En mi infancia y junto a mis amigos jugábamos toda la tarde y libremente en la cancha de la zona de Alto Lima, donde no pagábamos nada por utilizar ese campo deportivo. Allí corríamos detrás del balón, todos los días; y únicamente los fines de semana, cuando se organizaba un campeonato, esperábamos que acabe la jornada deportiva para poder jugar.

Y eso mismo sucedía en la mayoría de las canchas de tierra de la urbe alteña a principios de los 80. Incluso había ocho campos deportivos en donde hoy se instaló la Universidad Pública de El Alto, y ahora quedan solamente dos. Junto al Complejo Fabril 18 de Mayo, esos escenarios eran el orgullo de los niños y jóvenes alteños.

Han pasado cerca de 30 años desde entonces, y hoy todo es diferente. Las canchas de tierra donde pateábamos las t’ijitas de trapos que nuestros padres fabricaban ahora se han convertido en un verdadero lujo para los niños y jóvenes, porque al ser ahora de césped sintético y estar además amurallados, muchos ya no pueden entrar a esos escenarios deportivos, porque hay que pagar entre Bs 100 y Bs 150 por una hora de alquiler a la junta vecinal que los administra.

¿En una de las ciudades más pobres del país, tendrán los niños o jóvenes dinero para reunir Bs 100 o Bs 150 en sus bolsillos para alquilar el campo deportivo? La respuesta en la mayor parte de los casos es negativa. A esos niños solo les queda mirar detrás de la malla olímpica, donde un día sus padres jugaban libremente.

¿Cómo impulsar el deporte entre estos niños y jóvenes si los campos deportivos les están vetados? Esto debido a que algunos dirigentes vecinales han convertido la administración de las canchas municipales en verdaderos botines políticos, toda vez que pueden usufructuar con ellas para su propio beneficio.

En 2013, Informe La Razón denunció la corrupción detrás de la administración de estos centros deportivos. Cuatro años después poco ha cambiado. No se sabe además qué pasó con una esperada reglamentación para que los niños y jóvenes tengan días y horas libres.

A propósito, algunas juntas vecinales decidieron permitir el ingreso libre de los niños de la zona durante dos horas, de 06.00 a 07.00 y de 18.00 a 19.00; pero en una ciudad donde las temperaturas pueden descender por debajo de los cero grados en las mañanas, sin tomar en cuenta que los escenarios no tienen iluminación artificial, la oferta es solo un saludo a la bandera, para decir que se preocupan por los niños y jóvenes, mientras la inseguridad crece en El Alto.

Creo que el Gobierno debería decretar un día libre a la semana para que la niñez y la juventud ingresen gratuitamente a los campos deportivos.