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El legado de Gil Imaná e Inés Córdova

El 26 de abril, en el Museo Nacional del Arte, dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB), se realizó un acto muy emotivo. El motivo del evento fue la firma de un convenio mediante la cual Gil Imaná donó a la FCBCB su patrimonio artístico, una colección de 6.000 piezas de pintura contemporánea, objetos coloniales, cerámicas y tejidos andinos prehispánicos. La mitad corresponde a creaciones suyas y de su esposa, Inés Córdova; y el resto, a creadores bolivianos y latinoamericanos: entre otros, Jorge Imaná (el hermano de Gil), Marina Núñez del Prado, Enrique Arnal y Oswaldo Guayasamín.

El convenio también incluye el traspaso de un inmueble ubicado en Sopocachi, que se convertirá en una Casa Museo donde se exhibirán las obras de Imaná-Córdova. Después de emotivas palabras enunciadas por sus amigos entrañables y del Director del Museo Nacional del Arte, se presentó un pequeño documental sobre la vida de la pareja de artistas.

Luego le tocó hablar al maestro Gil, quien evocó su labor, junto a su esposa, de retratar al país y al pueblo boliviano en sus múltiples facetas. Testimonio que nos emocionó a todos los presentes. Imaná recordó a su esposa señalando: “En este acto se nos adelantó Inés. Me hubiera gustado que mi esposa esté sentada a mi lado. Toda nuestra obra se ha hecho con amor”, dijo con la voz entrecortada, para luego agregar: “Ahora son sus obras las que hablan y serán muy pronto las obras mías (…). La vida de Inés y la mía son dos vidas que a veces se vuelven una sola, cada uno por su camino, comenzamos desde niños por los caminos del arte. Ella en Cochabamba, con Mario Unzueta, y yo en Sucre, con Juan Rimsa (…)”.

Gil Imaná contó que junto a su esposa viajaron por diferentes pueblos del altiplano, lo que les permitió descubrir “que los tejidos y las artesanías son el puente que unen nuestras culturas con nuestras raíces. Antes siempre las influencias venían de España, Francia y Estados Unidos; yo encontré la influencia en mi tierra, en lo que hacen los campesinos”, enfatizó.

En el momento de la firma del convenio, sikus sonaron en el Museo Nacional del Arte. En ese instante el maestro se levantó y recordó las palabras que el poeta chileno Pablo Neruda le dijo en un encuentro en su hogar: “Plablo Neruda me recibió en Chile, no es exacto, pero más o menos decía: ‘Recibo al pintor boliviano Gil Imaná, que viene desde esas montañas ferruginosas donde casi solo habitan los cóndores, habita un raza fuerte con el rostro tallado por el tiempo’. Y realmente yo veo esa fuerza, ese aparente hieratismo soberbio del aymara, del criollo. Cuánta razón tenía al observar con agudeza”.

Testimoniándonos más sobre su vida nos dijo: “Hace unos años he perdido la vista, tengo un 3% de visión, nada, no puedo ver, pero he descubierto que hay otros ojos, los ojos del alma, y con los ojos del alma me he inspirado en el infinito, he hecho mis garabatos. Ahora hago entrega de todo eso, y como símbolo de esta donación entrego el símbolo de la Fundación Gil Imaná-Inés Córdova, este símbolo es el amor, el abrazo del amor”, sostuvo el artista a tiempo de entregar una pequeña escultura a Cergio Prudencio, presidente de la FCBCB.

Al final, el pintor chuquisaqueño dio un encargo especial a Cergio: “Solamente le pido que no se disgregue, que no sean unas obras que vayan aquí o allá, este es conjunto, una cosa forma parte de la otra. Espero que se conserve todo, no por un año, sino para siempre”, solicitó. Wali kusisiñawa, wali chuyma qhanartawiwa Gil Imaná jupan lurawipaxa, sarnaqawipaxa, ukhamaraki Inés Córdova amtawinakapaxa. Paniwa wali suma amtawi, ukhamaraki lurawinaka purt’awapxistu. ¡Jallalla Gil, Jallalla Inés!