Lo que se ve se anota

Hace un par de meses, Francesco Zaratti escribió un artículo refiriéndose a las mentes femeninas brillantes. Como no podía ser de otra manera, comenzó nombrando a Madame Curie, quien junto a Linus Pauling son las únicas dos personas que han ganado dos premios Nobel, con la diferencia de que la química franco-polaca lo hizo en Física y en Química, mientras que el bioquímico estadounidense fue galardonado con el Nobel de Química y el de la Paz. Sin embargo, Zaratti destaca que Madame Curie no es la única mujer que descuella por su inteligencia ni mucho menos, en tanto que han existido y existen muchas mentes femeninas brillantes, desde la matemática y filósofa Hipatia en la Alejandría del siglo V, hasta Fabiola Gianotti, actual directora del Centro Europeo de Investigaciones Nucleares.
Comparto lo expresado por Francesco y voy más allá. En mi vida he conocido mujeres brillantes, y la larga lista podría comenzarla con mi hija, pero ello sonaría vanidoso, así que comenzaré relatando que cuando hacía mis estudios de doctorado tenía una compañera hondureña que era la mejor estudiante y había que esforzarse para competir con ella. Pero este caso no es la excepción, por el contrario, ocurrió lo mismo con una compañera chinita en Londres y de la misma forma cuando estudiaba Economía en la Universidad Católica Boliviana, donde las chicas siempre nos llevaban la delantera; o, para ser más equitativo y que mis compañeros y yo mismo no quedemos mal parados, diré que, en promedio, las chicas lograban mejores notas.
Durante el tiempo que me tocó ocupar el cargo de Director de la Carrera de Economía, una de mis funciones era postular a los mejores estudiantes para obtener su título por excelencia. De cada 10 estudiantes postulados, aproximadamente siete eran chicas. Aquí no hay equidad de género ni pamplinas, aquí lo que se ve se anota, los estudiantes con las mejores notas se llevan el premio, sin importar que sean varones o mujeres.
En los trabajos donde alcancé mayores logros (eso es lo que creo), fueron aquellos donde aproximadamente dos terceras partes de mis colaboradores fueron mujeres. De aquí podría colegirse que las mujeres son más eficientes que los varones. Pero ello probablemente sea demasiado apresurado; lo que sí puedo decir, sin temor a equivocarme, es que quienes estaban y están en esos puestos no están por ser mujeres, lo que en términos de productividad no es relevante, tampoco están por políticas de equidad de género ni memeces, están simplemente porque son personas estudiosas, trabajadoras y son buenas en lo que hacen; al final de cuentas, lo que se ve se anota.