Icono del sitio La Razón

Día Mundial del Trabajo Decente

El mundo del trabajo está cambiando de manera acelerada. En un contexto de globalización, de alta tecnología, donde la información se comparte en fracciones de segundos, es difícil prever cuáles serán las nuevas industrias y los trabajos en 10 años o cómo la tecnología transformará el mundo del trabajo.

Estas grandes preguntas generan preocupaciones legítimas entre los trabajadores y emprendedores. En la vida laboral, cada uno busca un empleo bien remunerado, la posibilidad de recibir una formación adecuada para adaptarse a los cambios, y beneficiarse de un sistema de seguridad social que responda a las nuevas realidades. En resumen, en un contexto de gran incertidumbre, cada vez más se necesita un trabajo decente, celebrado este día, 7 de octubre, en el ámbito mundial.

El trabajo decente es reconocido como un eje central en la Agenda 2030 y se interconecta con la mayoría de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados en 2015 por los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas. El ODS 8 relaciona directamente el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo productivo y el trabajo decente.

Los países andinos tienen cuatro grandes desafíos laborales y productivos. En primer lugar, no cabe duda de que existe una estructura productiva poco diversificada y niveles promedios de productividad muy por debajo de los estándares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Solo pocos sectores (minería, telecomunicación, banca y seguro, entre otros) presentan niveles de productividad empresarial altos.

La inmensa mayoría de los sectores intensivos en empleos (agricultura familiar, comercio, transporte, etc.) presentan niveles de productividad tan bajos que no generan las condiciones para fomentar empleos de calidad. Esta situación provoca una distribución inequitativa de los ingresos, así como la incapacidad de las economías para generar empleos de calidad.

El segundo desafío del mundo del trabajo en la región es el alto nivel de informalidad que existe actualmente. La mayoría de los trabajadores y empresas informales no lo hacen por elección, sino como consecuencia de la falta de oportunidades en la economía formal, y por carecer de otros medios de sustento. Reducir la informalidad, a través de políticas multidimensionales, significa mejorar las condiciones de trabajo y de vida de millones de personas en la región andina y en el ámbito mundial.

El tercer gran desafío y prioridad de la región para contribuir al ODS 8 es asegurarse que las numerosas legislaciones se cumplan en la práctica, en línea con las Normas Internacionales del Trabajo, ratificadas por los países de la región. Esto pasa a través del diálogo social y el reconocimiento y fortalecimiento de los actores del mundo del trabajo, que son el Gobierno, las organizaciones de empleadores y los trabajadores.

Finalmente, el incremento en la cobertura de los sistemas de protección social y la calidad de las prestaciones sociales (salud, pensiones) juegan un papel central en la reducción de las desigualdades en los países de la región. La mejora de los sistemas de seguridad social y la inversión en políticas sociales son centrales para mitigar las incertidumbres generadas en el mundo del trabajo.

Por estos motivos, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se suma a la celebración del Día Mundial del Trabajo Decente, fecha que representa una buena oportunidad para reflexionar sobre estos cuatro desafíos y encontrar soluciones concertadas para promover un trabajo decente y productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.