Dibujo Libre
El pasado miércoles el Parlamento Europeo aprobó lo que es la primera ley integral sobre Inteligencia Artificial (IA) en el mundo. Tras meses de discusión, Europa ha optado por poner sobre la mesa del debate global una normativa que intenta poner en el centro el resguardo de los derechos y que se ha focalizado en establecer los riesgos que implica el uso ciudadano/ cotidiano de la IA. A pesar de que huelga adentrarse un poco más dentro del contenido de esta novedosa norma y entender el marco regional en el que se la propone, lo indiscutible es que se ha dado un nuevo paso en lo que varios autores han optado por denominar como la “nueva guerra fría” de este tiempo, basada en buena parte en la lucha geopolítica por el liderazgo global tecnológico, que hoy lleva, en buena medida, la tonalidad de la Inteligencia Artificial y que conlleva la emergencia de un remozado “tecnocapitalismo”.
Problemática. Desde que una aplicación chatbot de IA se volvió una herramienta de uso masivo atravesamos -sin duda alguna- por un nuevo periodo de inflexión tecnológica caracterizado por darle un giro radical a lo que hasta ahora habíamos entendido como internet (hay quienes afirman que lo que se viene no se parecerá en nada a lo que hasta ahora conocemos). Y este periodo se bifurca precisamente en la discusión en torno a los escenarios venideros que conllevan la accesibilidad y popularización de un (ro)bot de IA como el ChatGPT (el primer ente no humano elegido como científico, el año 2023, por la revista Nature), que apuesta por construir su lógica en el límite entre lo humano y lo tecnológico.
Como bien se ha vuelto un sentido común, toda esa cantidad de vertiginosas transformaciones tecnológicas (hoy con rostro de IA) tienen una importante implicancia en los procesos y las dinámicas sociopolíticas de este y cada tiempo. Y, en medio de ello está -cómo no- incluida la democracia y su calidad, pero incluso su legitimidad y permanencia a futuro. Así, entre las principales preocupaciones dentro del campo sociopolítico que genera esta nueva era comunicacional predominantemente tecnologizada (y todo lo que incluye: información, debate, deliberación e intercambio) están los procesos de desinformación que, de manera clara, se intensifican -uso de tecnologías mediante- y que, también con mucha claridad, terminan afectando a la democracia.
Es en ese escenario en el que, el año 2023, nace el Grupo de Debate y Reflexión sobre Desinformación; una iniciativa impulsada por la Fundación Internet Bolivia, la Friedrich- Ebert-Stiftung (FES) y Oxfam en Bolivia que tiene como objetivo impulsar reflexiones y evaluaciones acerca del manejo de la comunicación política, las campañas electorales y los efectos de la desinformación, con el foco en nuestro país. Todo esto en la búsqueda de generar propuestas ante la compleja agenda electoral que se avecina. Como actualización, este grupo arrancó su segundo año de existencia, esta semana, con la presentación del libro Comunicación Política e Inteligencia artificial.
Cuando la tecnología toma el poder , del comunicador e investigador uruguayo Diego Mota.
IA. Sobre el tema, se sabe que existe una relación intrínseca entre Inteligencia Artificial y Comunicación Política, en inicio porque la propia emergencia y desarrollo de la IA tiene un carácter político inherente y una consecuencia comunicacional, desde sus inicios.
Después, porque a través del tiempo, la Inteligencia Artificial ya se ha venido relacionando con la Comunicación Política de manera casi natural, sobre todo, como señala la publicación, en todas esas actividades que implican: a) procesamiento de grandes cantidades de datos, b) sistematización de patrones y tendencias, c) análisis de la opinión pública (también conocido como Social Listening) y, d) rastreo de millones de publicaciones para clasificarlas según sentimiento.
Pero, ante todo y finalmente, porque toda inteligencia sólo es comprobable en su poder de comunicar; es decir en todo aquello que implica el intercambio entre emisor y receptor. Y en esta instancia concretamente se hace referencia -según Mota- a un momento del proceso que desarrolla la Inteligencia Artificial y que brilla por su potencialidad y trascendencia en el mismo: el procesamiento del lenguaje natural. Ese momento que consiste en “traducir” en datos el lenguaje humano a modelos de lenguaje más avanzados y complejos. Lenguajes que, ya en lo práctico, buscan de manera insistente, automática e inherente mejorarse en cada resultado que genera la IA pero que, a la vez, sirven exclusivamente para comunicación entre máquinas y que, por ello, terminan siendo altamente sofisticados para la comprensión humana común.
Comunicación política electoral Dentro de ese gran universo que contiene los usos que la comunicación política como área le ha venido dando a la IA, predomina por volumen, repetición y fama, aquella subárea que es la comunicación (o también el marketing) electoral. Y esto tiene que ver con que, desde siempre, un momento cúspide de la comunicación política, son los procesos eleccionarios en general y las campañas electorales, en particular. Nada de lo que ahora ocurre en esta instancia es nuevo en esencia, pero si se ha vuelto continuamente novedoso en sus formas, hoy tecnologizadas.
Y es, en este escenario, donde se ubican buena parte de las grandes preocupaciones que involucran uso de IA en campañas electorales; concretamente: a) Fake news y Deep fakes, b) uso de datos de la población, c) uso opaco y/o sesgado de los algoritmos (sesgos) y d) la posibilidad de devenir en un instrumento de control autoritario.
Aternativas. No obstante, un apunte tremendamente relevante sobre Comunicación Política que se encuentra en el libro viene a ser la descripción de sus otras tres facetas (además de la electoral): comunicación gubernamental, comunicación de crisis y comunicación de riesgo. Y ello es relevante, en la medida que invita a entender los procesos de IA un poco más allá de los lugares comunes sobre los cuales se la ha puesto sobre la mesa del debate en su relación con la política; esto es, pensándola más allá del momento electoral, concretamente en momentos de mandato público, de gestión de crisis y de riesgo. Es decir, en las potenciales oportunidades que posibilita en la cotidianidad comunicacional en su más aspecto más público y democratizante. Porque, de alguna manera, esto nos recuerda que hay más comunicación política allá de las elecciones y que hay IA más allá de los intereses partidarios/autoritarios.
De todas maneras, acá se presenta solamente un abordaje superficial de esta relación. Lo que no pasa con el documento escrito por Mota, en el cuál de manera esquemática se establece un preciso y detallado mapa sobre los alcances y niveles que llega a alcanzar la relación entre Inteligencia Artificial y Comunicación Política, no sólo en el día de hoy sino además en lo que significa una meticulosa revisión del pasado que deja ineludibles pautas para avizorar un futuro cuyo desafío principal será que no termine siendo distópico, ni construido por fuera de la democracia.
(*)Verónica Rocha Fuentes es comunicadora social