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Saturday 15 Feb 2025 | Actualizado a 09:32 AM

‘Mallku’, el rebelde

La interpelación del ‘Mallku’ simboliza esa crítica a “algo que pudo ser” con el “proceso de cambio”.

/ 19 de septiembre de 2017 / 04:17

Como ocurrió al despuntar este siglo, en septiembre de 2000, Felipe Quispe, el Mallku volvió, tal vez, respondiendo a ese su axioma que los aimaras “somos janiwa”. Volvió junto a sus correligionarios movilizando, una vez más, a Achacachi. Si antes puso de cabeza al gobierno neoliberal de Hugo Banzer, hoy lo hace al denominado “proceso de cambio”.

Como si fuera una confirmación de ese axioma que “el poder corrompe”, la legitimidad de la radicalidad del Mallku, proviene por estar “fuera del poder”. De allí, el sentido insurgente de su accionar político y su interpelación discursiva al gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS). Esa autonomía con relación al poder, por lo tanto, es la fuente de su legitimación política/discursiva del Mallku. Y, tal vez, por esta razón que el retorno del Mallku perturba al Gobierno en un momento crítico de su gestión.

“Hay que indianizar a los q’aras”, decía el Mallku el año 2000. Con esta frase ponía en el diván el susodicho mestizaje. Posiblemente, el fracaso del “proceso de cambio” se refleja en el retorno inexorable a esa construcción criollomestiza de nación. Aquí, quizás radica el sentido del regreso del Mallku a sus andanzas insurgentes en el altiplano achacacheño.

Casi como si fuera carnada del destino, los excompañeros de lucha: Felipe Quispe y Álvaro García Linera hoy están enfrentados. El Mallku simboliza el indianismo radical y el vicepresidente, el indigenismo. Ese indigenismo que históricamente enarboló la intelectualidad criolla/mestiza que habla(ba) en “nombre de los indios” para esa búsqueda de armar argumentos con supuestas intenciones y así justificar intervenciones para asimilar culturalmente a los pueblos indígenas. Aquí estriba uno de los meollos de la interpelación del indianismo del Mallku al discurso indigenista de García Linera.

Más allá de la demanda de la renuncia del Alcalde de Achacachi, acusado de corrupción, esta movilización de los aimaras, a la cabeza del Mallku tiene un trasfondo ideológico profundo. La radicalidad katarista que refluye, una vez más, descarnando el fracaso del discurso descolonizador del “proceso de cambio” enarbolado por el partido oficialista. Un desencanto que se refleja cuando el Mallku se refiere al Presidente como un “supuesto aimara” y expresando el dolor de muchos indígenas por haber “llevado en hombros —como dice el Mallku— al cocalero Evo Morales (…) para que sea primer Presidente indígena”.

La interpelación del Mallku simboliza esa crítica a “algo que pudo ser” con el “proceso de cambio”, pero, en la óptica de Felipe Quispe, con el devenir se ha marchitado este proceso. Se desvió en el camino. Por esta razón que la crítica del Mallku genera malestar al poder. Si antes en la era del gobierno constitucional de Banzer se le acusaba de ser el promotor de un “racismo a la inversa”, un “revoltoso” o un “lenguaraz cacique” que promueve   un “radicalismo étnico”, hoy, en estos tiempos del “proceso de cambio”, el oficialismo le acusa de ser un “instrumento del imperialismo”.  En ambos casos, el banzerismo democrático y el oficialismo de hoy no han interpretado esa “pedagogía al revés” del Mallku. Estratégicamente el líder aimara, una vez más, pone en entredicho a esa “Bolivia moderna”, es decir, a ese blanqueamiento del cuerpo del indio que antes pregonaba el gonismo, a través de su mentado multiculturalismo, hoy tiene su propia versión oficialista, por la vía del discurso plurinacional, que reubica acertadamente el Mallku, como diría Javier Sanjinés, en la “metáfora para dar el punto de vista de la subalternidad”. Quizás por esta razón, el Mallku dice que el gobierno del MAS “pretende sacarnos un ojo de la cara y un pedazo de carne del cuerpo”. Aquí radica, aunque metafóricamente, la interpelación discursiva e ideológica del Mallku.

En su cuenta de Facebook, el Mallku aparece en una foto leyendo el Arte de la guerra de Sun Tzu, casi anunciando su batalla cultural/ideológica, siguiendo para eso con uno de los consejos del estratega chino: “El que sabe cuándo puede volar y cuándo no, será victorioso”. Al unísono de esta frase el propio Felipe Quispe afirma: “Nuestra elegante lucha es originaria y autóctona. Como nos han enseñado nuestro inmortal Tupak Katari y otros héroes originarios”.

