El miércoles, varias farmacias de Uruguay comenzaron a vender marihuana con fines recreativos sin restricciones, bajo un sistema nunca antes aplicado en el mundo, pues a diferencia de lo que ocurre por ejemplo en California, donde agentes privados intervienen en este mercado, en el caso charrúa el Estado posee el monopolio de la producción y la comercialización de cannabis.
No sobra recordar que esta determinación fue adoptada como una respuesta ante los magros resultados de prohibir el tráfico de drogas en general y de marihuana en particular; dando lugar al surgimiento de organizaciones que producen y comercializan este producto de manera ilícita; y cuya represión, además de alimentar la corrupción de manera escandalosa, genera una violencia creciente, que tiene en su haber innumerables asesinatos y delitos. Por todo ello, en los próximos meses los ojos del mundo, y en particular de la región, estarán puestos en Uruguay, para ver si conviene replicar esta iniciativa que promete erradicar las redes criminales dedicadas a la venta de marihuana; pero que sin embargo no está libre de dificultades, ya que cabe la posibilidad de que el control de este negocio se les vaya de las manos a las autoridades, y que el número de consumidores aumente sustancialmente, tal como ha ocurrido en Holanda.