Voces

Tuesday 8 Oct 2024 | Actualizado a 05:09 AM

Fútbol y nacionalismo revolucionario

La euforia del triunfo futbolero sirvió para recuperar los vestigios de una revolución inconclusa

/ 4 de abril de 2017 / 04:11

Del fútbol boliviano se ha hablado demasiadas cosas. Pero, no así de la simbiosis entre el fútbol boliviano y el nacionalismo revolucionario (NR). Y, claro, aquí entra en juego la relación entre la pertenencia nacional y el sentimiento futbolero. O dicho en otras palabras, el fútbol sirve para reforzar los valores nacionalistas, o quizás para disimular, solapar o legitimar un orden político.

En 1963, la revolución nacional andaba “en su fase claudicante” (René Zavaleta dixit). Eran tiempos de su ocaso: los norteamericanos empezaban a tender sus tentáculos perversos sobre Bolivia con la anuencia de los gobiernos movimientistas, especialmente de Víctor Paz Estenssoro. La revolución nacionalista empezaba a marchitarse inexorablemente. El contenido revolucionario del NR se estaba vaciando. La corrupción era parte constitutiva de la mediación estatal.

Pero 1963 también fue el año de la épica del fútbol nacional, que consiguió salir campeón del torneo Sudamericano, organizado en territorio boliviano; un logro equiparable a la clasificación de Bolivia al Mundial de Estados Unidos de 1994. El historiador Pablo Quisbert dice “la victoria de la selección nacional fue elevada a la categoría de leyenda épica, e instrumentalizada y ampliamente aprovechada por el tercer gobierno de Víctor Paz Estenssoro, que a través de la prensa oficial y del documental fílmico Bolivia Invicta recalcó la obtención del campeonato, como una muestra palpable de lo que podría lograrse a partir de la ‘unidad’ de todos los bolivianos, a la vez que presentó a esta gesta futbolística”. Obvio, el fútbol tiene esa capacidad cohesionadora en torno a la nación. Como sabemos los bolivianos, solo esta disciplina deportiva y el mar logran unirnos.

Y claro, el nacionalismo de aquel momento de la conquista futbolera continental atravesaba un momento de declive. Había una desilusión bien marcada. Los hacedores de la revolución estaban sucumbiendo a las tentaciones del poder. Esos héroes, como si fueran castillos de naipes, se estaban desmoronando en el sentir nacional.

Como se acostumbra en estos casos, el poder necesitaba de nuevos héroes nacionalistas. Necesitaba desviar el desencanto por la revolución. Quizás por esta razón Víctor Agustín Ugarte, ícono de esos gladiadores de la selección boliviana, se erigía como héroe. A través de un documental, como analiza Pablo Quisbert, el gobierno de Víctor Paz Estenssoro resalta la procedencia humilde del maestro Ugarte (provenía de un pueblo), y lo proyecta en un ícono descollante de la selección boliviana; con el propósito último de perfilarlo como el “nuevo hombre” de aquella revolución, profundamente degastada en aquel momento.

Más allá del uso instrumentalizado y populista del poder movimientista, el campeonato de fútbol de 1963 sirvió, aunque momentáneamente, para tejer un ethos nacionalista, y así reconstituir la comunidad nacional mermada por el poder. Así, la euforia del triunfo futbolero operó simbólicamente para recuperar los vestigios derramados de una revolución inconclusa. Por aquellos días, el nacionalismo revolucionario oscilaba por la vertiente más conservadora. He ahí la paradoja. Quizás, la esencia popular del maestro Ugarte no cuajaba con aquellas pretensiones conservadoras que había adquirido la revolución nacional, pero rescataba ese viejo topo nacionalista, aunque simbólicamente, en torno al pueblo.

* es sociólogo.

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La pareja perfecta

Antonio Mitre

/ 7 de octubre de 2024 / 06:00

Como una promesa, así veían mis padres y abuelos al país adonde fueron a parar sus hijos y nietos hace más de medio siglo: Estados Unidos. Mi abuelo estuvo entre los primeros en firmar el libro de visitas que abrió el Consulado americano, en Cochabamba, para conmemorar el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, y mi papá pasó a escuchar a diario la Voz de América y a leer con avidez los artículos de Selecciones del Reader’s Digest. Ambos admiraban a Estados Unidos por sus conquistas tecnológicas y por su democracia política, pero, sobre todo, porque creían que la potencia emergente auspiciaría un futuro más justo para Palestina, sujeta, desde la Declaración de Balfour, a la política canallesca del gobierno británico. ¡Ay, cómo se equivocaron!

