Nada de nada
Si me preguntasen ¿qué es la nada?, mi primera respuesta sería: la nada es nada. Sin embargo, reflexionando un poco diría que la nada es la negación del concepto del ser o, recurriendo a mi razonamiento matemático, podría expresar que la nada es solamente un adverbio de cantidad que expresa la ausencia de algo; aunque creo que, en ningún caso, habría avanzado mucho, en tanto que la nada es una abstracción que no acepta la limitación que implica cualquier definición.
El pensamiento filosófico en la Grecia Clásica residía en la imposibilidad de afirmar la nada, más allá de la negación del plenum de Parménides. Consideraban, al igual que Parménides, que nada podía surgir de la nada y que algo que existe no puede convertirse en nada, por lo que todo lo que hay ha existido siempre. De allí que los denominados filósofos de la naturaleza buscaran el origen de todas las cosas en una materia primaria. Entre ellos, Tales de Mileto opinaba que el agua era el origen de todas las cosas; mientras que para Anaxímenes el origen de todo estaba en el aire.
Demócrito, el último gran filósofo de la naturaleza, planteó la hipótesis de que todo estaba constituido por pequeñas piezas eternas, sólidas, indivisibles e inalterables, a las que denominó átomos. La agregación de cierta cantidad de átomos organizados de cierta manera daba origen a algo; mientras que otra ordenación o una diferencia de número originaba otro algo, similar al juego de Lego que hoy conocemos.
Si bien Demócrito tenía razón en el sentido de que toda la materia está conformada por átomos (por lo menos eso creemos ahora), lo que no pudo imaginar es que el núcleo de los átomos está compuesto por partículas denominadas protones y neutrones, y que éstas están conformadas por quarks y gluones, mientras que alrededor del núcleo del átomo giran los electrones.
Pues bien, si asimilamos el tamaño de un átomo al estadio Hernando Siles, el núcleo que contiene a los electrones y los neutrones sería como una moneda de 10 centavos ubicada en el centro de la cancha; los electrones, por su parte, serían del tamaño de una pepa de uva y estarían girando por la bandeja superior de las graderías y todo lo demás, nada, un espacio vacío que ocupa el 99,99% del átomo. De allí se sigue que si todo lo que podemos ver y tocar está conformado por átomos y éstos son básicamente nada, entonces la mejor respuesta a la pregunta ¿qué es la nada?, sería: la nada es nada de nada, aunque ello suponga poner en cuestión la existencia de la materia, por lo menos como ahora dan cuenta nuestros sentidos.