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Me he de comer esa tuna… criminológica

/ 15 de febrero de 2025 / 06:00

En tiempos de intolerancia y que no es ajena a la que el mundo vive, lo particular y concreto tan solo es la representación de lo general y en ella se reproduce el poder, dice Foucault.

El título no alude a la canción de Jorge Negrete. Sucede en Macondo, donde todo es posible y transcurre en un surrealismo digno de análisis.

Área verde es un espacio público, o sea del público, o sea… de todos. Cuando existe ausencia de Estado o Estado fallido, ese ideario se debilita y viabiliza que el funcionario pueda rascarse la panza, y, contrariamente, se generaliza la idea de que lo público no tiene dueño y puede sustraerse lo que esté a su mano, como llevarse papel de la oficina pública, por ejemplo; y piedra libre para todos mis compañeros.

En la onírica región de Macondo, por unas tunas —de todos— se movilizó al Órgano Judicial que detuvo indebidamente a un anciano mayor de 80 años; también el gobierno municipal, que saca de los recursos de todos para darle a la pobre víctima; y lo propio hace el supremo dueño del castillo de Grayskull (¡¡¡yo tengo el poder!!!) que lleva en ascensor hasta su sillón desde donde ve y controla todo. ¿Cómo lo electoral transversaliza lo ideológico, no ve?

En el Código Civil se habla sobre la disponibilidad de los frutos, que corresponden a quien alega la propiedad, en este caso, es a todos, porque es público.  Tomar unas cuantas, para saborear, es una cosa; pero llenar su atadijo más el balde… entra a la comercialización. Rousseau señaló que muchos sufrimientos se hayan evitado si se impedía a aquel que toma lo común y dice “esto es mío”. ¿Proceso perverso de acumulación y depredación, tan sólo del homo sapiens?

En esta Macondo, la pobreza sobrepasa el 60% (extrema pobreza +pobreza+pobreza moderada —clase media media y clase media baja que han perdido su capacidad de adquisición considerablemente—); y esto para no entrar en supuestas motivaciones que produjeron el hecho, porque equivaldría a justificar que ese 60% lo haga.

Soñemos (faceta onírica del surrealismo) que esto sucedió al revés. Que alguien de la zona Sur de la hoyada va a El Alto y se saca una tuna de una plaza (aclarando que no hay tunas en sus plazas, pero soñemos). ¿Qué le harían? ¿Nos recordarían la película Mano propia? Es un sueño, por suerte.

En el realismo, es una consecuencia de un imaginario que ha profundizado las diferencias de clase, credo sea religioso o político, color de piel o territorialidad. Perversa utilización dicotómica entre mujer —pobre, indígena, madre— frente al blanco, del ghetto de la zona Sur.

El poder señaló que no fue por las tunas, sí porque maltrataron al niño. Obvio, el poder define qué es negro o blanco. Lo que no define es a cuál o cuáles maltratos se refieren.  A decir de Mario Gabriel Hollweg, cuando aborda la “delegación”, el proceso imperativo —padres- de aprendizaje a hijos— o a Christopher Birbeck, que también trabaja desde la criminología el tema del aprendizaje: victima hoy, potencial victimador mañana. El aprender que lo público puede ser usufructuado sin protocolo alguno y, además, ser premiado por el dueño de la ciudad como también del supremo de Grayskull, mañana no tendrá que usar ni capucha … ¿Será funcionario público?

El poder impone qué es violento o qué no lo es, así sea lo contrario. Lo demás, tan solo son víctimas del oportunismo electoral, son daños colaterales sin importar dignidades.

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Pacto social por la educación Bolivia Bicentenario

Luis Fernando Carrión Justiniano

/ 15 de febrero de 2025 / 06:00

La ingenua pretensión del “educacionismo” de pensar que solo la educación puede llevar al progreso de una sociedad o, lo que es lo mismo, que un buen sistema educativo sea la sola garantía para encontrar las soluciones de un país, es ciertamente reduccionista; sin embargo, también es cierto que uno —no el único— de los aspectos fundamentales para la proyección de una sociedad es garantizar una educación pertinente y relevante para el futuro que vivirán las nuevas generaciones, si no se quiere seguir repitiendo los mismos círculos de rezago y deshumanización.

La educación como tarea de toda la sociedad —no solo de un ministerio del gobierno de turno, como está ampliamente demostrado— debe articularse a una visión de país integral, es decir, a una proyección de mejora de las condiciones internas de su gente y del papel que como estado desea ocupar en la economía, la cultura y la agenda de la humanidad.

