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Toda una vida

Nos desconcertó cuando, en pleno mitin político, empezó su alocución cantando “toda una vida estaría contigo, no me importa en qué forma, ni dónde ni cómo, pero junto a ti (…)”. Inolvidable bolero que no resulta difícil imaginar inspirando romances más allá de la eternidad y que, por eso mismo, no permite imaginarse siquiera que también podría inspirar políticas de Estado. Pero así es.

Para alegría de sus ciudadanos, el recientemente ungido presidente constitucional de Ecuador, don Lenín Moreno Garcés, anunció, cantando, que su gobierno seguirá priorizando al ser humano por sobre el capital, poniendo en marcha el Plan para toda una vida, en la convicción que la vida es incompatible con la pobreza, con la exclusión y con la indiferencia.

En realidad no deberían extrañar ni la inspiración de bolero ni la política pública en cuestión, puesto que el Ecuador basa su constitución en el Sumak kausay o Buen vivir, que reconoce la primacía de los derechos humanos y de la naturaleza, por lo que desde esta perspectiva construir ciudadanía es trabajar por la armonía. Por otra parte, Lenín Moreno es, por sobre todas las cosas, un humanista que desde 1998, a raíz de un asalto armado, tuvo que aprender a conducirse en silla de ruedas, compensando con la grandeza de sus sentipensamientos lo que ya no podían motorizar sus piernas, dedicándose a construir proyectos de amor por la vida, por la equidad, por el Ecuador y por la Patria Grande.

Siendo Vicepresidente ecuatoriano y luego asesor de las Naciones Unidas, emprendió extraordinarias iniciativas como el programa “Misión solidaria Manuela Espejo” para la incorporación de las personas con discapacidad al mundo laboral y social, con respeto de sus derechos. En consonancia con la filosofía contenida en esta experiencia, y también con el romance del bolero, el Plan para toda una vida es la legitimación de una política social que se basa en el amor como valor del cual se derivan principios como la solidaridad, la felicidad, la tolerancia, la amabilidad y la fraternidad, que sustentan la construcción de sociedades donde la Justicia funciona para todos y todas.

Éstos son los pilares que sostienen los cinco componentes del Plan para toda una vida, con el que el Estado acompaña cada una de las etapas de la vida de sus ciudadanos: La Misión Ternura atiende integralmente a los bebés y niños, especialmente con nutrición y educación, desde la concepción. El Trabajo Joven busca la incorporación de los jóvenes al mundo laboral, creando plazas de trabajo y otorgando crédito para sus emprendimientos. Menos pobreza, más desarrollo es la propuesta para las familias, otorgándoles bonos y créditos para su desarrollo humano. Mis mejores años toma en cuenta a la población de la tercera edad con pensiones adecuadas y condiciones de estabilidad. Y Casa para Todos es la propuesta de vivienda propia sin costo para los más pobres y mínimas cuotas y cero tasas de interés para personas en situación de pobreza.

En un continente que parecía haber virado su curso hacia la regresión de políticas de “sinceramiento de la economía”, subiendo los costos de los servicios y carburantes e incrementando dramáticamente las legiones de desocupados, resulta raro y a la vez reconfortante encontrarse con realidades que buscan transformaciones en función de la gente, de la justicia y de la equidad, a contracorriente de la acumulación y la exclusión. Con estas políticas públicas —y con aquellos boleros— se puede seguir soñando con sociedades donde la pluralidad democrática es un atributo para construir, dialogando, culturas de concordia, para toda una vida.

* es sociólogo y comunicólogo boliviano, ex secretario general de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).