Sobre cierta curia opinadora y misógina
La ampliación de las causales para un aborto seguro evitará la tercera causa de mortalidad materna

Sin lugar a dudas, una de las tareas más grandes que ha emprendido el actual proceso de cambio es el desmontaje de la sociedad patriarcal y machista sobre la que se asientan siglos de opresión contra la mujer. Y digo esto porque cada día estoy más sorprendida de la actitud de machos que, parapetados en sus cargos, títulos o prerrogativas, se han dado a la tarea de descalificar de la manera más baja a las mujeres (especialmente autoridades) que estamos trabajando porque el nuevo Código Procesal Penal amplíe las causales para permitir el aborto seguro y en condiciones higiénicas; lo que evitará la tercera causa de mortalidad materna en Bolivia, un grave problema de salud pública heredado de una deuda social de más de 40 años de gobiernos neoliberales que estuvieron a un paso de privatizar la salud, siguiendo aplicadamente el consenso de Washington.
Pero sin duda alguna el premio nacional al insulto, la misoginia y la derecha reaccionaria se la llevó el señor Eduardo Pérez Iribarne días atrás en su programa matutino, en el que, textualmente, aseveró: “Ministra de Salud, discúlpeme señora, no me atrevo a llamarla médica, no me atrevo… ¿Por qué está de ministra? No sé… me han contado chismes… pero no quiero difundir porque son chismes (…)”. Después arremetió diciendo que la buena convivencia se da entre personas casadas, “que viven de forma adecuada”. Y ahí no acaba, se da la libertad de cuestionar, diciendo que, como el gabinete está lleno de divorciadas y divorciados, se trata de gente desplazada por la vida que “no puede dar pautas sobre nada”.
Déjeme decirle señor Pérez (porque a usted yo tampoco me atrevo a decirle sacerdote) que su actitud es la típica actitud de quien no tiene argumentos y arremete por la vía del insulto y la descalificación. Pero sepa usted que en Bolivia se está haciendo historia en todos los aspectos; aunque a usted le moleste profundamente que los indios, divorciados, divorciadas, feministas y desclasados de su casta de culos blancos y ladrones elegantes sean quienes lo estén haciendo mucho mejor que durante los 40 años que gobernaron aquellos señoritos a los que usted sirvió de manera asquerosa; como aquella vez que defendió la capitalización a ultranza, sin preocuparse que se estaban rifando el país a precio de gallina muerta. Claro, ¡qué le iba a importar, si usted es un español conquistador más, que cree que aún nos tragamos sus espejitos de colores!¡No, señor Pérez! Esa época se acabó para siempre. Ahora a usted solo le quedan dos caminos: o callar su boca o irse de mi país, porque no queremos gente como usted que, oculta tras su imagen de buen sacerdote, solo destila veneno e incita al odio y la división. En mi país hay ministros y ministras valientes, jóvenes, comprometidos(as) y trabajadores(as) que dedican su vida a construir, día a día y con mucho sacrificio, un país inclusivo para todos y todas en la cultura del Sumaj Qamaña donde, por lo visto, usted ya no tiene cabida.
* es médica especialista en salud pública, directora nacional de Programas y Proyectos de CIAPS-Comuni-cación.