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Seguridad secuestrada

La aparición, días atrás, de un “gusano” informático llamado WannaCry, con el poder de encriptar todos los datos de una computadora y entregar un mensaje que pide un rescate a cambio de devolver la información, no solo ha causado daño a escala global, con decenas de miles de máquinas inutilizadas en todo el mundo, sino que además anuncia una era de inseguridad informática.

Con el anuncio de que la red del Servicio Nacional de Salud (NHS, en inglés) de Gran Bretaña había sido afectada, el viernes se informó de esta vulnerabilidad del sistema operativo Windows que en cuestión de horas se extendió por cientos de países en todo el orbe (incluyendo, aparentemente, a unas cuantas máquinas en Bolivia), causando caos en plantas industriales y hasta en el servicio ferroviario de Alemania.

El ataque, también conocido como WannaCrypt0r, circula en forma de un archivo adjunto a mensajes de correo electrónico, y una vez descargado pone a la computadora en manos de los piratas informáticos, quienes reclaman un rescate a ser pagado en bitcoins, una moneda digital difícilmente rastreable, a cambio de no borrar o difundir la información secuestrada.

Lo más alarmante de este virus es que aparentemente fue diseñado en la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de EEUU, y que, según revelaciones de WikiLeaks conocidas semanas atrás, perdió en 2016, junto con cientos de programas capaces de espiar y amenazar sistemas informáticos en todo el mundo. El excontratista de la NSA Edward Snowden, famoso por filtrar miles de documentos de este servicio secreto en 2013, comparó la situación actual con la que ocurriría si el Ejército de EEUU perdiese un misil Tomahawk. Y en una de sus habituales teleconferencias, agregó que el origen de WannaCry está en las vulnerabilidades del sistema operativo Windows identificada por la NSA, lo que significa que si en vez de aprovecharla a favor del espionaje hubiera advertido a los fabricantes del software, esta situación no hubiese ocurrido.

Por otra parte, publicaciones periodísticas especializadas en informática señalaron que también hay pistas que permiten suponer que el ataque está vinculado con el Gobierno de Corea del Norte. Con todo, esta hipótesis no excluye la posibilidad de que el régimen de Pyongyang tenga acceso a los programas filtrados en 2016.

Se trata, pues, de una situación inédita en el mundo, en la que las armas informáticas ponen en riesgo literalmente cualquier computadora y abren las puertas a nuevas formas de guerra antes solo imaginadas en obras de ciencia ficción. Es difícil imaginar cómo podrán los órganos de seguridad en todo el orbe poner freno a ésta y otras amenazas semejantes. Mientras tanto, solo queda la certeza de que la seguridad en todo el mundo ha sido secuestrada por piratas informáticos que por ahora nadie sabe para quién trabajan.