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Cómo vivir en guerra

Un buen día nos contaron que existían peligrosísimas armas de destrucción masiva en Irak. Eso fue después de que un exaliado de Estados Unidos hiciera volar las Torres Gemelas. George W. Bush pidió permiso al congreso de EEUU y se lo dieron. Contó además con el apoyo de gran parte de la prensa, al punto que el New York Times se hizo eco en la historia de las destructivas armas que supuestamente Saddam Hussein tenía ocultas.

Sobrevino la invasión. Aproximadamente medio millón de iraquíes perdieron la vida; pero la guerra no trajo paz. Todavía se combate sobre las arenas de un país bíblico, donde se descubrieron los primeros vestigios de escritura humana. El mundo de Ur de Caldea, de la mítica Babilonia; de Sargon el gran general, de Hammurabi el constructor de uno de los primeros imperios sigue vivo bajo el bombardeo de misiles y fusiles FAL de última generación. En resumen, la invasión gringa solo sirvió para construir un enemigo aún más sanguinario que Hussein: el Estado Islámico (EI), de ascendencia sunnita y cercano a Al Qaeda.

En el caso sirio, debilitar a Bashar al Assad reforzaría al archienemigo Estado Islámico, un conglomerado de radicales que quieren volver al califato de hace cinco siglos. Pero no terminaría la guerra que ya lleva seis años, con casi medio millón de muertos. La pregunta es, ¿por qué si Rusia, Estados Unidos y los ejércitos de Siria e Irak, más los kurdos, sumaron sus esfuerzos contra ISIS hasta el día de hoy no han podido derrotarlo del todo?

Es cierto que lo han hecho retroceder en varios frentes, pero la guerra sigue y sigue. Evidentemente el hecho de que no hay un solo enemigo dificulta la capacidad militar, pero, como dice el comandante salvadoreño Joaquín Villalobos, lo que principalmente cuenta es la infantería. Hasta ahora Rusia y EEUU se han limitado a bombardear al EI con algo de éxito, pero son los sufridos soldados de a pie quienes consolidan el terreno. Y mandar soldados a combatir es bastante más difícil que mandar aviones (algunos de ellos drones no tripulados) o bombardear con misiles a centenares de kilómetros.

Tanto Estados Unidos con Vietnam, como Rusia con Afganistán, saben que luchar en el terreno trae muchas bajas, y conforme llegan las bolsas con los cadáveres la opinión pública tiende a preguntarse si vale la pena mandar a los muchachos a que peleen en otras guerras.En resumen, la guerra seguirá. Trump habrá ganado algunos puntos de aceptación ciudadana que necesita con urgencia, pero las dudas quedan. Una de ellas: ¿quién es el responsable del uso de armas químicas? Difícilmente podremos apuntar a Al Assad, ¿qué lógica tendría usar este tipo de armas si se va ganando la guerra?

* es periodista.