Mi abuelo murió con la esperanza aún viva; papá, en cambio, la fue perdiendo a medida que Estados Unidos dejaba claro que era socio en los crímenes que perpetraba Israel contra Palestina y que, bajo cualquier circunstancia, y por sobre todas sus declaraciones en contrario, seguiría apoyando con armas, bombas y dinero el designio sionista de usurpar tierras, cercar, expulsar, torturar, asesinar y, si es posible, sepultar la idea de un Estado palestino. Pero ni mi padre ni mi abuelo podrían haber imaginado entonces que, en el escenario de la posguerra, Estados Unidos e Israel formarían la pareja perfecta para poner la ciencia al servicio del terror y el crimen, como en el extraño caso de Jekyll y Hyde, reflejando mutuamente el rostro obsceno que se pensaba sepultado con el nazismo.

¡Ah! si papá supiese que el gobierno de Estados Unidos, hoy encabezado por una momia, como conviene al Reino de la Muerte, preside el genocidio en Gaza, seguramente sentiría náuseas de solo ver la antigua cuna de estadistas y justicieros, hollywoodianos o no, convertida en antro de políticos descarados y pistoleros de verdad. Y clamaría al cielo para que la sangre de los niños masacrados en Palestina caiga eternamente sobre la memoria del ejército más cobarde del planeta, ansiando con toda el alma, como incontables familias ahora, que Netanyahu, Biden y sus abominables cómplices se extingan abrasados para siempre en el séptimo círculo del infierno.

Desde que fallecieron mis padres, nada ha cambiado en Palestina, pero hoy ya no es posible tapar la cara de Hyde y Jekyll y continuar avivando el recordatorio del holocausto judío sin que se levante, a su lado, otro memorial con todos los nombres y apellidos de los hombres, mujeres y niños palestinos masacrados cruelmente por el Estado de Israel. Y tampoco cabe más que la máquina poderosa, que acusa y rememora justa e incesantemente los crímenes cometidos por el nazismo contra los judíos, no divulgue también, con la misma perseverancia e igual justica, el exterminio de palestinos a manos de su nueva versión en Tierra Santa. Solo así será posible reconocer, en su plenitud, el ciclo de horror y muerte que inició Hitler y que hoy prolonga la pareja perfecta.

Antonio Mitre es historiador graduado de la Universidad de Columbia, EEUU.

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Encuestas

Kristen Soltis Anderson

/ 5 de octubre de 2024 / 07:25

Ahora que tenemos un poco más de datos sobre cómo los votantes están procesando el nuevo enfrentamiento presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump, ha comenzado el desvío de las encuestas (esfuerzos por demostrar que ciertos resultados desfavorables de las encuestas no dan en el blanco).

Tim Saler, consultor de datos de la campaña de Trump, se muestra en desacuerdo con la última encuesta de CBS News/YouGov, que muestra que Harris supera a Trump por un punto a nivel nacional y que está muy cerca de Trump en los estados clave.

Hay muchas cosas interesantes y potencialmente controvertidas en relación con esta encuesta y la forma en que calcula los resultados en los estados en disputa, pero por hoy, analicemos la queja particular de Saler. Su argumento es que la única razón por la que la encuesta muestra que Harris está obteniendo tan buenos resultados es una “decisión metodológica” sobre qué factores mantener estables y cuáles permitir que cambien de una encuesta a otra, con la implicación de que hubo decisiones tomadas intencionalmente que “manipularon” los resultados.

Siempre que los encuestadores realizamos una encuesta, sabemos que la muestra de personas con las que hablamos puede no coincidir exactamente, desde el punto de vista demográfico, con la población en general. Como resultado, ajustamos nuestros datos para que se ajusten a parámetros de referencia conocidos, un proceso conocido como ponderación.

