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Lecciones de los atentados terroristas del EI

El pasado de 7 de junio fuimos testigos de dos atentados terroristas perpetrados por el Estado Islámico (Daesh, en árabe) en Teherán. Casi dos semanas antes, el 21 de mayo, el Presidente de Estados Unidos se reunió en Riad con autoridades de algunos países árabes, invitados por Arabia Saudí. Según se anunció, el objetivo principal de ese encuentro era movilizar y articular esfuerzos para enfrentar al terrorismo. Sin embargo, la verdadera intención de Arabia Saudí era aprovechar aquella reunión para organizar y coordinar una campaña contra la República Islámica de Irán.

Desde el inicio de la revolución islámica, Arabia Saudí ha adoptado un enfoque destructivo para expandir la iranofobia con infundadas y falsas acusaciones, y así poder destruir los constructivos esfuerzos de Irán destinados a reducir las tensiones en Medio Oriente. El aumento de las tensiones por la millonaria compra de armamento bélico estadounidense por parte de la monarquía saudí también forma parte de este enfoque destructivo.

Tras la reunión en Riad y el lobby por presentar a Irán como una amenaza para la paz y la seguridad del mundo, en lugar de a los terroristas, los yihadistas de Daesh mostraron una mayor determinación en su afán por perpetrar ataques en diferentes partes del mundo. Los atentados ocurridos posteriormente en Inglaterra, Egipto y Teherán constituyen una muestra clara de la errónea e irresponsable política saudí.

No es la primera vez que somos testigos de una política de esta naturaleza en contra de Irán. Por ejemplo, la invasión impulsada por el exdictador iraquí Saddam Husein contra Irán en los 80 contó con el respaldo financiero, militar y de inteligencia de Arabia Saudí. Otra muestra de esta política constituye su apoyo a los grupos terroristas para infiltrase en Irán, especialmente por las fronteras del sureste de nuestro territorio.

Ahora bien, la comunidad internacional puede aprender algunas lecciones a partir de los atentados registrados recientemente en Teherán y en otras ciudades del mundo.

Primera lección: este nefasto fenómeno tiene su origen en el pensamiento que deviene de las enseñanzas takfiríes proporcionadas por Arabia Saudita. El pensamiento radical que sustenta el terrorismo de hoy en día no tolera ninguna palabra u opinión en su contra, rechaza todo lo que le es contrario. Además, se atribuye la autoridad de poder cometer actos de terrorismo contra aquellos que se le oponen.

Todas las personas conscientes, informadas, buscadoras de la verdad y la justicia en diferentes países están al tanto de que el terrorismo actual está siendo alimentado por Arabia Saudí.

Segunda lección: no se puede luchar contra el terrorismo sin combatir el pensamiento takfirí. Esta doctrina es el punto común entre los grupos extremistas como Daesh y de Al-Qaeda, cuyos miembros provienen de diferentes países, árabes, europeos, asiáticos, de EEUU, etc. Este pensamiento hoy es promovido por Arabia Saudí, cuna de su aparición. Es un hecho histórico que el wahabismo saudí ha crecido gracias al respaldo de Arabia Saudí, país que se ha convertido en el patrocinador de grupos que han asumido esta escuela de pensamiento, lo que constituye un factor clave para la inestabilidad e inseguridad en el planeta.

Por lo tanto, con el fortalecimiento y el apoyo político a la monarquía saudí se debe esperar asimismo un mayor crecimiento del pensamiento takfirí, así como también de los ataques terroristas. No hay que olvidar que 15 de los 19 terroristas que perpetraron los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos eran súbditos de Arabia Saudí, donde fueron entrenados. Los otros cuatro eran ciudadanos de países árabes amigos de Arabia Saudí. Mientras no se adopten acciones concretas para detener este pensamiento, habrá que preocuparse por incidentes similares en el futuro.

Tercera lección: como parte de la tergiversación de la verdad respecto a este fenómeno, entre 2012 y 2015 Estados Unidos y algunos de sus países aliados hicieron hincapié en que la cuestión más importante de Medio Oriente era el alejamiento del poder en Siria de Bashar al Assad. Incluso impulsaron la división entre terroristas “buenos” y “malos”, siendo que en realidad no existen los terroristas buenos. Si durante esos años en lugar de fortalecer a los terroristas hubieran combatido junto a Irán, seguramente la magnitud de este fenómeno hoy sería mucho menor.

Lamentablemente hoy en día tampoco se realizan los esfuerzos necesarios para luchar contra los terroristas. Lo exhibido hace poco en Riad fue un claro ejemplo de este espectáculo de desviar la opinión pública mundial respecto a la lucha contra el terrorismo y sus patrocinadores; esfuerzos que no van a arribar a soluciones concretas mientras los países poderosos, especialmente Estados Unidos, traten de ocultar la verdad del terrorismo, a las naciones que lo patrocinan y los pensamientos que lo apoyan. Y esta situación es aprovechada por los gobernantes wahabíes para fortalecer a los terroristas, directa e indirectamente, por intermedio de su riqueza petrolera con el objetivo de consolidar su dominio, y que las potencias mundiales les acompañen con su silencio. El atentado del 7 de junio en Teherán pone en evidencia que el grupo terrorista Daesh es la principal amenaza contra la paz y la seguridad en el mundo.

Cuarta lección: si no se controla al terrorismo, sus efectos se van a extender a todas las regiones del mundo. Los atentados registrados en días pasados en Filipinas, Irak, Siria, Líbano, Manchester, Londres, París y Teherán ponen en relieve que los riesgos del terrorismo takfirí no se limitan a uno o a unos cuantos países.

Quinta lección: la única manera de combatir el terrorismo hoy en día es a través de la suma de esfuerzos colectivos. El alcance de sus acciones muestra que solamente es posible detener el terrorismo takfirí combinando esfuerzos unilaterales y bilaterales, y que la lucha contra este devastador fenómeno requiere la cooperación colectiva y multilateral.

Hoy en día el terrorismo tiene muchas metas, y hacer frente a este desafío requiere la colaboración de todas las partes involucradas. Pero el reciente apoyo político de Estados Unidos a Arabia Saudí, a pesar de la certeza del respaldo de ese país a los terroristas, no solamente constituye un obstáculo en el combate antiterrorista, sino que además aumenta la determinación de los terroristas. La comunidad internacional escuchó en boca del Ministro de Defensa saudí que el reciente atentado terrorista llevaría la batalla al suelo iraní.

La República Islámica de Irán no solo es el principal promotor de la lucha contra el terrorismo en Irak y Siria, sino también es la mayor fuerza de lucha contra Daesh en la esfera regional, desde Siria hasta Irak, Yemen y otras partes. Por ello, el atentado registrado en Teherán puede entenderse como una venganza de la lucha iraní contra Daesh en la región.

Si Irán no se hubiese erigido como el abanderado de la lucha antiterrorista en Medio Oriente, hoy en día el mundo sería testigo de una presencia más fuerte de terroristas a lo largo y ancho del planeta. Por ello, la República Islámica de Irán continúa realizando actividades antiterroristas, pero además cree que los esfuerzos colectivos son la mejor manera enfrentar a este siniestro fenómeno. Cada día resulta más necesaria la lucha antiterrorista, y cada día que el inicio de esta cooperación colectiva se demora refuerza a los terroristas y a sus actividades.

Para finalizar, considero necesario subrayar la permanente disposición de la República Islámica de Irán de cooperar en cualquier política, regional e internacional, que esté encaminada a erradicar el nefasto fenómeno del terrorismo. Creemos que ningún país está a salvo de las amenazas terroristas y que por tanto la seguridad de los países debe entrelazarse.