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Niñas madres

Es imposible no imaginar la tragedia que significa para cualquier persona (de cualquier etnia o grupo cultural, en cualquier lugar del mundo) quedar embarazada a los 10, 11 o 12 años de edad. Es más, la sola idea parece aberrante; sin embargo, se trata de una realidad cotidiana en Bolivia, donde se registra 12 casos diarios en promedio de menores de edad embarazadas.

El espeluznante dato proviene del Sistema Nacional de Información en Salud (SNIS), que solo entre enero y julio contabilizó 2.500 embarazos en niñas de 10 a 12 años de edad. En ese mismo lapso se registraron 34.958 embarazos en adolescentes de entre 15 y 19 años. De acuerdo con fuentes del Ministerio de Salud, la principal causa son las violaciones. Según estimaciones del SNIS, la mayor incidencia de embarazos en adolescentes se registra en algunos municipios de Pando, en Riberalta (Beni), en Colcapirhua (Cochabamba) y en El Alto (La Paz). Chuquisaca registra los índices más bajos a nivel departamental, lo que no significa que este fenómeno no ocurra en esa región.

Dos aproximaciones diferentes tratan de identificar las percepciones respecto a este fenómeno. Una de ellas, un estudio conducido desde el Ministerio de Salud, ha descubierto que en Pando, por ejemplo, las familias no ven como problemático que las niñas y adolescentes tengan una pareja de mayor edad, ni creen que el embarazo precoz sea algo malo. Hay más: algunas etnias amazónicas obligan a las adolescentes a casarse antes de cumplir los 15 años. Una serie de factores determinan dichas prácticas, que sin duda no son comparables con los de los habitantes urbanos.

La segunda, que proviene del Fondo de Naciones Unidas para la Población (UNFPA), encuentra que en el ámbito urbano hay la tendencia en las familias de dar apoyo a las mujeres jóvenes para que estudien, tengan empleo y, por consiguiente, una mejor calidad de vida. Será bueno encontrar evidencia empírica para sustentar esta idea.

Finalmente, lo que no debe perderse de vista, y así lo creen en el Ministerio de Salud, es que una adolescente menor de 15 años no está preparada ni física ni psicológicamente para afrontar un embarazo. El riesgo de morbilidad y mortalidad para estas niñas es demasiado alto. No es casual, pues, que el proyecto de Ley del Sistema del Código Penal establezca entre las causales para el aborto impune la temprana edad de la gestante.

En el fondo lo que importa no es permitir o no la interrupción voluntaria del embarazo, sino todo lo contrario: evitar el embarazo, cosa que solo podrá lograrse con políticas y programas serios, sostenidos y profundos de educación sexual a toda la población, pero especialmente a las y los jóvenes y púberes, que por falta de información o por causa de una sociedad profundamente conservadora que se rehúsa a hablar de estos temas sigue sufriendo las consecuencias del sexo inseguro.