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Colombia busca paz

El martes, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dieron su “adiós definitivo” a las armas al concluir la entrega de su arsenal a un grupo especialmente formado por la Organización de Naciones Unidas para el efecto, en el marco del acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la guerrilla más antigua del continente, firmado el año pasado.

Para efectos de propaganda, el acto realizado en Mesetas, región colombiana donde el grupo armado, fundado en 1964, estableció su principal centro de operaciones, se presenta como el fin de la guerrilla colombiana, que en sus más de 50 años de duración ha causado cientos de miles de muertos y desaparecidos y, sobre todo, ha dejado un saldo de millones de personas desplazadas por la fuerza y que hoy probablemente siguen sin tener un lugar al que puedan llamar hogar. Sin embargo, el camino hacia la paz se muestra todavía lejano.

Llegar al acto del martes ha significado para el gobierno de Juan Manuel Santos un largo proceso de negociación, iniciado cuando el actual mandatario colombiano era Ministro de Defensa en el gobierno de Álvaro Uribe, quien hoy es el principal opositor al acuerdo de paz firmado a fines de 2016. Así, el que las FARC dejen de ser una fuerza armada se presenta apenas como el primer paso de un proceso en el que debe resolverse, en primer lugar, la profunda desconfianza que todas las partes involucradas (incluyendo a la sociedad civil en su conjunto) se tienen mutuamente.

Diversos análisis publicados estos días en medios de comunicación dentro y fuera de Colombia coinciden en el hecho de que las heridas causadas por los movimientos guerrilleros en el tejido social y político del país cafetalero necesitan mucho tiempo y empeño para restañar. A eso debe agregársele que las fuerzas políticas opositoras al Gobierno no han escatimado esfuerzos para restar legitimidad al acuerdo y los compromisos que incluyen, entre otros, una amnistía para los insurgentes que están en prisión y la inmediata habilitación del frente para que participe en las próximas elecciones.
En palabras del Director del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia, la paz con las FARC “es hoy una posibilidad certera y es un enorme logro del que tenemos que ser conscientes, como también debemos serlo de que la inequidad, el recurso a la violencia, el precario aparato de justicia, los bajos niveles de participación, la pobreza, la corrupción, la incredulidad en la clase política, son asuntos pendientes”.

Queda para Colombia el reto de seguir el mismo camino con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y encontrar la forma de desmovilizar a las fuerzas paramilitares que aún combaten a los guerrilleros insurgentes. Junto a esas tareas, toca reconstruir el pacto social y, ojalá, devolver a los desplazados la esperanza que el conflicto armado les ha quitado.