¿Otra izquierda es posible?
(Re)pensar al MAS como una auténtica ‘izquierda indígena’ parece ser un sinsentido.
De inicio, responder a la pregunta de si otra izquierda es posible no es fácil, ya que conlleva otra interrogante: ¿qué izquierda es la referencial? Aquí radica el nudo gordiano. Primero se tendría que zanjar este dilema para luego entrever la viabilidad de esa “otra izquierda”. Sabemos que no hay una sola izquierda monolítica, sino que, dependiendo de los contextos históricos, existieron (y existen) diversas e incluso divergentes izquierdas con distintas enunciaciones y connotaciones ideológicas que se ponen en disputa en un momento de lucha política.
¿Otra izquierda es posible? Esta interrogante surge a propósito del resurgimiento del conflicto en torno al proyecto carretero impulsado por el gobierno del MAS que prevé atravesar el corazón del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). Este proyecto desató la resistencia de algunos pueblos indígenas, poniendo entredicho la imagen de “izquierda indígena” que asumió para sí el MAS desde el inicio de su gestión.
René Zavaleta da cuenta de que la “crisis es un método de conocimiento”. Con relación al conflicto del TIPNIS esta metodología revela, entre otras cosas, la tensión en torno a uno de los valores que reivindicaba la izquierda: la “justicia social”; y en concreto, la disputa por el sentido de estas dos palabras. Por un lado, el gobierno del MAS reproduce la vieja lógica de la “izquierda desarrollista”: argumenta que la carretera es crucial para generar más recursos en consonancia con su política redistributiva. Por otro lado, para las organizaciones movilizadas que rechazan el trazo carretero por el corazón del TIPNIS el sentido de justicia está asociado al reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y su convivencia en armonía con el medio ambiente.
Esta tensión devela que hoy el MAS está en una disyuntiva entre la igualdad y la diferencia, ya que ambas hacen alusión de distinta manera a la justicia social. Al parecer en el del conflicto del TIPNIS igualdad/diferencia no son complementarias, sino repelentes entre sí. Además, este debate está aderezado porque la mayoría de los gobiernos de izquierda en América Latina (el MAS incluido) asumieron la etiqueta de “gobiernos progresistas”, que alude a esa dimensión teleológica reivindicada por la izquierda tradicional.
Entonces, la persistencia de hacer la carretera por el TIPNIS parece ser la tendencia hegemónica que se impone en el MAS. Si es así, pone un límite a la posibilidad de erigirse en una “izquierda alternativa”, o sea en una “izquierda indígena”. Incluso el propio Presidente antes del conflicto del TIPNIS enarbolaba a los cuatro vientos la “defensa” de la Madre Tierra que, según la nueva Carta Magna, está indisolublemente ligada a la configuración del Estado Plurinacional, y por lo tanto, a los derechos de los pueblos indígenas.
No debemos olvidar que el discurso de interpelación a la narrativa de la modernidad emergió de las entrañas de las organizaciones indígenas. Empero, la tendencia de los gobiernos de Morales en Bolivia y el de Correa en Ecuador es continuar con el sendero desarrollista trazado por el discurso de la modernidad ondeado por la izquierda tradicional, expresado en políticas extractivistas que están provocando resistencia indígena.
Antes de terminar se debe subrayar que el discurso urdido sobre la “izquierda indígena” fue una ramita de utopía, una cucharita de un porvenir distinto para trastocar el modelo extractivista de la izquierda convencional de cuño desarrollista. De allí que (re)pensar al MAS como una auténtica “izquierda indígena” encuentra su propia ambigüedad y, aun peor, parece ser un sinsentido. Ante la imposibilidad de “otra izquierda” que también tiene su propio desliz discursivo, y el uso político de la derecha opositora, los pueblos indígenas están arengando con gritos al viento: “ni de izquierda ni de derecha, sino, todo lo contrario”.