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Algo pasa…

Cuando parece que el mundo se hubiera congelado y todo se repitiese, es que subo a un colectivo que todavía trepa resoplando las cuestas de la ciudad, para comprobar que no es así. Los habitantes de La Paz llamamos colectivo al transporte público que apareció en los años 50 y cuyas destartaladas unidades marca Ford, Chevrolet y algún Volvo prestan servicio a cargo de choferes locuaces. Cuando ingresamos a estos vehículos, suceden cosas entre los pasajeros: —Hay bloqueo, hasta aquí nomás es, tienen que bajarse. —¡Entonces devolveme mi pasaje! Eso haces por ocioso, no quieres dar una vueltita para encontrar otra ruta. —Ya, ya, rapidito che… exige una corpulenta señora y los demás hacen el coro.

Este ejercicio es vital para no perderme ante la polución de imágenes y ruidos, o de versiones de las noticias pulidas por intereses y modeladas para hacernos creer en lo que no es; pero hay un dicho que nos pone en la vereda de la gente común: Vox populi, vox Dei o ¿diaboli?

Las conversaciones con personas de variada clase social y ocupación sobre aparentes pequeñas cosas es un universo inconmensurable. Así escuché del conductor del colectivo: “Evo debió esperar cuatro años, ahora nadie le estuviera hinchando y otra vez sería presidente. Sus  blanquitos le han aconsejado mal. Ahora más bloqueos vamos a tener”. Se limpia el sudor y coloca un casette en su radio y de sus parlantes asoma la voz de Doménico Modugno con la canción Volare. Una sonrisa enmarca su rostro y me dice: “¡Este sí que era un cantante, carajo!”. Luego me invita a bajarme porque volverá a su parada.

En la calle Potosí me recibe el aroma embriagante de un fricasé y el desplazamiento de estudiantes de Derecho como vicuñas exhibiendo sus bellos hombros. Mi comportamiento de ambientalista (léase viejo verde) no me inhibe de reconocer que en esta época, después de haber sido azotados por un largo invierno, todo parece más amable.

“¡Qué bella e imprevisible es nuestra ciudad!, 50.000 árboles serán sembrados en El Alto por el gobierno local dirigido por la alcaldesa Chapetona. Los jóvenes se harán cargo de su cuidado. Para no creerlo”, se alegra un jubilado.

La ejecución pública llegó al 29% hasta julio. El Presupuesto General del Estado tenía programado Bs 47.548 millones, por lo tanto, sigue habiendo dinero y no se está ejecutando como debería. “Hay que invertir creativamente para no tirar el dinero, dicen los empresarios”, me repite lo mismo un contrabandista.

“Los perros son más importantes que los niños, éste tiene 18 abogados y el niño solo uno. La dueña del can es comerciante (léase contrabandista). ¿Qué nos está pasando?”, aúlla un defensor de la niñez.

“Todos quieren prorrogarse, un extraño izquierdista, que apareció en paracaídas, quiere dar lecciones de moral, presionando a los directores de una fundación cultural para que lo prorroguen cinco años más. ¿Efecto Merkel?”, me pregunta un auditor.

“La vieja élite criolla ha vuelto a manejar espacios importantes de la cultura y quiere reposicionar a sus artistas que brillaron durante el neoliberalismo. ¿Nostalgia del poder perdido?”, duda un escritor.

“Los mexicanos no solo tiemblan, sino que hacen temblar a Doria Medina por misteriosos pagos declarados”. Así asegura un oficialista.
“En réplica, en escala moderada, la oposición cierra filas y se inventa una mala novela, acusando a un empresario venezolano de un tendal de anomalías y nadie les cree”. Responde feliz otro oficialista.

“El alcalde de La Paz, Luis Revilla, dio un paso al costado para diferenciarse de los exgobernantes del pasado. Tenemos esperanza”, dice un jovenzuelo con acné.

“Sesenta y seis feminicidios en el primer semestre. Algo no funciona bien entre las parejas, es el diablo”, me dice una ferviente seguidora del pastor Guachalla.

El mundo ¿sigue igual? Bolivia es una réplica en pequeña escala, pero con una gran diferencia. Aquí todo está por hacerse, mientras que en los países del llamado Primer Mundo todo está por deshacerse. Algo pasa…

Para los que me leen, ahora les invito a que vean lo que opino con imágenes en el Salón Municipal Cecilio Guzmán de Rojas, de la calle Colón, y seguir el camino porque siempre algo pasa…