Una de las mejores maneras de ampliar la base tributaria de un país es facilitándoles la vida a los contribuyentes, de todas las formas posibles. Por ejemplo, reduciendo la cantidad de impuestos que una misma persona o entidad debe pagar, o eliminando a los intermediarios, como los contadores, cuyas prioridades no siempre son las mismas que las de sus clientes o simplemente carecen de la competencia para hacer un buen trabajo. Sin embargo, tal parece que esta consigna no suele ser el norte de las autoridades tributarias del país. A continuación va un botón de muestra.
El domingo, en diferentes medios escritos el Servicio Nacional de Impuestos (SIN) publicó la lista de los ganadores del concurso “La Factura de la Felicidad”, campaña que busca incentivar la exigencia de facturas entre la población. Sin embargo, la mencionada lista no está agrupada por orden alfabético de los apellidos, sino por el tipo de premio a ser entregado, lo que dificulta grandemente a los contribuyentes que desean comprobar si han resultado ganadores o no, por cuanto deben consultar sus datos entre los 200 elegidos. “Detalles” como este ponen en evidencia que quienes formulan las campañas y las políticas impositivas en el país no siempre se “ponen” en los zapatos de los contribuyentes, con el fin último de facilitarles la vida, como correspondería en una institución de esta naturaleza.