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Examen de historia

/ 29 de octubre de 2017 / 04:00

Asoman por el naciente hacia la isla Guanahaní tres embarcaciones de las que descienden el almirante genovés Cristóbal Colón, su soldadesca ibérica y un sacerdote católico. Los sorprendidos habitantes originarios los acogen. A poco de entablar confianza, los españoles dan inicio a las matanzas de indios y al despojo de territorio y posesiones en un continente entero por más de tres siglos. Pregunta, ¿era una invasión extranjera?  

Indios del altiplano, liderados por Bartolina Sisa y Túpac Katari, bien organizados militarmente, tienden cerco a Nuestra Señora de La Paz, ciudad de españoles, por los cuatro puntos cardinales. La sublevación la emprenden hombres y mujeres de comunidades aymaras y quechuas de Sica Sica hasta el Cuzco en desacato al sistema colonial impositivo y en defensa de sus derechos en el comercio de la coca. Al cabo de largos y sangrientos episodios caen derrotados y sus líderes son asesinados. Pregunta, ¿era invasión extranjera?

Desde Buenos Aires, pasando por el norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, llega un Ejército al mando del general argentino Manuel Belgrano en apoyo a los levantamientos rebeldes del sur del Alto Perú. La tropa se va formando por gentes de Buenos Aires, Tucumán, Salta, Jujuy, Chichas, Chuquisaca, Tarija y Potosí, y tiene por objeto derrotar a las fuerzas realistas de la corona española y expandir la independencia. Luego de sucesivas acciones caen vencidos. Pregunta, ¿era una invasión extranjera?

Cruzando la cordillera de Los Andes arriban al Perú los ejércitos de la Gran Colombia integrados por llaneros, bogotanos, quiteños, limeños, negros y altoperuanos, al mando del cumanense Antonio José de Sucre. Triunfan en Ayacucho sellando la capitulación del sistema colonial. El Mariscal avanza rampante hacia el sur donde será presidente de un nuevo país. Pregunta, ¿era una invasión extranjera?

El caraqueño General Simón Bolívar hace cumbre en Potosí de paso a Chuquisaca con su ejército de mestizos, indios y mulatos a consolidar la liberación continental con la fundación de la República de Bolívar, cuyo nombre es tomado en su honra. Pregunta, ¿era una invasión extranjera?
Cincuenta cargos bien formados instalan en la selva boliviana un foco guerrillero de oposición al dominio económico, político y militar que Estados Unidos impone en América Latina mediante dictaduras o gobiernos subordinados. El grupo lo integran combatientes bolivianos, cubanos, chilenos y peruanos al mando del argentino Ernesto Che Guevara. Los enfrentan las FFAA de Bolivia bajo asesoramiento de agentes de la CIA que derrotan a la guerrilla y ejecutan al comandante siguiendo una cadena de órdenes que empieza en Washington. Pregunta, ¿era una invasión extranjera?

Se instala en Bolivia la DEA al mando de agentes del gobierno de Estados Unidos, oficiales de las Fuerzas Armadas y policías de la República de Bolivia con soldados de recluta en su mayoría nativos. Su propósito es combatir el tráfico de drogas, dicen; y para ello implementan la táctica de represión, tortura y muerte a los productores de coca y avasallamiento de sus cultivos. El narcotráfico crece. Pregunta, ¿era una invasión extranjera?
Movimientos sociales asumen la defensa del agua y de la propiedad pública de los recursos naturales del país. Su presión deviene en causa generalizada por la reversión de las políticas neoliberales y la recuperación de las empresas del Estado. La gente es masacrada por el Ejército de Bolivia obedeciendo disposiciones de un gobierno sumiso a organismos internacionales. Nadie se rinde. El presidente debe renunciar y escapa. Pregunta, ¿era una invasión extranjera?

