Déficit de trigo
La seguridad alimentaria está ligada a productos básicos como los elaborados con trigo.
Cualquier persona que coma pan a diario sabe de la importancia vital que tiene el insumo básico de este alimento: el trigo. Bolivia, que de suyo tiene gran tradición en la producción de granos y semillas, tiene un importante déficit en la cantidad de trigo que llega al mercado, sea como semilla o como harina, lo que obliga a importarlo para satisfacer la demanda.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los volúmenes de importación de harina de trigo entre 2013 y 2016 se incrementaron en 206%, pasando de 85,5 toneladas (t) a 261,6 t en 2016; el valor de dichas importaciones en el mismo periodo también registró un incremento significativo, de $us 42,4 millones a $us 88,7 millones.
Según el Gerente General del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), son cuatro las causas que explican la baja productividad y el consiguiente incremento en las importaciones: la sequía y el exceso de lluvias registradas en 2016 afectaron la productividad; la plaga de piricularia (que ataca a la planta en sus hojas y tallos); y el bajo precio del cereal, que si en 2012 se cotizaba a más de $us 400 por tonelada, bajó en torno a los $us 300 en 2016. El cuarto factor, considerado de vital importancia para los productores, es el contrabando que ingresa principalmente desde Argentina, por Villazón, Yacuiba y Bermejo.
Por otra parte, los datos del IBCE muestran que la principal fuente de importaciones es Argentina (99,27% del total). Según el Gerente de esta institución, desde 2000 Bolivia importó 3 millones de toneladas de semillas y harina, lo que representa un gasto de $us 1.600 millones. Hasta donde se sabe, Bolivia necesita al menos 700.000 t de trigo al año; pero la producción cayó a tan solo 73.200 toneladas en 2016. Asimismo, la superficie cultivada con este cereal se redujo de 150.000 hectáreas (ha) a 100.000 entre 2015 y 2016. Al respecto, la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) prevé que este año la producción se triplique hasta unas 200.000 t, para lo cual se han sembrado 109.000 ha, particularmente en Santa Cruz, principal productor del cereal en el país.
Sin embargo, incluso si la producción de este año llega a lo esperado, el país seguiría teniendo un déficit de 500.000 toneladas, que tendrá que ser cubierto con nuevas importaciones, lo cual habilita un atractivo mercado para los contrabandistas.
Se trata, pues, de un asunto de importancia estratégica, ya que la seguridad alimentaria está ligada a este tipo de productos básicos en la canasta familiar. Toca al Estado, como ya sucedió años atrás, idear nuevas formas para promover y favorecer el cultivo de trigo en el país con miras a satisfacer plenamente la demanda, antes de que los panificadores y sectores afines vuelvan a provocar protestas o, peor, intenten elevar nuevamente el precio del pan de batalla.