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Consecuencias del racionamiento de agua

Se debe evitar el racionamiento de agua, ya que esta práctica genera fugas en  la red de distribución

/ 5 de mayo de 2017 / 04:13

El racionamiento de agua sufrido en la ciudad de La Paz en los últimos meses suscitó varios inconvenientes para la población y para la misma empresa de agua, muchos de los cuales ya fueron resueltos en gran medida. Sin embargo, si no se toman las previsiones necesarias, el racionamiento puede convertirse en algo corriente, sobre todo como consecuencia del deterioro en la infraestructura de suministro de agua potable. Principalmente en la red de distribución, uno de los componentes más importantes del sistema y paradójicamente el menos valorado por la población, debido a que no es visible, ya que se encuentra enterrado. Una evidencia clara de esta situación se presentó hace algunos días con la rotura de una tubería principal que alimenta a varios barrios de la zona Sur.

Las redes de suministro de agua están diseñadas para trabajar permanentemente y no para hacerlo de forma esporádica o intermitente, como ocurrió durante el periodo de racionamiento. En este lapso de tiempo se generaron los siguientes problemas.

i) Los ciclos de periodos secos y húmedos producen corrosión y el deterioro de los accesorios de la red; además, reducen el rendimiento de los medidores de agua.

ii) En comparación con lo que ocurre en un sistema con suministro continuo, la infraestructura se deteriora con mayor rapidez, debido a la operación más frecuente del sistema. Una de las principales falencias se produce en las válvulas, que sufren un mayor desgaste.

iii) La presencia de aire atrapado entre dos volúmenes de agua sometidos a presión puede provocar importantes sobrepresiones. Esta situación es muy común en el suministro por horas cuando se inicia la distribución. Este fenómeno puede causar daño y fisuras en la tubería, uniones y accesorios, lo cual posteriormente producirá fugas.

iv) En las pocas horas de suministro, la población debe consumir y almacenar el volumen necesario de agua para todo un día o más tiempo. Esto conlleva un flujo de agua mayor al que normalmente circula por las tuberías. En consecuencia, las presiones tienden a bajar, lo cual, incluyendo las pocas horas de suministro, reduce las fugas durante el periodo de racionamiento, pues éstas son directamente proporcionales a la presión.

v) Finalmente, en las horas sin suministro las redes son muy vulnerables a cualquier tipo de ataque. Por ejemplo, en estas horas puede incrementarse el número de instalaciones clandestinas, y estos trabajos improvisados suelen dejar puntos de fuga.

La experiencia en otros países que tuvieron problemas de racionamiento de agua muestra que tras la reposición del suministro continuo, la red empieza a presentar una mayor vulnerabilidad. Los problemas estructurales sufridos durante el periodo de racionamiento empiezan a visibilizarse, existe un incremento notable de roturas en la red, y se acrecientan las fugas. Dos son las razones fundamentales para que se manifiesten estos problemas: el mayor número de horas de suministro y el incremento de las presiones en la red.

El racionamiento tiene como consecuencia principal la reducción de la vida útil de la red, además del incremento de volúmenes suministrados, pues crecen las pérdidas de agua en forma de fugas, aquellas que no se ven y las que afloran desde el suelo. Por otro lado, las fugas pueden resultar más problemáticas, considerando las características del suelo y la topografía de La Paz.

Bajo este escenario, el cuidado del agua involucra también el cuidado de la red de suministro. Deben intensificarse las medidas de gestión técnica; es primordial un mayor control y monitoreo de la red. La sectorización, el control activo de fugas y la gestión de la presión son tareas que pueden ayudar a mitigar estos problemas.

* es doctor en Ingeniería del Agua y Medioambiental, docente de posgrado y pregrado de la Universidad Técnica de Oruro.

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Planificación hidrológica, una prioridad

Sin datos no hay información ni posibilidades de identificar los problemas de forma oportuna.

/ 7 de diciembre de 2016 / 05:04

Varios estudios demuestran que son tres los motivos que causan escasez de agua alrededor del mundo: la falta física del recurso, la escasez económica y la mala gestión. La vulnerabilidad con respecto a la disponibilidad de agua que presentan algunas zonas del país, por ejemplo el altiplano tras lo sucedido con el lago Poopó, nos obliga a replantearnos el cuidado del agua.

Para afrontar la escasez de agua se debe gestionar la oferta, con el incremento de recursos disponibles: construcción de embalses, perforación de pozos, trasvases o la recarga artificial de acuíferos. También se puede gestionar la demanda, con base en consensos entre los consumidores de agua (consumo doméstico, agrícola, industrial y otros). Y por medio del uso de recursos no convencionales, cuyo objetivo es generar mayor resiliencia ante el cambio climático; por ejemplo con el uso de aguas pluviales y residuales tratadas. Todos estos elementos deben ser contemplados en la planificación hidrológica, la cual es resumida en las siguientes acciones.

Identificar y caracterizar todas las masas de agua en cada cuenca, superficiales y subterráneas, sus áreas de recarga y las zonas protegidas.
Definir todos los usos del agua: doméstico, público, industrial, agrícola, ecológico y otros; con la respectiva medición de caudales consumidos y evacuados tras su uso.

Evaluar y cuantificar los recursos hídricos en el espacio y tiempo, realizando una proyección sobre su disponibilidad. Se deben identificar recursos potenciales para consumo humano, para la agricultura e industria, además de la cantidad de agua que está contaminada.

Simulación de los recursos hídricos para evaluar el comportamiento del sistema de forma conjunta. De esta forma, se estiman volúmenes de reserva de agua para el futuro, su disponibilidad, la capacidad de las cuencas para el desarrollo de actividades productivas, entre otros aspectos.
Finalmente, con base en estos procesos se deben establecer indicadores para la toma de decisiones. Éstos pueden ser de garantía de suministro, biológicos, físico-químicos, de resiliencia, huella hídrica verde, azul y gris, entre otros.

Una base primordial para implementar estas acciones es la medición. La limitación de datos nos hace pensar que podemos planificar utilizando mediciones puntuales y únicas, lo cual no es recomendable. Aparte de datos climatológicos, es preciso medir caudales en cuerpos de agua superficiales, niveles piezométricos en acuíferos y niveles de agua en lagos, lagunas y embalses. Por lo tanto, necesitamos contar con la infraestructura adecuada para tener una red de aforo en puntos estratégicos de cada cuenca. Asimismo se deben realizar campañas periódicas de monitoreo de la calidad del agua.

La medición debe ser frecuente, fiable y transparente. Así será útil también para generar investigación científica. Sin datos no hay información ni posibilidades de identificar los problemas de forma oportuna.

Asimismo, se debe promover la investigación científica relacionada con los recursos hídricos en cada región de nuestro país, destinando los recursos suficientes. Es necesario estudiar las condiciones de trabajo de nuestros pocos embalses, el cuidado y mejor gestión de nuestros acuíferos y sus zonas de recarga, generar herramientas para la planificación y conservación del agua enmarcada en nuestro contexto local, entre otros programas de investigación.

Es recomendable también organizar entidades responsables de la administración y control de cada una de las cuencas y/o subcuencas de nuestro país. Si no empezamos a actuar ahora, perderemos valiosos recursos y tiempo, y quedaremos en deuda con nuestras generaciones futuras.

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