incapaces de obtener los alimentos necesarios para una vida sana; el 2015 el número total de personas que padecen hambre ha disminuido a 34 millones y reducido al 5% de la población total. Las lecciones aprendidas nos animan a todos a continuar con determinación y rapidez en los países de la región. En la Comunidad de Estados de Latino América y Caribe (Celac) la meta es erradicar el hambre y la extrema pobreza en menos de 10 años, el 2025. Es un gran reto que merece el mayor esfuerzo y compromiso conjunto.

Durante la 34ª Conferencia Regional de la FAO, realizada recientemente en Ciudad de México, los países de la región reiteraron la decisión de luchar contra el hambre, como manifestó el Director General de la FAO: “Los países han sido muy claros: la prioridad regional es erradicar el hambre en 2025, y la FAO dedicará todos sus esfuerzos a convertir este sueño en una realidad”.

Las representaciones de la FAO en los países ya reúnen las condiciones esenciales para, de forma articulada y concertada con las agencias hermanas, fondos y programas de las Naciones Unidas, apoyar metodológica y técnicamente a los Estados a avanzar y territorializar políticas públicas. Combinar la protección social con el desarrollo productivo, con un enfoque de género dirigida a los pueblos indígenas que promueva la agricultura familiar campesina, sería un ejemplo de esta propuesta. Gracias al intercambio de saberes y la cooperación técnica, los países de América Latina y el Caribe han avanzado en la implementación de programas nacionales con fuerte presencia en los territorios en situación de extrema inseguridad alimentaria, los cuales generalmente son vulnerables a los efectos adversos del cambio climático, habiéndose generado experiencias exitosas en la protección y recuperación de los medios y sistemas de vida de las familias rurales vulnerables.

Es hora de avanzar de forma progresiva hacia la universalización de los derechos económicos y sociales, aplicando políticas y programas contundentes que ya han mostrado resultados durante los últimos años, donde más de 60 millones de personas ya no son excluidas de los derechos fundamentales, como el derecho a una alimentación sana.

Los tiempos son de lucha y se ha percibido una fuerte decisión política de las autoridades gubernamentales de los Estados para cumplir, en la vida de las personas y de la totalidad de los territorios nacionales, las metas de la Agenda 2030.