Dicho lo anterior, como presupuesto para no dar paso a interpretaciones sesgadas, aprovechando el entusiasmo que va generando el Bicentenario de nuestro país, es que parece pertinente retomar la propuesta de un pacto social que el presidente Luis Arce propuso hace algunas semanas y que hasta el momento se redujo solo a su anuncio.

¿Cuánto de la propuesta de ese pacto social logrará concretarse, así como va la agenda política del país? Ciertamente, además de la parafernalia de la celebración del Bicentenario, es imprescindible hacer un esfuerzo social para repensar la patria, con base a las lecciones de estos 200 años de existencia y abstrayéndonos, en la medida de lo posible, del ruido coyuntural. Se trata de colocar en un paréntesis los petardos de celebración y los de las tensiones sociales y políticas y ser responsables con las generaciones venideras y el futuro del país. Se trata de comprometer a los futuros gobiernos a planificar en torno a mínimos consensuados.

Por las condiciones de conflictividad actual, es necesario pensar que el proceso para un pacto social sea liderado por instancias libres de sospecha de una posible politización coyuntural y electoralista; quizá una estrategia para lograrlo sea la de iniciativas sectoriales o temáticas: educación, salud, justicia, economía, medio ambiente, ciencia y tecnología…

En el caso de un deseable pacto social por la educación Bolivia Bicentenario, éste podría ser liderado por instancias de la sociedad civil articuladas con representaciones técnicas de organismos multilaterales con presencia en el país, para convocar a representaciones plurales de la sociedad boliviana y expertos en educación, sistematizar las bases del pacto y desarrollar una agenda de socialización y discusión en todos los ámbitos para conseguir las adhesiones necesarias, incluidas las de los futuros candidatos a las elecciones 2025, que coloquen en todas las agendas los acuerdos priorizados y se conviertan en compromisos de respetarlos.

Si bien la educación, por sí sola, no podrá ser la solución a todos los problemas sociales, ni un pacto social garantiza una visión y acción conjunta de todos los actores de la sociedad, bien podría ser un punto de partida para dejar de ir a la deriva y retomar un horizonte común para encarar el futuro como país.

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El plan Trump-Netanyahu es un tema de existencia, no de fronteras

Mahmoud Elalwani

/ 15 de febrero de 2025 / 06:00

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con “abrir las puertas del infierno” en Gaza; dijo: “Ustedes y ellos descubrirán lo que quiero decir”, añadiendo que está “comprometido a comprar y ser dueño de Gaza”, y recalcando que podría entregar partes de la Franja a otros países del Medio Oriente para reconstruirla, pero en ningún momento se refirió al regreso de los palestinos a sus antiguas tierras.

Durante la reunión con el rey de Jordania, el pasado 11 de febrero, Trump declaró que la anexión israelí de Cisjordania es una buena idea, en consonancia con el apoyo directo a la decisión del gobierno de Netanyahu, y su plan de apoderarse de Gaza controlando y tomando posesión de un maravilloso pedazo de tierra con vistas al Mediterráneo ha provocado reacciones airadas. Trump trata a Gaza como hombre de negocios y agente inmobiliario, no como un jefe de Estado con planes estratégicos y visión de futuro. Trump ha presentado un plan que contempla desplazar a sus 2,3 millones de habitantes asediados y bajo las bombas durante 16 meses a Egipto, Jordania e incluso a Indonesia y Albania. El plan de Trump ha sido descrito como fantasioso, racista, un regreso a la era del colonialismo imperial y el fin de la era de libertades y democracia, ha provocado reacciones fuertemente críticas por parte del mundo, incluidos sus aliados occidentales.

Es imposible separar las declaraciones de Trump sobre la Franja de Gaza de la política estadounidense en general. Durante la era de Biden, éste guardó silencio sobre los crímenes de la ocupación y se negó incluso a reconocer que lo que está sucediendo en Gaza es un crimen de guerra, un genocidio y una limpieza étnica. El desacuerdo entre los dos presidentes radica únicamente en el método de implementación de las políticas maliciosas, que en el caso de Trump además son descaradas. Trump pretende registrar un logro histórico para el pueblo judío, tendiendo a fortalecer sus relaciones financieras y económicas con Israel y con los judíos estadounidenses.

Las dimensiones de la Promesa Balfour de “establecer una patria para los judíos” se enlazan con el Proyecto de Trump de borrar la existencia de una patria para los que no son judíos y, consecuentemente, conduce a implementar un proceso de “transferencia de un pueblo y una entidad” a otros países, convirtiendo al pueblo palestino en un pueblo que sobra.

