La ‘opo’ en su mala hora
Desde octubre de 2014 que la oposición no vivía días tan negros. Primero fue la presentación del recurso abstracto de inconstitucionalidad que puso a los anti-Evo en off side. Su estrategia de convertir las elecciones judiciales en un plebiscito había quedado más resfriada que estudiante de primaria en el invierno de Oruro.
Las encuestas son categóricas, aunque existe un número importante de bolivianos que se opone a la reelección de Morales, solo un pequeño grupo estaría dispuesto a movilizarse en las calles, y menos aún a usar métodos violentos. En resumen, no habrá muchas olas en el supuesto caso de que el Tribunal Constitucional decida levantar la prohibición para la repostulación.
Y si esto fuera poco, la caída continuó. De pronto el “grupo de los seis” se convirtió en “grupo de los cinco”. Con inteligencia y lucidez, Sol.Bo evaluó que era una torpeza seguirse codeando con el grupo de perdedores y que lo que correspondía era organizar otra tienda política, tal vez pensando en 2025.
A ello se suma el golpe más duro: la acusación de que el dueño de Unidad Nacional, Samuel Doria Medina, no habría pagado el monto que correspondería a la venta de acciones de Soboce al grupo mexicano de Cementos Chihuahua. Es decir, evadió impuestos.
El empresario se encuentra contra las redes y su única salida es probar cheque en mano que no recibió el dinero que los mexicanos dicen que le pagaron. Si no lo hace, no solamente tendrá que pagar una multa más los impuestos no pagados, que llegan a la suma de Bs 203 millones; sino que además habrá perdido toda credibilidad. ¿Quién votaría por un candidato que siendo multimillonario no pagó sus impuestos?
Y el tiempo no está a favor de Doria Medina, mientras más tarde en presentar las pruebas de que no recibió el dinero que los norteños dicen haberle pagado, la cosa empeorará. En círculos políticos ya se habla de que le convendría dejar la política y cederle su posición a Soledad Chapetón, hoy por hoy la única militante de UN con cierto arrastre.
Mientras tanto, Rubén Costas ha demostrado ser solo un líder regional incapaz de vencer las fronteras de su departamento. Y para colmo, Carlos Mesa no irá a las elecciones. Es demasiado inteligente para darse cuenta de que requiere de aparato político, y que al no tenerlo, en caso de ser elegido presidente tendría que ceder a los eternos chantajes de “sus” parlamentarios.
Y mientras todo esto ocurre, no ha surgido un solo nuevo líder capaz de incendiar el corazón de los bolivianos. Lo dicho, han sido los 10 días más duros para la oposición.