¿El fuego y el agua unen a Cochabamba?
¿Qué hay que hacer para poder cambiar la realidad superficial, violenta e individualista del mundo?
Ahora que Cochabamba entrará en un período de estiaje por la época de calor, constituye todo un reto para las instancias públicas hacer que la población sea más cuidadosa a la hora de utilizar el agua de manera racional y que a la vez adquiera una mayor consciencia respecto a la importancia de preservar los reservorios de este vital elemento.
La laguna Alalay, un humedal que requiere la atención y preocupación de diferentes actores, es un buen ejemplo. ¿Por qué? Por la simple razón de que no existe la voluntad de parte de algunas instituciones estatales por darle otra cara a esta parte de la ciudad. Recientemente la Alcaldía anunció que destinará Bs 2,6 millones para un plan de contingencia con medidas preventivas cuando el calor se intensifique. ¿Y qué pasa con las otras autoridades corresponsables involucradas en este asunto? ¿Dónde están? Falta su apoyo para sumar y no restar en la lucha por preservar y cuidar el medioambiente.
No esperemos los peores escenarios como el vivido en marzo de 2016, cuando aparecieron muertos miles de peces por el alto grado de contaminación de las aguas de esa laguna, para recién tomar medidas al respecto. Lamentablemente en el país solemos reaccionar cuando se presenta una emergencia, en lugar de prepararse para hacer frente a desastres como los voraces incendios que se desataron en días pasados en Cochabamba y en Tarija.
Al parecer esto deviene así más que por una simple decisión, por las estructuras mentales que imperan entre las autoridades y la población en general. Se entiende por “creencia” a una idea una o convicción acerca de algo o sobre sí mismo. Las creencias positivas son la base de la acción. Tener creencias negativas tiene el efecto contrario y mantiene estancada a una persona. El crítico interior se especializa en sacar a relucir en cualquier momento las creencias negativas. Adaptando estos conceptos a la realidad que vive Cochabamba, podría inferirse que la falta de previsión ante los desastres es causado por “un corto circuito” en la mente de los líderes de opinión y/o de las autoridades que toman decisiones sobre proyectos de impacto en la comunidad.
Respecto al fuego, opuesto al agua pero paradójicamente fuente de numerosos problemas en Cochabamba, este elemento fue el motivo para unir esfuerzos en la lucha contra el reciente incendio que tuvo lugar en el Parque Tunari, resultado de malos hábitos de pobladores que queman la maleza y los árboles de sus tierras con el argumento de que se vuelve más productiva.
Lo destacable de esta situación fue el trabajo mancomunado y en equipo que se coordinó cuando la Gobernación solicitó colaboración con cisternas a la Alcaldía; y ésta brindó el apoyo solicitando junto a personal especializado que trabajó codo a codo con miembros del SAR Bolivia, bomberos, vecinos y activistas del grupo “No a la tala de árboles”, entre otros. Esa es la mejor manera de obrar entre las personas que quieren a su ciudad y comparten la visión de ver a Cochabamba en otro nivel de desarrollo y modernidad en el futuro. ¡Basta de poner zancadillas! Es necesario un reencuentro entre los actores políticos, sociales y empresariales que propicie un diálogo sincero y constructivo. Lo importante es el aquí y el ahora, con vista a un futuro más prometedor.
Todos y cada uno de nosotros deberíamos preguntarnos ¿qué hay que hacer para poder cambiar la realidad superficial, violenta e individualista del mundo?, se trata de la misma pregunta que le hicieron miles de jóvenes católicos al entonces papa Juan Pablo II en un encuentro mundial. La respuesta del Pontífice fue otra pregunta que llama a la reflexión y sirve de analogía con el panorama de la Cochabamba de hoy: ¿cómo tenemos que hacer?