Miss Chile contra el sistema
Cuando la miss Chile Valentina Schnitzer dijo que “el mar es de Bolivia”, seguramente no se imaginaba que sus palabras iban a desencadenar una tormenta en la clase política de su país, ni que le iban a causar el linchamiento mediático que está sufriendo en estos momentos. Pese a ello y ya en medio del vendaval, la reina de belleza tuvo el coraje de mantener su opinión y de reiterar su respaldo a la causa marítima boliviana.
La valentía de la Miss Chile hace honor a su nombre y causa admiración y respeto. Es deplorable el rosario de insultos que la joven se encuentra recibiendo en las redes sociales, en las que sus compatriotas la tildan cuando menos de “tonta” e “ignorante”; cuando en todo caso son ellos los que demuestran una bajeza deplorable al ensañarse con una mujer. Y también una elocuente falta de conocimiento histórico al negar que el mar le fue arrebatado a Bolivia mediante una invasión infame.
Quienes quieren ofender a Valentina deben saber que no es la primera ni la única chilena que apoya la causa marítima boliviana, sino que hubo y hay muchos chilenos que lo han hecho públicamente. Entre ellos se encuentran notables intelectuales entre los que hay que destacar a Pedro Godoy, historiador y director del Centro de Estudios Chilenos (Cedech), y a decenas de personalidades como el reconocido pianista Roberto Bravo y la cantante de rap Ana Tijoux, quienes coincidieron en la importancia de otorgar a Bolivia un acceso soberano al mar y criticaron la situación política de su país.
Pero ahora las redes sociales están siendo utilizadas por cobardes que se esconden en el anonimato para agredir verbalmente no solo a Valentina, sino también a muchos que nos atrevemos a decir en voz alta lo que pensamos. Acertadamente, el escritor y filósofo italiano Umberto Eco dijo que internet es “una invasión de imbéciles”, porque las redes sociales están dando a esta legión de imbéciles el mismo derecho a la palabra que a un Premio Nobel.
Miss Chile está ahora viviendo un calvario por haber tenido el coraje de decir la verdad y enfrentarse a la clase política de su país. En eso me recuerda al norteamericano Edward Snowden y al australiano Julian Assange, quienes están pagando cara su osadía de haberse enfrentado al sistema y que son perseguidos por el Gobierno de Estados Unidos por haber revelado sus vergonzosos secretos.
Seguramente, la persecución a Valentina no llegará a esos extremos, pero resulta preocupante, porque ella es particularmente vulnerable por su condición de mujer y de joven, y porque no se sabe qué se puede esperar de una clase política chilena que tiempo atrás apresó durante meses a un grupo de funcionarios de la Aduana boliviana y que ahora pretende silenciar hasta al mismo Papa.
Al haber tenido el coraje de decir lo que piensa y de no retractarse, Valentina está escribiendo una nueva página en la historia de la dignidad del ser humano. Por ello, el corazón de los bolivianos está hoy con Valentina.
*es periodista e historiadora.