Ponderar una encuesta en función de factores como la edad y la raza es algo bastante habitual y una cuestión básica de las buenas prácticas de investigación. Ponderar una encuesta política en función de la afiliación partidaria también es bastante habitual en estos días, aunque no sin controversias y complicaciones: si bien mi edad siempre será un hecho arraigado en el año de mi nacimiento, mañana puedo despertarme y decidir que ya no soy miembro del partido político con el que me identifiqué ayer.

Los encuestadores tienen un desafío interesante en sus manos con el cambio en la cima de la lista demócrata. Es totalmente posible que algunos votantes que se habían desenvuelto en todo el proceso cuando se enfrentaron a la elección entre Trump y el presidente Biden (y Robert Kennedy Jr.) estén considerando la carrera nuevamente ahora que la vicepresidenta Harris es la candidata presunta. Como industria, tendremos que pensar detenidamente cómo decidimos qué es y qué no es un votante probable en este nuevo mundo.

Puede que Saler tenga razón en que la encuesta muestra un mejor resultado para Harris porque incluye a más liberales, pero es muy probable que esto sea simplemente un reflejo de un momento político en el que el electorado se ha vuelto un poco más liberal y que, al menos en el corto plazo, esta sea la realidad con la que la campaña de Trump tiene que lidiar.

Por si sirve de algo, la encuesta de CBS News no es exactamente una excepción en este momento. Por ejemplo, la destacada firma de encuestas republicanas Fabrizio, Lee and Associates (sede del encuestador de Trump Tony Fabrizio) publicó el lunes una encuesta que mostraba esencialmente el mismo resultado en el estado clave de Pensilvania que la estimación de CBS News: una carrera empatada.

Kristen Soltis Anderson
es columnista de The New York Times.

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Mano Propia

/ 4 de octubre de 2024 / 06:07

Si una película es capaz de despertar estremecimientos, conmociones y tristeza, es una gran obra. Y Mano Propia de Gory Patiño, lo consigue. En 80 minutos Gory te lleva por las marañas de la patria profunda y por el sinsentido de nuestra realidad sociocultural. Es la magia del buen cine.

Con un guion correctamente concebido, Mano Propia entrelaza acciones trepidantes, diálogos adecuados y categóricas personificaciones con la sensibilidad suficiente para llevar a la pantalla un relato tremebundo de Roberto Navia. La película despliega una trinidad de personajes en temporalidades superpuestas: el padre, el hijo, y casi un Espíritu Santo en la figura de un fiscal probo y apegado a las sagradas escrituras de la justicia boliviana. Los tres momentos representan uno de los dramas de este tiempo: los linchamientos o ajusticiamientos en comunidades alejadas en la inmensidad territorial boliviana. Este drama se sitúa en el trópico boliviano, en esa tierra de nadie donde se ejercen acciones motrices, irreflexivas, y criminales de grupos sociales perdidos en esos parajes paradisíacos. Por esos lares impera la ley del más fuerte y los códigos de los poderes fácticos de la droga y la delincuencia.  Por su guion y su correcta realización, Mano Propia es más que un relato de esos brutales actos colectivos, es la imagen descarnada de nuestra incapacidad colectiva de no lograr en doscientos años un estado pleno, poderosamente organizado. Y ese extremo, se representa cinematográficamente, en un vetusto puesto de policía con tres pobres diablos vestidos de verde olivo, un cuartucho destartalado como fiscalía de Villa Nogales, un oxidado 4×4 que apenas enciende, y unos personajes huérfanos de la mano de dios.

Las manos crispadas cubiertas de barro, de cenizas y sangre que se limpian y sanan con la lluvia, y que además ocupan toda la pantalla, son el punctum de la obra de Gory y su equipo; una simbología que tiene la potencia para que coliguemos el drama de esos personajes del trópico con la tragedia de toda la familia boliviana de este tiempo: incendios, bloqueos, y la violencia de las más bajas pasiones políticas. Estamos ante un ejemplo de buen cine que conmueve y perturba meciéndote en un vaivén entre la ficción y la realidad.

Al salir de la proyección, las interrogantes implantadas por Mano Propia continúan en tu mente, y esa persistencia de mensajes e imágenes dice mucho de esta película. Te cuestionas sobre la brutalidad humana, sobre la indefensión colectiva; y piensas también, que mucha dirigencia política de este tiempo ha emergido de esa tierra de nadie donde imperan los antivalores del desgobierno porque, como se reitera en algunos diálogos de la película: “aquí las cosas funcionan de otra manera”.

