Si bien Bolivia y Chile, tras un silencio ruidoso, lograron un acercamiento para reanudar el diálogo a instancias del Comité de Frontera (la reunión está prevista para el 25 de julio en Santa Cruz), la tensión verbal continúa y aún no hay señales que permitan proyectar una agenda en el largo plazo tal como ocurre con otros países.

Por ejemplo, la captura del líder de la banda que el 30 de marzo asaltó una millonaria remesa de Brinks en el municipio cruceño de Roboré fue resultado de la cooperación entre las policías de Bolivia, Brasil y Paraguay, que actuaron sin la necesidad de un protocolo de incidentes como el que ahora se quiere negociar con Chile. Otra muestra de cooperación se remonta a 2015, cuando la Policía boliviana capturó en Beni a Martín Belaunde, exasesor del entonces presidente de Perú Ollanta Humala. El empresario fue entregado por el mismo presidente Morales a una comisión de autoridades peruanas, sobre la base de un tratado binacional de extradición. La presencia del Mandatario fue una señal de voluntad política y cooperación.

Así, existen varias señales políticas y diplomáticas que, lamentablemente, no se aplicaron en el caso de Bolivia y Chile. El caso de los nueve agentes del país ya es emblemático. El incidente fronterizo pudo haberse resuelto a través de mecanismos diplomáticos, tomando en cuenta los acuerdos de cooperación vigentes en el ámbito del Mercosur para enfrentar los delitos transnacionales.

Otra muestra de la tensa relación se registró cuando el Gobierno convocó, el 20 de marzo, al cónsul de Chile en La Paz, Manuel Hinojosa, para reclamarle por la detención de los funcionarios. El delegado salió por la puerta ordinaria de la Cancillería y no por la que usan los diplomáticos, una muestra del estado de deterioro de la relación. Las posteriores visitas de Hinojosa a la Cancillería fueron mucho más discretas.

Ahora, la decisión del Presidente de “devolver” a los dos carabineros chilenos que ingresaron irregularmente al país el 7 de julio tuvo un golpe de efecto potente en ambos lados de la frontera, y este hecho mostró que hay incidentes sobre los cuales hay que trabajar. Incluso Chile estaría más seguro a la hora de reclamar por vehículos robados en su territorio y trasladados luego al país; y a su vez las instituciones como la Policía de Bolivia no tendrían tanta libertad a la hora de incautar estos carros. Seguramente este tema estará presente en el encuentro del 25 de julio.

Otra señal clave para avanzar, sería abandonar la trinchera mediática. La diplomacia debe ponerse al servicio de los intereses nacionales que van más allá de las ideologías y de las aspiraciones personales. Y esto también implica informar con transparencia.