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Gestión de la salud en Bolivia

Tedros Adhanom Ghebreyesus, de Etiopía, será el próximo director General de la OMS. Coincidió con Carissa Etienne, directora de la OPS, en enfatizar el acceso universal a la salud como prioridad central. Bolivia suscribió la Estrategia de Salud Universal (ESU) en la OPS en 2014. Esta estrategia busca que todas las personas y comunidades accedan a todos los servicios de salud necesarios, sin discriminación, con compromiso comunitario y sin empobrecerse.

¿Vamos en ese camino?

En los últimos 11 años se reportan 1.007 establecimientos de salud construidos, 2.700 consultorios en los barrios, y un plan de construcción de 47 hospitales, un reactor de investigación y tres centros de medicina nuclear. En paralelo, el Estado boliviano se aboca a un plan de recursos humanos y a capacitar profesionales en sincronía con las obras. Es de los proyectos más ambiciosos encarados en Latinoamérica, y por lo inédito no va a estar exento de retos. Vale el esfuerzo. La inversión en salud motoriza a lo más elevado de la economía: el bienestar de la población, y empleo del más alto nivel profesional. Bolivia lo necesitaba, la capacidad de sus hospitales es menor que lo recomendable, y la obsolescencia afecta la atención y el bienestar de pacientes y del personal de salud.

Los hospitales no alcanzan: vivimos más, comemos mal, no nos movemos, nos enfermamos más y nos atendemos cuando es tarde, doloroso y caro. La inversión más efectiva es prevenir o diagnosticar temprano y que cada persona, familia y comunidad ejerza los derechos sobre su salud. La Constitución Política del Estado reconoce derechos fundamentales que determinan socialmente a la salud: como agua y alimentación, educación, vivienda. Los tres niveles de gobierno avanzaron en realizar estos derechos y se registran mejoras de las más significativas de las Américas en el aumento de la esperanza de vida, reducción de mortalidad infantil, desnutrición y enfermedades transmisibles, entre otros indicadores de salud.

El sistema único de salud universal, gratuita, equitativa, intracultural, intercultural, participativa, con calidad, calidez y control social planteado también en la Constitución es consistente con la ESU. Bolivia tiene en este punto una ventaja comparativa excepcional en el programa Mi Salud: retomando los principios de PIAAS de 1985, desplegó más de 2.700 consultorios gestionados con organizaciones territoriales de base. A cuatro años de iniciado, este programa cubre al 25% de los bolivianos y acerca servicios como nunca antes. Ejemplo: una mujer embarazada en Pucara que antes debía viajar dos horas para llegar a las tres de la mañana al hospital para pedir turno, y a veces llegaba y no había fichas, vimos que ahora se atiende a pocas cuadras o en su casa. Caminando un poco se ve que es la generalidad de los casos. Nuestro reconocimiento a los bolivianos y a la cooperación cubana, es un modelo para el mundo.

Es el camino correcto si se abordan los determinantes, se cuenta con un primer nivel de atención bien orientado y un plan con fondos para la alta complejidad. ¿Se puede pagar? Bolivia es de los países que más incrementó el presupuesto y la cobertura de salud. A 2005, 27,9% de los bolivianos tenía algún tipo de cobertura, a la fecha superaría al 65,7%, contando la seguridad pública nacional, la seguridad social y una proporción de atendidos por el programa Mi Salud: 135,5% de aumento, sin contar los seguros de salud subnacionales. Sin embargo, comparando con la región es poco, falta cobertura poblacional, de prestaciones y financiera. Aumentar el presupuesto implica un reto fiscal y un riesgo de despilfarro.

En el mundo los sistemas de asistencia sanitaria malgastan mucho dinero por errores, fraude y por la atención tardía de problemas que a tiempo se resuelven a bajo costo. El llamado de la Ministra de Salud al que se sumó la OPS para que cese el fraude en la derivación de pacientes, cobros indebidos, y prescripción de tecnologías y medicamentos de costo injustificado debe ser causa de todos. No puede esto quedar fuera de la discusión, pues es el problema sustantivo de Bolivia y de otros países.

Tampoco hay que confundir a la minoría perpetradora con los profesionales de salud probos y capaces que en cada rincón del país cuidan nuestra salud. Éstos conocen los problemas del día a día mejor que nadie y deben ser participantes del cambio tanto como los usuarios, colegios profesionales, universidades y academia bajo la rectoría nacional, departamental y municipal.

Por ello es oportuno que Bolivia ordene los subsistemas, fiscalice efectivamente y discuta de manera amplia su marco de salud. Eso plantea el ente rector y genera fricciones tal como ocurre en los países que emprendieron procesos similares. Un diálogo abierto e inclusivo, confrontando ideas y no personas, permitirá encontrar consensos para lograr el cuidado de la salud para y por todos los bolivianos.