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Valores

La situación de los carabineros chilenos detenidos en las mismas condiciones que nuestros nueve compatriotas suscitan reacciones de carácter emocional, jurídico y diplomático. Es verdad que pensamos en la Ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente. Pero si bien es necesario conocer el sentimiento patriótico popular, esa lógica no corresponde a los valores de nuestro Estado. Aquí la venganza, el rencor no tienen vigencia.

Recordemos que por un mismo incidente los nueve compatriotas fueron detenidos en la frontera chilena con violencia, torturados, tratados degradantemente. Se les hizo un registro de ADN como a peligrosos criminales, y tras ser juzgados en un sainete, los declararon ladrones con violencia, invasores armados y contrabandistas. Sentencia acompañada de tres años y un día de prisión, multa y la privación de ingreso a Chile. En cambio Bolivia ha devuelto a los dos carabineros por la vía diplomática, reconocidos como funcionarios sin ninguna carga jurídica. Y eso, sabemos, será utilizado por los chilenos para disfrazar su vergonzosa actitud.

En el campo diplomático, la reciprocidad es un principio básico. Pero Chile no quiso aplicarlo, a pesar de las numerosas oportunidades en las que se benefició de este principio. Los incidentes fronterizos no se rigen por tratados internacionales, se resuelven más bien a través de prácticas diplomáticas ejercidas entre países respetuosos; aunque no se trata de obligaciones. Recientemente las autoridades chilenas desecharon estas prácticas. Y con esta jurisprudencia, se podía aplicar la misma norma, juzgando a los dos carabineros en un tribunal ordinario.

El Ejecutivo, respetando la separación de poderes, podía pedir a la Justicia pronunciarse sobre las infracciones de los uniformados chilenos. Es de imaginar que sus infracciones eran suficientes para condenarlos, con una sentencia justa, sin torturas ni vejaciones, sin intromisión del Órgano Ejecutivo; una condena seguida de indulto y expulsión. Pero no, los principios de Bolivia se respetan. No son cálculos ni soberbia; no son triquiñuelas ni defensa de intereses económicos de las clases dominantes o de los partidos políticos en campaña electoral. Y, lógicamente, los principios éticos y morales ponen de relieve esta conducta boliviana digna.

Esto en contraste con la conducta errática de Chile. Angustiados porque no salen de su asombro, las autoridades del país vecino no quieren aceptar que la relación de dominante a dominado, establecida desde la invasión chilena, hoy ya no existe. El pueblo, el Gobierno y los bolivianos son soberanos y dignos. Actúan con la fuerza de la razón. Y esto irrita la soberbia del Gobierno chileno, que continuará actuando con la fuerza y sin la razón.