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‘No, hermano, uno no muere en política’

La declaración conjunta de Felipe Quispe Quenta, El Mallku, y de Marcial Fabricano Noé, expresidente de la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (Cidob) y candidato a vicepresidente a fines del siglo pasado, enfrentando al gobierno de Evo Morales es la crónica de un nuevo tiempo anunciado que se veía venir.

“Los pueblos del TIPNIS y Achacachi, conscientes del difícil momento político, social, cultural y económico que vive el pueblo boliviano y en particular los pueblos indígenas y originarios de tierras bajas y altas del país, acuerdan realizar la presente declaración conjunta por la vida y contra el totalitarismo para combatir en unidad a nuestro enemigo común, el gobierno de Evo Morales Ayma, que nos ataca, humilla y somete a nombre de un falso desarrollo, utilizando para este fin un discurso colonizador mentiroso, e imponiendo su voluntad con actos de violencia, prebendas, corrupción y prácticas abusivas que buscan avasallar y destruir nuestras tierra y culturas a favor de intereses foráneos, de acuerdo con su carácter entreguista y neocolonial.

(…) Durante los últimos 11 años hemos visto con paciencia, pero no con indiferencia, cómo a nombre de nuestros pueblos se han realizado vergonzosos hechos de corrupción; cómo se ha despilfarrado los recursos económicos de la época de bonanza que vivió el país; y cómo esa riqueza no ha llegado a los hogares de los indígenas, campesinos y originarios. El enriquecimiento ilícito de los jerarcas del Gobierno, de sus gobernadores y alcaldes ha convertido al MAS en un nido de ladrones y corruptos. Para tapar el asalto a los recursos de los pueblos, el Gobierno ha optado por el cercenamiento a las libertades ciudadanas, las limitaciones a la libre expresión, el encarcelamiento de los que denuncian y el atropello a la autodeterminación de nuestras comunidades. Hoy denunciar la corrupción es un pecado que lo protege el MAS mediante la justicia corrupta que persigue y encarcela al honesto y premia al asaltante. Por otro lado, el vertiginoso crecimiento del narcotráfico, la creciente presencia de empresas transnacionales, la deforestación de nuestra tierra, la contaminación de fuentes de agua, ríos y lagunas, por actividades como la minería ilegal enriquece a unos cuantos mientras la pobreza sigue siendo norma para los que fuimos siempre pobres (…). Utilizaremos para este fin todos los recursos que nos permiten las leyes del país y nuestras normas y costumbres, con las que históricamente hemos combatido y derrotado a quienes se han atrevido a someter a nuestras comunidades (…)”.

Felipe Quispe, fundador del grupo guerrillero EGTK, quien justificó su acción política respondiendo que no quería que su “hija sea tu sirvienta”, reaparece luego de años muy duros, de enterrar a su hija y a su esposa después de una larga enfermedad, y a su hijo mayor, aparecido muerto en El Alto en 2014.
Marcial Fabricano, uno de los líderes de la “Marcha por el territorio y la dignidad” protagonizada por cientos de indígenas en un penoso recorrido hasta la sede de gobierno en 1990, vuelve al reflector de la política en clara rebelión a la violación de la “intangibilidad” del TIPNIS. En 2009 el diario El País de España lo incluyó entre los 100 personajes del año por su trayectoria, mientras varios dirigentes del partido de gobierno lo azotaron 38 veces durante dos horas por supuesta traición a quienes defendió toda su vida. “No, hermano, uno no muere en política”, sentenció El Mallku consultado si se retiraría en medio de su tragedia personal. El tiempo y su enemigo político le dieron la razón.