Carlos Villagómez es arquitecto

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Endulzando el apocalipsis

/ 4 de octubre de 2024 / 06:05

Mi episodio favorito de Twilight Zone es aquel en el que los extraterrestres aterrizan y, en señal de sus intenciones pacíficas, les dan un libro a los líderes mundiales. Los criptógrafos del gobierno trabajan para traducir el idioma extraño. Descifran el título —“Para servir al hombre”— y eso es tranquilizador, por lo que se crean transbordadores interplanetarios. Pero a medida que los criptógrafos avanzan, se dan cuenta, demasiado tarde, de que se trata de un libro de cocina. Esa, querido lector, es la historia de OpenAI.

Fue fundada en 2015 como una organización sin fines de lucro para servir al hombre, vigilar la galopante tecnología de IA y garantizar que hubiera barandillas e interruptores de apagado, porque cuando la IA llegue a la pubertad, será como el aterrizaje de extraterrestres.

Cuando los entrevisté en su improvisada sede de San Francisco en 2016, los fundadores de OpenAI (Sam Altman, Elon Musk, Ilya Sutskever y Greg Brockman) se presentaron como nuestra guardia pretoriana contra la futura amenaza de una IA malvada y desbocada, contra malos actores y robots malos y todos los señores de la nube que hicieron soñar a Mary Shelley con crear una nueva especie, al diablo con la humanidad.

Pero OpenAI está arrojando muchas cosas alarmantes por encima de la valla. Musk se ha ido y Altman ya no se presenta como el perro guardián de la humanidad. Dirige una empresa con fines de lucro y crea un libro de cocina sobre inteligencia artificial. Está menos interesado en el peligro que los inversores, menos preocupado por el peligro existencial que por encontrar las capacidades de la IA.

El viaje salvaje de OpenAI hace dos semanas fue una farsa: un golpe contra Altman que colapsó y se convirtió en una restauración. Pero también fue aterrador porque demostró que estamos totalmente a merced de los chicos de Silicon Valley con sus juguetes, sus egos derrumbándose, sus temperamentos chocando, su ambición y su codicia disparadas.

Independientemente de lo que quiera decir sobre el reciente desmoronamiento de Musk, ha trabajado apasionadamente contra la IA rebelde. La búsqueda quizás quijotesca de alinear el progreso de la IA para proteger los valores humanos ha causado a Musk muchas noches de insomnio y muchas amistades fracturadas.

Atrajo a Sutskever, un deslumbrante ingeniero ruso, de Google a OpenAI. Larry Page, cofundador de Google y aceleracionista de la IA, estaba furioso con su buen amigo Musk por cazar furtivamente a Sutskever y rompió con él.

Ciertamente, la IA está mejorando en su razonamiento, cometiendo menos errores, alucinando menos (el término para inventar cosas) y resolviendo complicados acertijos matemáticos.

Musk elogió recientemente a Sutskever por tener “una buena brújula moral”. ¿El joven ingeniero, que se unió a los fatalistas en la junta directiva y le dio las malas noticias a Altman antes de retractarse, estaba influenciado por su mentor en Google, Geoffrey Hinton?

Hinton, el llamado padrino de la inteligencia artificial, quedó atónito ante el bebé milagroso de OpenAI, ChatGPT, al darse cuenta de que tal vez solo falten unos pocos años para que la IA sea más inteligente que nosotros. Hinton dijo con tristeza a 60 Minutes en octubre que la IA podría volverse malévolamente contra nosotros, manipulándonos con lo que ha aprendido al recibir todos los libros jamás escritos, incluidas las obras de Maquiavelo.

A diferencia de Musk, que puede ser incómodo y entrar en “modo demonio”, según Isaacson, Altman es fluido en sus tratos con inversores, técnicos y legisladores, y se siente cómodo con camiseta y jeans. Un destacado científico de Silicon Valley describió a Altman, de 38 años, como «extrañamente adorable». Amable con muchos periodistas, ha asumido el papel de la cara optimista del futuro de la IA.

