Extractivismo intelectual
Nos estamos ahogando en relaciones de envidia, serruchándonos el piso a mansalva.
El creativo es un proceso que desafía lo conocido e instituido. Las nuevas creaciones son asumidas de formas variadas, pues además de poder ser rechazadas, pueden también ser esperadas. Todo depende de la coyuntura en la que estos procesos creativos ocurren y de la utilidad que representan estas creaciones para su sociedad. Las coyunturas en las que estos procesos creativos se dan a veces pueden marcar el rechazo, la indiferencia o, por el contrario, ser más bien propicias y deseadas.
La Asamblea Constituyente fue un proceso constituidor, estaba lleno de provocaciones para salir de la tradición, la institución y el sistema de relaciones que construían nuestras vidas dentro del neoliberalismo. Ese proceso creativo de invención y refundación del país que queríamos nos definió profundamente. Por ejemplo, desarrollar el concepto de descolonización desde la memoria ancestral de nuestros pueblos originarios fue creativamente sanador para nuestros cuerpos y las relaciones entre las y los habitantes de estos territorios.
Otro interesante y creativo aporte fue la conceptualización del “proceso de cambio”, que incluso hasta a los Papas les gusta, por la creatividad, sencillez y movimiento que significa hablar de proceso de cambio en vez de solo “revolución boliviana”.
Quiero referirme acerca de la mediocridad, la envidia y la actitud permanentemente copiona de la derecha y de los sectores privilegiados de Bolivia. Recuerdo que las canciones que hacían sonar los medialuneros de Santa Cruz eran canciones antifascistas, como “Para el pueblo lo que es del pueblo…” de Piero. Sinvergüenzas, mediocres y copiones son los y las fascistas, pues para hablar de una supuesta autonomía que significaba cuidar sus intereses, incapaces de crear, usaban canciones de hermanos que hicieron esta música justamente para acompañar las luchas contra los privilegios de los burgueses. Hoy también hablan de proceso de cambio.
La costumbre de copiar y plagiar, aprovecharse y no respetar la capacidad y las creaciones de otras y otros, es una práctica de extractivismo intelectual. Colgarse del trabajo de otros y otras para ser reconocidos y reconocidas, usar las propuestas sin nombrar a quienes la produjeron denota una total falta de creatividad, de capacidad e inteligencia. Esas prácticas derechistas de extractivismo, de explotación y usufructo intelectual y creativo, típico de los abusivos, hoy también están dentro de nuestros movimientos sociales, negando una práctica de respeto a la memoria, a los thaki o caminos hechos en la comunidad.
Y entonces, nos estamos ahogando en relaciones de envidia, en actitudes de competitividad, de serruchar el piso a mansalva. Hermanas y hermanos, es fundamental ubicar estas prácticas abusivas y de dominación, pues así, nosotras y nosotros mismos estamos destruyendo un proceso propicio para hacer posible lo que parecía imposible.