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T’antawawas y calaveras

Íbamos en Todos Santos por las calles con unas bolsas de tela para ganarnos el pan rezando en los altarcitos de ofrenda a los difuntos que volvían al pueblo. “Alabado sal señor sacramiento del altar (…)”, cantábamos luego de la estrofa voceada por nuestro corero; los deudos nos pagaban con dos o tres t’antawawas (panecillos) por nuca.

En Llallagua y Siglo XX había hasta cuatro altares por cuadra, en memoria de los fallecidos ese año, o sea unas 500 mesas de ofrenda. Por eso, las t’ojpas (pandillas) de niños no competíamos, ya que había panes santos para todos.

Las coplas de los alabados eran de burla a la muerte y muy pícaras las que se cantaban en quechua. Al galope del recuerdo recopilé en los años noventa varias de ellas y las publiqué en Wipalabra, mi columna opinante en el diario Presencia que dirigía Ana María Campero (que ambos descansen en paz).

Sirva el introito para abordar las calacas mexicanas que se publican en estas fechas; son textos de epitafios y/o lápidas satíricas con alusiones directas a políticos, artistas y toda gente famosa que se supone estará muerta por hoy y mañana, y a la que se le dirá todo cuanto no se pudo en vida. Ejemplo: Aquí yace Peña Nieto / al que apodaban Estulto, / no lo enterraron de feto/ y hoy lo padecen de adulto.

La calaca o calavera es creación popular festiva compuesta por un lapidista (hacedor de lápidas) en nombre del pueblo; el aludido no tiene que enojarse en público porque le irá peor. Es un pacto que se respeta para que viva la tradición.

Ahora, ante este altar miercolizado de La Razón, quisiera rezar algunas calaveras avaladas por doña Muerte, Calaca o Catrina a mi lado, y a la que apodaré bolivianamente Sajra (mala), Chojra (flaca), Tullus (huesos), etecé. Aquí voy, pues.

• Lápida para Donald Trump: en su cuerpo putrefacto / los gusanos regurgitan, tratan de pasarlo al tracto / ¡pero al tiro lo vomitan!

• De Tuto: retírate Tuto en paz / si ya dos veces perdiste, / vos no resucitarás / si con Banzer te moriste.

• De una tal Gabriela: dos abogados de oficio / manipulan a Zapata, / con un hijito ficticio / meten plata-sacan plata… / La Tullus ve el maleficio / ¡y todo lo desbarata!

• Epitafio para una mafia: insulta, aplaude, da tunda, / prensa que afloja y estira, / pinche tumba nauseabunda / ¡el cártel de la mentira!

• De algunas parroquias: el narco dona dinero / en los nichos del pecado / y la Chojra escucha al clero / rezando: Dios sea lavado.

• De Doria Medina: en dos ataúdes expira / el que traficaba a solas, / en uno Doria Mentira / y en otro, el llamado Bolas.

• De Luis Almagro: la Sajra aunque no se crea / lo manda al diablo en un brete / porque es dentro de la OEA / almagro-será y ojete.

• Otra de Trump: la Parca mira el futuro/ de Trump y su gran locura, / con rabia deshace el muro / ¡y lo vuelve sepultura!

• Para mis musas: contra el machismo de frente / va la mujer boliviana, / al verla guapa y valiente / ¡la Chojra se hace lesbiana!

• Mi epitafio: este cadáver chiquito / sufre su prestigio en mengua, / pues se envenenó solito / cuando se mordió la lengua.

• Calavera fija-lija: que la muerte sin alarde / vaya a vivir en Tarija / ¡pa’que siempre lleeegue taaarde!