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Declaración opositora

La inesperada “Declaración conjunta” suscrita hace unos días por seis representantes de la oposición, necesitados de decir su palabra “en defensa de la democracia y la justicia en Bolivia”, provocó diversas reacciones y algunas presunciones de debate. Hubo polémica sobre la puesta en escena de la declaración (la fotografía), así como respecto a su contenido (la solicitada).

Veamos la solicitada. ¿Qué motivó la convergencia de tres exmandatarios y tres jefes partidarios en un posicionamiento público? Es evidente que su base de aproximación es el lugar compartido en la butaca opositora. Y con esa identidad común, pese a sus diferencias “de pensamiento y de visión”, plantearon dos preocupaciones, un alegato principista y una propuesta, además de apuntalar una “acción de unidad”. Hay más inventario declarativo que agenda conjunta; además de algunas simbólicas ausencias.

Preocupa al grupo de los seis la supuesta persecución de la que son objeto mediante el uso instrumental de la Justicia, así como la reciente conformación de tribunales electorales departamentales con presunta afinidad oficialista. El alegato principista tiene que ver con el rechazo a una nueva postulación del presidente Morales, dado el resultado del referéndum del 21 de febrero. Y su propuesta se llama “Comisión independiente” para la evaluación de postulantes en las próximas elecciones judiciales.

¿Qué respuesta mereció la declaración? Más allá de los adjetivos descalificativos, el oficialismo, recordando el pasado de “la juntucha opositora”, asegura que no hay “judicialización de la política”, sino procesos por hechos de corrupción; que la idoneidad del Órgano Electoral está demostrada; que hay mecanismos constitucionales para habilitar la repostulación de Evo en 2019 y que la Asamblea Legislativa tiene el mandato y la capacidad de garantizar una selección meritocrática de postulantes.

Si bien la “Declaración conjunta” parece agotarse en sí misma, quedan al menos dos porvenires. El primero es la afirmación de los “arriba firmantes” de que trabajarán unidos en acciones de documentación y de denuncia nacional e internacional. ¿Perspectiva político-electoral? Mientras Samuel Doria Medina repite la malograda consigna de 2014: “la unidad es el camino”, Rubén Costas aclara rápidamente que no hay compromisos. El otro porvenir es la promesa (o amenaza) de debate: el Vicepresidente contra todos.

Queda también la fotografía, ampliamente comentada, en especial en redes sociales. Los seis sonrientes varones políticos, todos con traje y corbata, mano abierta levantada, tricolor de fondo, conservan el tufo de la democracia pactada: ni una mujer, falta de indígenas (hay un “blanqueado”), déficit de actores sociales, ausencia de jóvenes (hay un “viejo prematuro”), carencia de renovación… La imagen del episodio, pues, a reserva del documento suscrito, es de “partidocracia”, pasado y exclusión.