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Salvemos el planeta

El destacado físico británico Stephen W. Hawking ha señalado que, por el camino que vamos, dentro de 100 años la vida para los hombres en nuestro planeta será casi insostenible. La sobrepoblación y su elevada correlación con el deterioro del medio ambiente y el cambio climático son, a su criterio, problemas casi irresolubles, por lo que tendríamos que pensar en iniciar, en los siguientes 30 años, la colonización de otro planeta para salvar a la humanidad.

El año pasado, en una conferencia titulada “Haciendo a los humanos una especie interplanetaria”, el científico y empresario Elon Musk aseveró que el  2022 los seres humanos estaremos en condiciones de llegar a Marte y, a partir de ello, será posible desarrollar un programa para que en los siguientes 40 a 100 años podamos establecer una comunidad autosostenible en el planeta rojo.

Lo expresado por Hawking no se trata de una profecía, sino de la constatación científica de que si seguimos transitando en esta especie de entropía, en 100 años habremos hecho de la Tierra un lugar mucho menos amigable para la vida de los seres humanos. Si bien la idea de salvar a la humanidad colonizando Marte suena fascinante, parece muy difícil de alcanzar, si consideramos un tiempo tan corto, especialmente por los costos que ello implicaría, más allá de las limitaciones tecnológicas asociadas a esta aventura.

Cualquier parte del planeta Marte es mucho más inhóspita para la vida humana que el peor de los lugares de la Tierra. En Marte no hay un aire respirable, y nuestra necesidad de oxígeno y nuestra fragilidad frente a la radiación implicaría la necesidad de construir domos si no queremos vivir permanentemente con trajes espaciales. La no existencia de agua sería un problema muy complicado de resolver. Y si bien los gorditos se sentirían mejor porque la balanza les mostraría menos peso, nuestros músculos y huesos se irían debilitando hasta convertirnos físicamente en otros seres, incluso muy diferentes a los aliens que se ven en las películas. En fin, seguramente que la vida podría adaptarse en millones de años a estas condiciones, como lo hizo anteriormente, pero la complejidad de vida humana no le permitiría hacerlo en un plazo en el cual pueda conservar sus características de desarrollo alcanzadas.

Por lo anotado, pensar que podemos construir un ambiente mínimamente amigable para la vida humana en otro planeta es casi una ilusión quimérica, por lo que es nuestra responsabilidad salvar el pequeño planeta que hoy nos cobija para que sea habitable para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.