No hay que subestimar la orden dada por el ministro de Defensa israelí a su ejército para que prepare un plan para la salida voluntaria de los palestinos de la Franja de Gaza, de acuerdo con el sospechoso plan de Trump. Es un mensaje real lleno de peligros. El plan puede parecer muy serio porque ésta es la primera vez que Israel anuncia un plan real para expulsar a los palestinos de las áreas que ocupa, considerando que la expulsión va a formar parte de la política que va a llevar el gobierno israelí a partir de ahora. El peligro de esta medida israelí radica en que obligará al ejército a fomentar la emigración voluntaria sin opción de vuelta de los habitantes de Gaza, utilizando la inanición de la población o la reanudación de la guerra para forzarles a ello.

Todas las declaraciones de Trump e Israel sobre la expulsión de los palestinos de la Franja de Gaza, a pesar de su gravedad, son un intento de distraer la atención y cambiar las prioridades de interés local e internacional de Israel de sus crímenes y de las condenas internacionales a las que está expuesto, así como de la crisis existencial que enfrenta como estado y gobierno ocupante. El gobierno israelí y su primer ministro Netanyahu están tratando de encubrir los crímenes de genocidio, desplazamiento y anexión que han cometido contra el pueblo palestino, en particular los crímenes de limpieza étnica, la destrucción completa de la Franja de Gaza y el comienzo de la implementación de una versión de destrucción en la Cisjordania ocupada, mientras continúan promoviendo consignas y posiciones que están separadas de la realidad política y lejos de las exigencias de las soluciones políticas al conflicto. El gobierno israelí ha abrazado la idea del desplazamiento y busca implementarla por la fuerza de la ocupación, sin tener en cuenta la seguridad y la estabilidad de los países de la región y del mundo.

Los derechos del pueblo palestino, y sus tierras de Cisjordania, incluida Jerusalén y la Franja de Gaza, no se venden ni se truecan ni se regatean, ni se intercambian; cualquier idea de ese tipo tiene como objetivo prolongar el conflicto y mantener a Netanyahu en el poder en Israel a expensas del pueblo palestino, de su sufrimiento y de la estabilidad de la región.

La comunidad internacional debe enfrentar esta política colonial racista, no debe contentarse con declaraciones de rechazo y advertencia, debe trabajar para activar el Consejo de Seguridad de la ONU para que pueda desempeñar su papel natural en la implementación de las resoluciones de la ONU sobre la cuestión Palestina y debe afrontar sus tareas en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.

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El legado del Año Internacional de los Camélidos

/ 14 de febrero de 2025 / 06:00

El Año Internacional de los Camélidos no solo ha sido una fecha simbólica para los productores de América Latina, sino que también ha marcado un hito en la visibilidad y relevancia política de sus protagonistas y del rol de estas especies para la región.

Este reconocimiento, impulsado por el gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia y por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha destacado la importancia cultural y productiva de los camélidos de América del Sur: alpacas, llamas, vicuñas y guanacos, como un símbolo de la identidad y cosmovisión altoandina.

Durante siglos, los camélidos han sido un pilar para sus comunidades, brindando fibras, carne y cuero. Además, juegan un papel clave en la lucha contra el hambre y la inseguridad alimentaria —al ser una valiosa fuente de proteína—, en la que afortunadamente nuestra región ha experimentado una disminución por segundo año consecutivo. Además, por su bajo impacto ambiental, capacidad de termorregulación y de desarrollarse con recursos hídricos y alimenticios cada vez más escasos, los convierten en aliados clave para la mitigación de los efectos del cambio climático.

En América Latina y el Caribe en 2023, cerca de 3 millones de personas dejaron de padecer hambre, y la inseguridad alimentaria moderada o grave se redujo, de acuerdo con el último reporte de la FAO. Sin embargo, estas cifras aún son superiores a las de 2019, antes de la pandemia de COVID-19. Sumado a ello, la región enfrenta el costo más alto a nivel mundial para una dieta saludable, lo que dificulta el acceso a alimentos nutritivos para casi 183 millones de personas. En este contexto, los camélidos se presentan como una alternativa sostenible para mejorar esta situación.

Por estas razones, realizar una conmemoración para los camélidos ha sido un acierto. Lo significativo es que se sumaron gobiernos, productores, academia y la sociedad civil de la región, e impulsando acciones concretas. Tal es el caso del primer Encuentro Regional sobre Camélidos Sudamericanos realizado en La Paz, Bolivia, que convocó a comunidades y a autoridades de Argentina, Chile, Ecuador, Perú y del país anfitrión, trazando una hoja de ruta para su valoración, preservación e impulso.

