Esta última semana las mujeres hemos sido un blanco fácil para las críticas y señalamientos. Hemos sido testigos de cómo los medios de comunicación y las redes sociales nos hacen retroceder a pasos agigantados en nuestra lucha, una lucha feminista de reivindicación de nuestros derechos y en favor de la despenalización del aborto.

Los medios televisivos se han conformado con invitar a doctores y a miembros de las iglesias y de instituciones como el Opus Dei (hombres, claro); todos con un mismo tenor, estigmatizar el tema del aborto, haciendo creer que este es un tema de moral y no de derechos y de salud pública, que es como debería tratarse. Por otro lado, algunos medios han mostrado imágenes de fetos de varios meses de desarrollo o mujeres en los últimos meses de gestación. ¿Con qué fin? Con el único fin de desinformar, de crear pánico en la población que muchas veces tiene como único referente a esos medios. Y claro, conseguir con esto que nuestro derecho a decidir sea negado por más tiempo.

Las redes sociales también son una fuente de desinformación y un espacio en el que los comentarios misóginos y discriminatorios contra aquellas que apoyamos la despenalización del aborto son cotidianos. Es decir, estamos frente a una sociedad que estigmatiza a las mujeres, pero no con argumentos válidos, sino con base en la doble moral y en la información falsa.

Los medios de comunicación no deberían parcializarse en un momento tan crucial en nuestra lucha por nuestros derechos; al contrario, su deber es informar responsablemente. No se puede negar desde los medios ni desde las redes sociales una realidad latente en el país, una realidad que nos dice que cada día al menos 200 mujeres abortan (datos del Centro de Información y Desarrollo de la Mujer – Cidem). Lo que significaría que en un año cerca de 80.000 mujeres han tenido que arriesgar su vida sometiéndose a abortos clandestinos. Y de esas mujeres al menos 480 mueren a causa de un aborto mal practicado. Las mujeres están muriendo, y nosotros somos cómplices de estas muertes al seguir negando esta realidad, en la cual mujeres de todas las clases sociales, y me animaría a decir de toda religión, abortan todos los días.

Pero no solo quienes deciden interrumpir su embarazo sufren las consecuencias de un servicio de salud precario, las mujeres que deciden continuar con el proceso de gestación también sufren los malos tratos, mala información y sobre todo una pésima atención de parte de los servidores de salud. Por lo que es necesario que desde los medios de comunicación, las redes sociales y la sociedad en general se pueda visibilizar esta problemática más allá de la moral; debemos exigir al Estado que proteja el derecho de las mujeres a decidir, ya sea continuando el embarazo o interrumpiéndolo por alguna razón.

* es feminista.