Ajedrez y autoridad moral
Una de las debilidades de los políticos del mundo es precisamente la infidelidad a su causa
Somos compadres un cuarto de siglo, nos tenemos fidelidad porque asumimos la misma causa y sufrimos por ella. A Teo, mi amigo, compadre y camarada, puedo compararlo con el paradigma de la fidelidad, ésa de la que habla el filósofo Josiah Royce, quien vincula el conflicto de los ideales morales no a través de sistemas éticos, sino en la vida de los hombres; no a través de un seco individualismo, sino a partir de los hechos del individuo en la sociedad y que hace brotar “la moral de un fenómeno que considera como esencialmente social: la fidelidad, pues ésta, que consiste en la devoción voluntaria, completa y practica de los seres humanos a una causa, une varias vidas humanas en una (…)”, comenta Paul Quintero.
Por eso somos amigos tantos años, desde mis entrenamientos de cueca por parte de mi abuelo en las extintas chicherías de La Paz, hasta los momentos caóticos y peligrosos que nos cupo afrontar por permanecer fieles a la causa, como escuchábamos decir a los dirigentes de la COB.
Una de las debilidades de los políticos del mundo es precisamente la infidelidad a su causa, la que supuestamente asumieron voluntariamente. De ahí parte el desprestigio que pone en la misma bolsa de dólares a morenos y kullaguas, a moros y cristianos. Ya el gran Juan Rulfo decía que un militar mexicano era impotente ante un cañonazo de $us 50.000, y por eso no incurría en aventuras golpistas, ahora cosa del pasado.
Mi compadre Teo es politizado hasta el tuétano, y junto a mi asesora en politología, Damiana Nina, que enviudó recién, son las voces que me gusta escuchar. No tienen ningún interés subalterno, son como la mayoría de los bolivianos, que trabajan duramente para sobrevivir y, en el caso de Teo, juntar platita para danzar en la morenada para el Tata del Gran Poder o la Virgencita de las Nieves.
Él sabe que ya no me gusta jugar ajedrez, porque me evoca la cárcel política y la claustrofobia me invade. Pero a él le gusta comparar la política como un juego de ajedrez malévolo, así es que muy suelto de capa me planteo: —El Evo ha sacrificado su alfil blanco para que la oposición se distraiga, mordiendo y peleándose por el hueso. Es una estrategia, porque él sabe que sacrificará a su dama por el Rey, que es el mismo. Como la oposición tiene intereses de grupo, dividirá más a sus peones. No se tienen fidelidad.
—¿Y si el TCP falla en contra del recurso? —Fácil, compadre. La Reina se sacrifica por el Rey, éste renuncia seis meses antes y se busca otra dama del oriente y se fortalece otra vez. Luego, la dama se convierte en jefe del IPSP, si los peones y caballos se lo permiten.
—¿Qué pasará con Revilla y Costas? Pregunté, esperando alguna sorpresa. —Revilla tiene su dama oriental; él es una torre con aliados en el campo de enfrente, sabe que puede arrastrar peones, apartándose de los viejos jugadores. Costas es otra torre, pero no tiene su dama colla occidental. Está en desventaja, pero ambos pueden hacerle jaq’i al Evo, pero no mate.
—Entonces, ¿un frente común de la oposición es difícil? —No se dio y no se dará. Te repito, no se tienen fidelidad y su única causa es derrocar al Evo, dan esa imagen al pueblo. El que les une es Evo, pero no sus causas personales y de grupo.
—Pero, en qué quedan las ideologías, la derecha, el centro invisible y la izquierda. A ver dime, ¿es que acaso la lucha política no se hace con un programa que tiene una base de pensamiento? Teoría, praxis, dizque.
—¡Ay compadre? ¡Qué estás fumando! A la gente ya no le importa eso; no es posible distinguirlos, ahora el grupo político que tenga autoridad moral arrastrará los votos…
Sacudió su cabeza de chamán siberiano y repitió alzando la voz como pastor evangélico: —¡Autoridad moral! Lo triste es que los políticos corruptos, que solo fueron fieles a sus intereses personales, esos buscarán meterse haciendo enroques, y otra vez debemos empezar de nuevo. Hasta cuándo será compadre, no sé, más bien pásame tu pucho, dijo y miró al horizonte.
* es artista y antropólogo.