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‘Reforzar la educación en valores’

Ante el asesinato de un joven de la promoción de un colegio paceño presuntamente a manos de dos de sus compañeros de curso, el Viceministro de Educación emitió una resolución y mandó un memorándum instruyendo a los maestros “reforzar la educación en valores”. Al mismo tiempo, los compañeros de curso de los protagonistas de esta triste historia decidieron hacer un pacto de silencio sobre el tema. Y el director del colegio cerró las puertas e impidió a los muchachos asistir al velorio.

¿Qué valores están expresando estas actitudes? Ante la tragedia de una familia que sufre la pérdida de un hijo, en lugar de solidarizarse, los compañeros de curso y las autoridades del colegio se callan y se encierran… casi como si tuvieran algo que esconder.

Y en realidad sí hay algo que no quieren que se sepa: el grado de acoso escolar que existe en las aulas de nuestros colegios y escuelas. En este caso en particular, la palabra bullying transita de un lado al otro de la tragedia. A tiempo de entregarse a la Policía, uno de los autores confesos del crimen declaró que lo hizo en venganza por las constantes burlas que recibía por parte de la víctima. Otros testimonios recogidos por la prensa relatan que el crimen puede más bien haber sido el punto final en una escalada de acoso que sufría la víctima por parte de sus asesinos. ¿Quién puede saber la verdad si no son los compañeros, profesores y autoridades del colegio en los que ambos pasaban gran parte de cada día? ¿Cómo podemos los padres de familia mandar a nuestros hijos a la escuela si ante este tipo de situaciones los responsables de enseñar y acompañar a los niños cierran la puerta y se callan?

La escuela es un espacio donde los niños reciben, además de la educación elemental, la socialización necesaria para funcionar como miembros de una sociedad determinada. Al compartir un espacio cotidiano con otras personas, día tras día, los niños y jóvenes aprenden las reglas de convivencia, los comportamientos aceptados y aceptables, las expectativas y limitaciones que se ciernen sobre ellos en razón del grupo social al que pertenecen, y los valores predominantes de la sociedad en la que viven.

Si bien muchos maestros alegan que la educación en valores debe ser enseñada en la familia, la verdad es que el tiempo prolongado que los niños transcurren en las escuelas hacen que ése sea el espacio donde se viven los conflictos emocionales, se enfrentan los dilemas éticos y se reciben las consecuencias positivas o negativas inmediatas de las decisiones que se toman. Es en las aulas y en los patios del colegio donde se ponen en práctica los valores; y es de acuerdo con esa praxis cotidiana que se fijan o no los parámetros éticos que van a guiar el comportamiento futuro.

¿Qué significa entonces la instrucción de reforzar la educación en valores en todas las escuelas y colegios públicos de Bolivia? ¿Existe acaso una materia llamada valores que debe recibir una mayor carga horaria? ¿Existe un taller de convivencia, o una consejería permanente o un psicólogo que atiende a los estudiantes en un horario que pueda ampliarse? ¿Se capacita a los maestros en ontología, ética o valores y la instrucción de “reforzar la educación en valores” los habilita a empezar una cruzada de traspaso de su amplio conocimiento en esta área?

La verdad es que los valores no se enseñan, sino que se practican. Y hacer un pacto de silencio y cerrar las puertas ante la muerte de un compañero nos demuestra la práctica de un valor solamente: el de la autopreservación egoísta.