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Desatendida política migratoria

El tema central de la Conferencia Mundial de los Pueblos celebrada días atrás en Tiquipaya, con mucho acierto, fue la migración. Más allá de las intencionalidades políticas, es bueno tener en cuenta el perfil estilizado de la migración boliviana, cuyas características son las siguientes.

Respecto a la migración interna, entendida como el cambio de residencia dentro del país, en 2012 se estimó que 1,3 millones de bolivianos (13,7%) formaron parte de esta categoría, cifra algo menor respecto al 2001 (1,2 millones). La región más expulsora es el altiplano (40,4%), seguida de los valles (33,6%) y de los llanos (26%). El flujo migratorio dentro del país tiene como destino principal ya no el oriente boliviano, sino las ciudades capitales de las tres regiones metropolitanas con sus respectivos conurbados: Santa Cruz, La Paz y Cochabamba.

Respecto a la llegada y salida de personas dentro y fuera del país, sobresalen los siguientes datos. La emigración de bolivianos estimada en 2012 fue de 489.000, es decir, el 4,9% de la población, especialmente jóvenes de 15 a 29 años (64,5%) que migraron hacia España, Italia, Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, principalmente. Por otra parte, se estima que 119.000 (1,2%) inmigrantes llegaron a Bolivia ese mismo año provenientes principalmente de Argentina, Brasil, España, Perú y México. Cabe hacer algunas precisiones importantes al respecto.

En primer lugar, en términos demográficos, los movimientos internos son mucho más importantes que los flujos hacia el exterior. No obstante, el actual Gobierno no ha integrado este fenómeno en las políticas de desarrollo. Por ejemplo, la problemática que deviene por la estampida de los habitantes de las áreas rurales del altiplano, con claras implicaciones en la caída de la producción alimentaria en el país, no ha sido priorizada. Asimismo, la política urbana carece de atención, tanto más necesaria por cuanto algunas urbes están creciendo sustancialmente, con implicaciones en la presión del empleo y los servicios. En cinco ciudades del país se concentra el 58% de la población. A su vez, las regiones metropolitanas acaparan el 68,7% de la población urbana nacional. Las llamadas ciudades intermedias (27) concentran el 28% de la población urbana; mientras que en las ciudades chicas, que son muy numerosas (204), habita solamente el 13%.

Este patrón altamente concentrador de la población boliviana tiene aspectos positivos y negativos, que no están siendo aprovechados ni contrarrestados. Además, las ciudades aún no son consideradas explícitamente como el motor del desarrollo en la agenda gubernamental.

En segundo lugar, la salida de bolivianos al exterior es mucho más crítica e importante que la llegada de residentes nacidos fuera. A pesar de ello, la Ley 370 de marzo de 2013 parece más bien una norma consular,  más preocupada por temas de seguridad de la población “extranjera” inmigrante que por la situación en la que se encuentran los bolivianos en el exterior, caracterizada por una alta vulnerabilidad, explotación laboral y elevados niveles de xenofobia.

Foros como la Conferencia Mundial de los Pueblos constituyen muy buenas oportunidades para considerar seriamente los temas migratorios y la creciente urbanización nacional, con el fin último de delinear una política pública que diseñe técnicamente el ansiado crecimiento económico y desarrollo humano del país.