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¿Morir por la patria?

Días atrás, el Ministerio de Defensa reveló que entre 2015 y lo que va de este año 41 personas perdieron la vida al prestar su servicio militar obligatorio o estando en las prácticas del servicio premilitar. Es obvio que se trata de una situación que no puede ser admitida. En un contexto en el que se supone que se está sirviendo a la patria, una sola muerte es demasiado.

Según los datos ofrecidos, 2016 fue el año con mayor número de muertes entre los conscriptos: 21 casos, de los cuales cinco se ahogaron, seis murieron por enfermedad, tres en accidentes de tránsito, tres fueron víctimas de atracos en sus días de descanso, dos fueron asesinados, uno se suicidó y al último le cayó un rayo. En 2015, 11 conscriptos murieron estando bajo bandera: dos por suicidio, dos por accidente, uno fue atropellado y otro se ahogó durante la instrucción y el resto, por enfermedades, entre ellas “paro cardiaco, muerte súbita durante la instrucción” o “insuficiencia respiratoria severa durante la instrucción a más de 40 grados”.

Finalmente, en lo que va de 2017 hubo cuatro muertes por enfermedad, tres suicidios, y una por “disparo”. Al igual que en los anteriores años, las “enfermedades” incluyen ataques cardiacos y shock hipovolémico (es decir, muerte por desangramiento).

Del total de casos, solo seis reciben atención y seguimiento de la Defensoría del Pueblo, que tiene mandato explícito para intervenir en los cuarteles, según su Ley de 1998, todavía vigente. A su vez, la Fiscalía solo investiga tres de los 41 casos. El Ejército pagó el seguro de vida solo en cuatro casos: $us 3.000, que por lo visto es lo que las autoridades castrenses piensan que valen algunas  vidas de sus conscriptos; e incluso hubo casos en los que se dieron el lujo de rechazar el pago del seguro.

Tanto en la Defensoría del Pueblo como en la Asamblea Legislativa y en el Ministerio de Defensa hay coincidencia en que estas muertes no pueden quedar en la impunidad, pero es evidente que solo se está prestando la debida atención a los casos más escandalosos, dejando a los demás en el olvido luego de justificarlos tibiamente.

Resulta evidente que muchas de las muertes por “enfermedad” están relacionadas con el cambio abrupto de ambiente de jóvenes altiplánicos que son enviados a la Amazonía o al Chaco; y que los suicidios suelen tener un correlato en procesos de daño a la autoestima del individuo, bastante frecuentes en instituciones de cultura autoritaria y muy competitiva.

Para nadie es secreto que en el servicio militar todavía se permiten prácticas muy parecidas a la tortura física y mental. Cada una de las muertes de conscriptos es una mancha sobre la imagen de las Fuerzas Armadas, que tienen la obligación de esclarecer públicamente esos sucesos, asegurándose que no vuelvan a suceder. No hacerlo es confirmar las razones por las cuales se pide eliminar la obligatoriedad del servicio militar.