Icono del sitio La Razón

Masacre de San Juan

La madrugada del 24 de junio de 1967, un contingente militar tomó por asalto los campamentos mineros de Siglo XX y Catavi. La misión no era solamentecupar las sedes de los sindicatos, sino también y sobre todo escarmentar a los trabajadores mineros que habían decidido apoyar a la guerrilla del Che, quien para esas fechas ya estaba operando en el sudeste de Bolivia.

En efecto, hace 50 años, los mineros y sus sindicatos estaban en la mira del gobierno de René Barrientos y de sus asesores estadounidenses de la contrainsurgencia. La llegada del Che Guevara alertó a Washington, que puso los recursos necesarios para el adiestramiento y equipamiento de tropas especiales bolivianas. De hecho, llama la atención la creación del Regimiento Rangers (guardabosques en castellano) que se dio justo en esos años, según se lee en la prensa de la época.  

En su última columna publicada el pasado domingo en La Razón, el periodista Carlos Soria Galvarro, estudioso de estos acontecimientos y de la guerrilla de Ñancahuazú, plantea la necesidad de analizar la Masacre de San Juan vinculada a la llegada del Che al país, en un momento marcado por la Guerra Fría y las operaciones injerencistas de Estados Unidos para frenar la utopía socialista que, de hecho, anidó mejor entre los mineros.

Soria Galvarro hace mención a cables desclasificados del Departamento de Estado de EEUU que reportan la intención de los mineros bolivianos de apoyar al Che. Otro mensaje diplomático, mostrado por el periodista, pide un informe sobre los nexos de la guerrilla con los obreros, pero tres días después de la matanza ordenada por Barrientos, según reconoció el mismo mandatario a los medios de prensa.

Un grupo de mineros se enroló en la guerrilla guevarista, pero los trabajadores de Siglo XX y Catavi no tenían ninguna otra conexión objetiva con los insurgentes extranjeros. La decisión sindical de apoyar materialmente a los insurgentes estaba más vinculada a la utopía.

Siglo XX y Catavi están en el norte de Potosí, son dos centros mineros separados por cuatro kilómetros. Es más fácil llegar allí desde Oruro que desde la capital del departamento. Los militares, con apoyo de los ejecutivos de la Corporación Minera de Bolivia, llegaron en tren cuando el festejo de San Juan ya había comenzado; tomaron sedes sindicales y mataron a quien se puso en su camino, según los testigos y reportes oficiales que dan cuenta de “la operación preventiva”.

“San Juan no fue un choque entre dos fuerzas dispuestas a combatir. Los mineros ni siquiera estaban en huelga, festejaban con ponches y fogatas”, recuerda Soria Galvarro para graficar la masacre. No se sabe la cantidad exacta de fallecidos, que de hecho pasó la veintena, pero este es un hecho imprescindible para comprender la historia y el presente del país.