Hay manipulación en el tratamiento informativo que ciertos sectores dan al tema de la corrupción. En el gobierno del MAS hay dos “caras” en lo relativo a la corrupción, pero se intenta mostrar solo una; y la mala fe y poca honestidad intelectual ignoran que hay una segunda cara que configura una nueva situación al respecto.

Estamos seguros de que la corrupción existe hace mucho, sus poderosas huellas vienen desde hace décadas. Sabemos que durante los gobiernos del MNR, desde la Revolución del 52, aparecieron nuevos ricos a costa del erario público. Se decía que los emenerristas elaboraron y perfeccionaron nuevas técnicas. Algunos miristas sucumbieron y la desesperación de riqueza los llevó a dejar evidente su angurria; Jaime Paz Zamora trató de engañarnos a los bolivianos afirmando “cometí errores, no delitos”. Sobre sus andares con los narcos, Banzer tenía un esquema muy familiar de recaudación, pero a la vez muy expuesto al conocimiento público. Sería fácil registrar la masificación de la corrupción de los últimos 50-60 años, y su institucionalización.

El MAS recibió estructuras estatales totalmente contaminadas. El mal estaba enraizado profundamente. Esta situación ahora parece haberse “desvanecido” de la memoria de ciertos políticos opositores, de ciertos medios de comunicación y de algunos analistas.

Y aquí quiero centrarme en el tema de la verdad y la ética para abordar la corrupción, el enfoque honesto parece ser ajeno a estos sectores “amnésicos” citados líneas arriba. Con evidente falta de escrúpulos y honestidad intelectual manipulan la información, dicen verdades a medias y tergiversan hechos por el afán de cumplir un solo objetivo a como dé lugar: hacerle daño al Gobierno.

El tema de los taladros de YPFB grafica la práctica inmoral de los “amnésicos”. Tratan de ignorar que fue iniciativa del Ejecutivo investigar los indicios de corrupción en torno a la adjudicación de dichos taladros; pretenden minimizar que son las investigaciones del director de la Unidad de Transparencia del Ministerio de Hidrocarburos, Edmundo Novillo, las que llevaron al Gobierno a acusar y denunciar las ilegales prácticas de algunos funcionarios.

Conocemos de otras iniciativas del Ejecutivo en las que investiga y denuncia hechos de corrupción; tenemos el caso por ejemplo del Fondo Indígena. Se pueden citar asimismo muchos otros casos procesados y luego pasados a la Fiscalía por el Ministerio de Transparencia y Lucha contra la Corrupción, que han resultado en el encarcelamiento de más de 150 personas del MAS, dirigentes, exministros, exalcaldes, parlamentarios y militantes. Hay una clara muestra de que no se protege a los corruptos, y la inmoralidad de cierta gente pretende que esto pase desapercibido.

La corrupción existe también en este gobierno, pero no es impune ni está protegida. Se da sobre todo en la microcorrupción, pero también en mandos medios. Seguramente pudo haberse hecho más y mejor; corresponde al Ejecutivo mejorar las prácticas anticorrupción, tener iniciativa permanente y construir mejores mecanismos contra este flagelo.

Esta es la otra “cara”, la constatación fáctica que marca una diferencia cualitativa que el pueblo debe conocer. La corrupción ya no es sistémica como en anteriores gobiernos, y la realidad confirma, con resultados que pueden ser discutibles, que por primera vez en la historia es real la lucha contra la corrupción en nuestro país. Esta capital diferencia con los gobiernos de derecha es un hito que marca un giro en torno a esta enfermedad tan dañina cuanto enraizada y compleja en todas las sociedades del mundo.

Los bolivianos tenemos derecho a que no nos mientan, tergiversen los hechos, manipulen la información y todavía asuman poses cínicas de no saber qué pasó en gobiernos anteriores, cuando las fuerzas políticas de la oposición, con los mismos u otros nombres, estaban en el poder. ¿Alguna vez en aquellos gobiernos se metió preso a algún político oficialista ladrón? Muestren uno por lo menos. Creo que en esta lucha sería útil investigar a los pasados gobiernos para que el pueblo sepa bien la verdad.