Icono del sitio La Razón

De compensaciones e impunidad

Los últimos días hemos recibido una cantidad importante de noticias, por medios escritos, televisivos, redes sociales, respecto a la injusticia sufrida por Reynaldo Ramírez, quien fue sentenciado a 30 años de cárcel por un feminicidio que no cometió, y después de dos años de estar recluido en el Penal de Palmasola fue liberado gracias a que un policía logró demostrar su inocencia, tras arrestar al verdadero asesino. Las muestras de indignación, rabia y desconsuelo sobre la Justicia no se dejaron esperar y salieron de todas partes. Finalmente Ramírez fue “recompensado” con un trabajo en el Ministerio de Justicia, que le ofreció el titular de esa cartera, Héctor Arce. Sin duda corresponde que el Estado trate de resarcir los daños que pudo producir alguno de sus órganos en la ciudadanía, aunque lo más importante sería garantizar que estas injusticias no ocurran.

Por otro lado, días atrás se difundió una noticia sobre María Isabel Pilco, quién falleció en noviembre de 2014 presuntamente por los brutales golpes que le habría propinado su pareja. Respecto a este caso, la Fiscalía señaló: “Como Ministerio Público hemos presentado la imputación contra el ciudadano David R. V., por el delito de feminicidio, después de encontrar serias evidencias de la autoría del fallecimiento de su pareja, María Isabel Pilco” (La Razón 4/11/2014). Luego de un juicio tortuoso, al parecer parcializado con el imputado (según lo denunciado por el Observatorio de Exigibilidad de Derechos de las Mujeres, el Movimiento Ni Una Menos y la UMSA), nos enteramos que el Tribunal Primero de Sentencia Anticorrupción y de Violencia contra la Mujer de La Paz, a la cabeza del juez José Luis Quiroga, dictó una sentencia absolutoria y decretó la libertad del acusado. Su supuesta “inocencia” se sostiene en una artimaña dantesca.

La pregunta es ¿cuál es el resarcimiento para los hijos que quedan huérfanos y para los padres cuyas hijas asesinadas nunca encuentran justicia? ¿Cuántos casos han quedado olvidados en la gaveta de un tribunal porque las familias se vieron obligadas a trabajar para poder mantener a nietos producto del feminicidio? ¿Cuántas Marías Isabel Pilco deben existir para que las autoridades de gobierno se movilicen? Es probable que las familias ni siquiera pidan compensaciones, quizás solo busquen la ansiada justicia, el saber que se reconoció y valoró la vida de sus hijas, madres, hermanas, y que el culpable cumple una sentencia.  

Sin embargo, la aplicación cotidiana de justicia revela, día a día, la brutalidad y los beneficios de los que goza el macho en la sociedad; que la vida de las mujeres no tiene valor; que jueces como José Luis Quiroga, quienes aplican las leyes pisoteando derechos, son innumerables. ¿Hasta cuándo las mujeres deberemos salir en defensa de las víctimas, incluso exponiendo nuestra propia vida, cuando jueces abusivos como Quiroga solicitan a la Policía que intervenga, reprima y saque a las “revoltosas” que solo buscan que se haga justicia? Estas acciones buscan esconder entre cuatro paredes los fallos que liberan a los presuntos feminicidas, pues no es posible desconocer que se trata de un caso de relevancia social al examinar el lamentable cuadro clínico de María Isabel Pilco, “cuyo cuerpo presenta lesiones gravísimas que le provocaron una hemorragia interna y externamente, hematomas y heridas por los golpes que le propinó Viscarra sobre todo la última semana, hasta llegar al trágico desenlace”, en palabras de la fiscal encargada del caso, Karina Cuba, (La Razón, 4/11/2014).  

Ahora nos gustaría escuchar las voces airadas, rabiosas, de ministros que salen en defensa de las cientos de mujeres que han muerto víctimas de la violencia de género, entre ellas María Pilco, quien deja un gran dolor e impotencia entre sus familiares y entre quienes se identifican con ella. ¿Cómo creer en un Estado que no nos cuida, en un sistema judicial que no nos brinda justicia? Las golpizas y el presunto autor de este feminicidio no pueden ser negados, ¿quién se brinda a compensar a María Pilco, revisando la sentencia? ¿O tendremos que ser las mujeres las que tengamos que asumir esta tarea?