Pero, ¿queremos a alguien con una disposición alegre sobre la IA? No. No cuando, como advirtió Musk el jueves pasado, “el apocalipsis podría llegar en cualquier momento”.

Maureen Dowd es columnista de The New York Times.

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Marcha para salvar Bolivia: Evo, ¿el gran perdedor?

/ 3 de octubre de 2024 / 06:09

La marcha desde Caracollo organizada por el Pacto de Unidad y el MAS-IPSP con 16 puntos en Agenda, 10 económicos y seis democráticos, marca un antes y un después en la disputa que se viene dando al interior de lo que se conoce como Proceso de Cambio. Podemos afirmar que el principal actor de la misma fue Evo Morales como presidente del MAS, que junto con el Pacto de Unidad logro avanzar a occidente de una forma muy peculiar, a pie, por carretera y pasando comunidad por comunidad. ¿Quién gano y quién perdió?

En lo territorial podríamos decir que Morales salió de su territorio duro por decirlo de alguna manera (Trópico de Cochabamba) e inicio una proyección nacional. Podemos apreciar que la reconstitución del liderazgo de Morales inicia por las comunidades, recuperando nuevamente ese componente identitario (indígena originario campesino) tan característico de los inicios del MAS del 1997-2009, lo mismo hizo en Cochabamba y Santa Cruz, en esta ocasión en occidente, no se quedó en poblaciones intermedias, sino avanzó sobre las ciudades de La Paz y El Alto, consolidando también un ropaje popular al obtener el apoyo de la población urbana de clase media baja y pobre que salió a aplaudirlo y brindarle su apoyo en todo el recorrido. Por tanto, la proyección de liderazgo de Morales a nivel territorial tiene una ruta crítica clara, del campo a la ciudad.

Morales logró consolidarse como la única dirección del MAS-IPSP, mientras la militancia en general —Dirección Nacional, Departamentales y Regionales— tuvieron una masiva participación. Este liderazgo se ve apoyado además por las organizaciones sociales del Pacto de Unidad que ahora, fruto de la movilización, está más fuerte, con mayor legitimidad y con más organizaciones, rebautizado como Estado Mayor del Pueblo.

Morales hoy en día es la única oposición real al actual gobierno, tanto los liderazgos que intentaron mostrarse de izquierda como Félix Patzi (Tercer Sistema), que brilla por su ausencia, o de Eva Copa (Jallalla), que terminó de aliado del arcismo, así como la oposición de derecha, todos fueron desplazados por Morales. Eva Copa al salir públicamente a decir que Evo no pasará por El Alto y al no lograrlo ni por asomo, terminó siendo eliminada del campo político permitiendo que las voces que tiene en contra cobren más fuerza, fue un daño colateral de la movilización. El Alcalde de La Paz, Iván Arias, fue más cauteloso y no salió a decir cosas que no podría cumplir, dijo que recibirá la marcha pacíficamente y esquivó de alguna manera el daño colateral.

En cuanto a lo comunicacional, el Gobierno utilizó todo el aparato comunicacional tanto público como privado por siete días para imponer la narrativa de movilización violenta y de afanes personales. La marcha anunció ser pacífica desde el primer día y la única violencia registrada fueron los intentos activados desde el arcismo para bloquear la marcha, dinamitándola en Vila Vila, o intentando bloquear su paso en Ventilla, donde los vecinos se organizaron para botar a las pandillas pagadas y a los grupos de choque. El Gobierno no consiguió formar opinión pública contra la marcha, que se mostró pacífica durante los siete días, con el objetivo de llegar a La Paz y llevar su pliego petitorio de 16 puntos.

Tal vez uno de los logros del arcismo fue imponer la narrativa de «interés personal» de Morales los primeros días, pero el día en que entró la marcha en la ciudad y con la contundencia del tamaño de la misma, se pudo constatar que esta marcha ya no es un afán personal, sino de miles y miles de personas del campo y ciudad que exigen un cambio a la situación actual que vive el país y ven en Morales y en el Estado Mayor del Pueblo una posible alternativa de liderazgo

Si esto no ve el Gobierno, y creen que Morales es el gran perdedor y se vuelve a su chaco con el rabo entre las piernas, sería una prueba más del extravío y falta de lectura política en que está sumido el arcismo.

Roddy Martínez V. es economista y abogado.

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