La temática fue incluida también en la primera Conferencia Regional de Ganadería Sostenible celebrada en Uruguay, en noviembre pasado, formalizando su relevancia para la región.

La FAO está comprometida a brindar acompañamiento a los diversos sectores involucrados y sumar voluntades políticas con diálogos técnicos. Esto permite profundizar su importancia no solo para el mundo andino, sino para la sostenibilidad global.

El 2024 ha dejado un legado evidente: lograr un compromiso político y social que los camélidos son esenciales para la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y la preservación cultural. No obstante, tenemos grandes desafíos que seguir enfrentando. Por ello, la celebración del año internacional se extenderá hasta mediados de 2025. Durante este periodo se llevará a cabo un segundo encuentro regional en Chile, una reunión de productores y productoras en Perú, y se impulsarán diversos avances en programas en los países andinos.

Es solo el comienzo de un camino que debe continuar con el mismo ímpetu y colaboración que lo ha caracterizado hasta ahora. Instamos a los gobiernos de la región a continuar con la misma fuerza durante los próximos años más allá de esta conmemoración especial, poniendo en valor el aporte del sector camélido. Este esfuerzo tendrá como consecuencia un futuro más resiliente para las comunidades andinas, avanzando hacia una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás.

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¿Tasa cero en el ICE para vinos y singanis?

/ 13 de febrero de 2025 / 06:00

Recientemente, Samuel Doria Medina, conocido político de la vieja escuela, en una conferencia realizada en la ciudad de Tarija, se comprometió a aplicar una tasa cero en el Impuesto al Consumo Específico (ICE) para los vinos y singanis nacionales en caso de ser elegido presidente en las próximas elecciones nacionales. La propuesta fue inmediatamente aplaudida por el sector vitivinícola, cuyo principal representante afirmó días después que el ICE se constituye en una “carga dura y fuerte” que limita no solo la comercialización en el mercado nacional, sino también la exportación de vinos y singanis, y que le resta competitividad y frena su desarrollo. Sin embargo, ¿serán evidentes estas afirmaciones? Y, por tanto, ¿será posible establecer un trato preferencial a los productos nacionales?

Inicialmente, es importante señalar que, por el principio de neutralidad impositiva, el ICE no se aplica a las exportaciones. Esto significa que los productores bolivianos que exportan sus productos no enfrentan la misma carga impositiva que en el mercado local, lo que les permite competir en igualdad de condiciones en el mercado extranjero, debiendo asumir las obligaciones impositivas en el país de destino de la exportación.

Este aspecto se encuentra regulado en el ámbito del comercio internacional, toda vez que, en el marco de los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), se tiene como premisa el principio de “Trato Nacional”, el cual establece que los productos extranjeros no deben ser tratados de manera menos favorable que los productos nacionales. Vulnerar este principio, y dar un trato discriminatorio hacia otros productos similares importados, podría abrir la puerta a quejas formales ante la OMC, dando paso a disputas comerciales entre países, considerando que esta medida infringe este principio sobre comercio justo y trato igualitario.

Si bien la idea de una tasa cero en el ICE para los vinos y singanis nacionales reduciría los costos a nivel local, contravenir los acuerdos internacionales, como los de la OMC, podría repercutir en que otros países tomen acciones, afectando las exportaciones bolivianas a largo plazo. Los beneficios inmediatos para los productores nacionales se verían afectados, ya que el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC, que resuelve disputas comerciales entre los países miembros, obligaría al país infractor a cambiar sus políticas o medidas que violen el Trato Nacional. Asimismo, impondrían medidas de represalia como la suspensión de concesiones comerciales, incluyendo la imposición de aranceles más altos sobre productos del país infractor, disminuyendo así la competitividad de sus productos exportables.

Por lo tanto, es incorrecto afirmar que el ICE limita la capacidad de exportación del sector vitivinícola, ya que el impuesto no tiene impacto sobre las ventas fuera del país; y eliminar este impuesto para los citados productos, nos llevaría a vulnerar los principios internacionales, como el Trato Nacional, lo que podría desencadenar efectos contrarios, cerrando oportunidades para el sector y restringiendo su capacidad de expansión y competitividad a nivel mundial.

Se sabe que las elecciones generales en Bolivia están programadas para el 17 de agosto de 2025; por ello, es crucial que los precandidatos presenten propuestas viables y responsables en lugar de lanzar promesas vacías con el único fin de obtener votos, que, a la larga, podrían resultar imposibles de cumplir.

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