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Invertir en las familias

Ayer se celebró el Día Internacional de la Familia, fecha establecida en 1993 por las Naciones Unidas para resaltar el papel que juegan los núcleos familiares en el bienestar de sus miembros y en el desarrollo de las sociedades, con el fin de impulsar políticas y prácticas dirigidas a conciliar la vida familiar y laboral y a asistir a los progenitores en su papel de educadores y cuidadores.

A pesar de la diversidad de construcción familiar del siglo XXI, que ha trascendido la imagen tradicional conformada por un papá lector de periódico, una mamá con delantal de cocina y los hijos pequeños que juegan a su alrededor, para dar lugar a familias con múltiples composiciones, aún existe consenso en que los hogares son el lugar ideal para romper con el círculo vicioso de la pobreza y la exclusión, habida cuenta de que es en ese espacio donde se forman los valores de las personas y desde allí se irradian a la sociedad.

La familia es también el mejor lugar para que cada niño y niña tenga una infancia positiva, junto a una educación de calidad que amplíe sus oportunidades laborales. Una base fundamental para garantizar su desarrollo físico y emocional futuro, así como también para la materialización de sus sueños, proyectos y potencialidades. De allí que el lema elegido por la ONU para este 2017 sea “Familias, educación y bienestar”.

Sin embargo, los hogares también pueden convertirse en el mayor obstáculo para garantizar el desarrollo de la sociedad cuando en su interior la violencia y la exclusión se convierten en una forma de vida; o cuando los hijos sienten que son solamente unos desconocidos y una carga para los adultos de su casa.

Fenómeno que ocurre cada vez con mayor frecuencia debido a trabajos sin límites de horario, pero también cuando la televisión hace de niñera o cuando los celulares acaparan la atención de todos los miembros del hogar durante los breves instantes de reunión que pasan en conjunto.

Por todo ello, diferentes instituciones aprovecharon la celebración del 14 de mayo para recordar que una vida sana no solo tiene que ver con una dieta saludable, hacer ejercicio y no enfermarse. También tiene que ver con la posibilidad de compartir en un ambiente familiar donde no se imponga la violencia, donde exista espacio para el desarrollo intelectual y emocional más allá de las aulas escolares.

Por todo ello, tomando en cuenta que los hogares siguen siendo el lugar de mayor influencia poder para impulsar sociedades prósperas y saludables, libres de violencia y marginalidad, urge una mayor atención de parte del Estado hacia las familias del país que se traduzca en proyectos y acciones concretas para su fortalecimiento, así como en la formulación de indicadores sociales que guíen estos esfuerzos. Y es que invertir en las familias significa invertir en el futuro y en el desarrollo de un país.