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Cacao de excelencia

El cacao silvestre elaborado por el pueblo indígenas leco de Larecaja (norte de La Paz) fue galardonado con el Premio Internacional de Cacao 2017 en el Salón del Chocolate de París, el mayor evento internacional de este rubro, organizado cada dos años con el fin de fortalecer las relaciones entre los chocolateros industriales y los pequeños artesanos.

Se estima que más de 120.000 personas asistieron a este encuentro realizado hace dos semanas, incluyendo fabricantes de chocolates finos de todo el mundo, minoristas, supermercados y consumidores finales. Respecto a los participantes, este año concursaron 166 muestras provenientes de 40 países, entre las que sobresalió la presentada por los indígenas lecos de La Paz, cuyo cacao fue seleccionado entre los cuatro más destacados de Sudamérica y entre los 18 mejores del mundo; lo que le valió el galardón antes mencionado.  

No sobra recordar que este reconocimiento se suma a los obtenidos en 2013 y en 2015 por la Asociación de Agroforestales de la Amazonía Boliviana (Aparab), cuyas variedades de cacao también fueron premiadas por su excelencia en este mismo evento; confirmando una vez más que el cacao silvestre boliviano es uno de los mejores del mundo, por su calidad y exquisito sabor.

Ahora bien, esta ventaja comparativa, reconocida mundialmente, constituye una oportunidad inigualable para impulsar la industria del cacao en el país, sector que hoy por hoy mueve en el mundo aproximadamente $us 100.000 millones al año y cuya demanda crece un 2,5% anualmente, al extremo de que existe un déficit entre el caco demandado por la industria chocolatera y el que se produce actualmente. De hecho, algunos especialistas estiman que en 2020 el déficit productivo de cacao estará en torno a las 150.000 toneladas. Otros pronostican que en 2030 la cifra subirá hasta los 2 millones.

Es decir que las potencialidades para crecer en este rubro son inmensas. No obstante, hoy por hoy los mayores proveedores de cacao del mundo se encuentran en África y Asia, lejos de la región amazónica, donde este producto sobresale por su calidad, pero no así por el volumen de ventas ni el desarrollo de economías de escala para su producción. Ecuador es el país latinoamericano que más está aprovechando este mercado, cuyo cacao cubre el 4% de la producción mundial, un porcentaje ínfimo comparado con el 38% de Costa de Marfil.

De allí la importancia de aprovechar esta oportunidad para impulsar, como política de Estado, la venta del cacao boliviano a los grandes mercados internacionales de chocolatería fina y a mejores precios, pero también productos con valor agregado, lo que contribuiría a generar fuentes de empleo e ingresos entre las comunidades indígenas y en el país en general, a tiempo de cuidar el medioambiente, por tratarse de un producto agroforestal que puede competir con los cultivos de coca y otras prácticas que promueven la deforestación de nuestros bosques.