Últimas preguntas: si se honra a los soldados (indios y mestizos) que combatieron al Che, ¿se debería honrar a los soldados (indios y mestizos) que formaban el ejército de Goyeneche?; ¿verdadero o falso? Nadie es extranjero o nacional por origen, sino por posicionamiento; ¿verdadero o falso? (Chanchullo: Goyeneche era arequipeño; Luis Espinal, español; catalán, vaya).

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Médicos y Código, ¿qué pasó?

/ 7 de enero de 2018 / 04:00

De pronto hubo un aire enrarecido a consecuencia del paro médico y el apocalipsis al que apostaba. De pronto cambió el tablero, y a repensar se dijo. Una vez más la ciudadanía no alcanzará a saber ni comprender el trasfondo real de este episodio, pero igual habrá tomado posición de un lado o del otro (a veces hasta con radicalismo), y entonces habrá incidido en el curso de los hechos y sus derivaciones.

“Quiero aprovechar más bien para repetir el llamamiento que tantas veces he hecho a mi querido pueblo a que aprenda a leer periódicos, a oír radio, a ver televisión; no todo lo que se ve en los medios de comunicación social es verdad, hay mucha mentira, hay que tener una conciencia crítica para no ser juguete de quienes manosean con tanta falta de respeto la opinión pública”. Las palabras son de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, mártir salvadoreño por la causa de la verdad, quien ya en 1980 (antes del internet y las redes sociales) nos alertaba con lucidez y sabiduría sobre una realidad ahora predominante.

Más allá de la causa específicamente sectorial de los médicos, es posible inferir razonablemente la intervención de intereses ajenos a ella en la lógica funcional de ganar espacio político a través de la ininteligibilidad del conflicto. Se llegó a un punto donde ya no importó el sentido del Código Penal promulgado ni las observaciones a él hechas por los involucrados; polarizándose todo en dos alineamientos: unos, con los huelguistas como expresión de oposición al Gobierno; otros, con el Código como expresión de apoyo al gobierno. Así, lo central del problema quedó relegado a un segundo plano, porque ni la conducción del conflicto por las partes intervinientes ni su desenlace cambiaron la realidad de los servicios de salud a los que la gente está condenada.
Llama la atención que un asunto legislativo de tantas implicaciones no se hubiera elaborado con mayor participación social. El Código Penal es una necesidad del país; por tanto, su promulgación debió haberse dado una vez consensuados diferentes criterios alrededor de la idea común de la utilidad de la ley en la vida de los ciudadanos. En ese sentido hay que reconocer que se desperdició una oportunidad valiosa de proveerle al país de un instrumento fundamental en su ordenamiento jurídico. Y no parece posible que se dé una nueva ocasión para hacerlo en el corto plazo.  

Pero también llama la atención que el sector médico sea tan reacio a tomar responsabilidades por sus actos y sus efectos. La mala práctica y la negligencia son síntomas bastante frecuentes en hospitales, clínicas y consultorios, públicos y privados. En mi círculo familiar más cercano contabilizamos dos casos de muerte por ello. lo cual menciono aquí solamente como dato estadístico. Y saliendo apenas un poco más allá de esa proximidad personal, podría contabilizar muchas situaciones semejantes sobre las cuales nadie ha sido responsable; para no hablar de los casos absorbidos por el anonimato en la inmensidad del territorio boliviano. ¿No es necesario un nuevo Código Penal?

Justamente porque la realidad es cruda y porque la legislación es necesaria, es que debió haberse tratado este asunto con los resguardos debidos; y esa es responsabilidad del Estado en las instancias correspondientes: ministerios de las áreas respectivas, Udape, Asamblea Legislativa, etc., que no actuaron a la altura de las circunstancias.

Nadie presuma de ganador porque aquí el único perdedor, 45 días después de una huelga despiadada, es el pueblo. Con seguridad los médicos (¡y los choferes codo a codo de ellos!), fortalecidos por el desenlace, serán incapaces de autocrítica, en las postas sanitarias no habrá cambiado nada, y hasta que lleguemos a un Código Penal apropiado, pasará mucho tiempo. Pero a alguien ya le fue muy útil este trance. Y todo bien.  

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