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Crímenes transmitidos en directo

El domingo 16 de abril por la mañana, un hombre de 33 años, trabajador social en una clínica de la ciudad estadounidense de Cleveland, publicó en Facebook su intención de cometer un asesinato. Dos minutos más tarde retransmitió en la red social imágenes en las que se acerca a un jubilado de 74 años, al que no conocía de nada, y le dispara un tiro. El móvil del crimen: el despecho amoroso. El instrumento necesario para su difusión: el teléfono móvil. La multiplicación del mensaje: una red social que cuenta con 1.800 millones de usuarios en todo el planeta.

La gran ventaja de Facebook es que cualquiera puede, con un mínimo equipamiento, emitir en directo un acontecimiento de interés general o un sucedido familiar totalmente banal. En las redes sociales cabe todo. No hay puerta de entrada y la censura es selectiva. Por eso la compañía no detectó el video del asesino de Cleveland, como tampoco descubrió a los tres jóvenes que retransmitieron la violación de una adolescente en la ciudad sueca de Upsala, o la paliza que una pandilla le propinó a un discapacitado mental en Chicago.

También se le coló el suicidio en directo de un joven turco que se pegó un tiro tras un desencuentro amoroso, así como la brutal agresión en Brasil de un grupo de hombres a una transexual, a la que finalmente mataron de un disparo.

Episodios de este calibre ponen de manifiesto la cara más amarga y lacerante de Facebook, muy alejada de la que le gusta exhibir a su fundador, Mark Zuckerberg: la de una red social convertida en la fuente de noticias más grande del mundo. Los medios de comunicación tradicionales han encontrado en este canal un fabuloso vehículo de difusión de sus contenidos, pero, al mismo tiempo, asesinos, violadores, suicidas o delincuentes de poca monta utilizan cada vez más Facebook Live para exhibir sus acciones.

En el caso del criminal de Cleveland, la compañía ha sido criticada por carecer de controles capaces de impedir que un video de estas características circulara por el ciberespacio y también por demorar su retirada. Sus responsables han explicado que dieron de baja la cuenta del criminal 23 minutos después de haber recibido el primer aviso sobre la existencia del video en cuestión, algo que ocurrió casi dos horas después de su publicación. En este tiempo pudo haber sido compartido infinidad de veces.

La red social tiene ante sí varios frentes abiertos. Además de activar fórmulas para combatir el intercambio de contenidos violentos o de imágenes macabras, los usuarios reclaman medidas efectivas para evitar que sea un coladero de noticias falsas y de informaciones prefabricadas con un indisimulado fin manipulador.

El reto de los gigantes de internet es cómo hacer compatible un foro abierto a todos y que al mismo tiempo garantice la seguridad, la credibilidad y la fiabilidad de los contenidos. ¿Dejarlo todo exclusivamente en manos de la inteligencia artificial es lo más sabio?