Santos Marka T’ula y Túpac Katari
El movimiento que lideró Marka se preocupó sobre todo en la defensa legal de los ayllus y comunidades.
El 13 de noviembre se recordaron los 78 años de la muerte de Santos Marka T’ula, líder aymara del movimiento de los caciques apoderados que surgió en La Paz en 1939 con el fin de reivindicar los derechos de los indígenas sobre las tierras comunitarias de origen. Marka T’ula sufrió persecuciones, encarcelamientos y varios intentos de asesinato. El más impactante ocurrió en 1918, cuando lo arrojaron a un río de los Yungas en un cajón, pero sobrevivió gracias a la ayuda de los pueblos amazónicos. Sus enemigos fueron los latifundistas de la época, que estaban asociados con curas/monjas, militares y muchas autoridades del Estado.
Desde 1914 hasta su muerte, debida a una enfermedad, fue el representante más importante de los ayllus y comunidades de la región andina del país. El movimiento que lideró se preocupó sobre todo en la defensa legal de los ayllus y comunidades, cimentada en las pocas concesiones formuladas en documentos coloniales y republicanos. Aunque en determinados momentos, ante la imposibilidad de encontrar respuestas a sus justas demandas, apelaban a rebeliones masivas frente a sus opresores.
Santos Marka T’ula viajaba a pie por las comunidades andinas explicando a sus hermanos el porqué se tenía que defender las tierras ancestrales. En este peregrinaje invocaba la frase: “Pasakalli, pasarpayitatawa; q’anasillas, q’anarpayitatawa; jararankhu, jararpayitatawa”, cuya traducción aproximada sería: “Gusanillo, me dejarás pasar; escarabajo, me desenredarás; lagarto, me desatarás”. ¡Honor y gloria a este insigne defensor del ayllu y la comunidad andina, junto con otros líderes como Rufino Willka, Santos Cornejo, Faustino Llanque, Feliciano Condori, Feliciano Marasa y muchos otros!
El 14 de noviembre de 1781, Julián Apaza, mejor conocido como Túpac Katari, nacido en el ayllu Laqaya de la marka Ayo Ayo, fue sometido a una horrenda muerte en la plaza del pueblo de Peñas (hoy perteneciente a La Paz). Un día antes, el oidor Francisco Tadeo Díez de Medina había pronunciado la sentencia de su ejecución, señalando que Julián Apaza debía ser sacado de la prisión arrastrado de la cola de un caballo, con una soga de esparto al cuello y conducido a la plaza pública, donde se le debía despedazar por cuatro caballos; y que después de muerto, su cabeza debía ser enviada a la ciudad de La Paz para ser empalada en el cerro de K’illik’illi (hoy parte de Villa Pabón), para público escarmiento. Su brazo derecho debía ser remitido al pueblo de Achacachi; el izquierdo, a Sicasica; la pierna derecha, a Caquiaviri (provincia Pacajes); y la pierna izquierda, a Chulumani (los Yungas), para que sean expuestas en los caminos públicos. El tronco de su cuerpo debía ser mantenido en la horca y después ser reducido a cenizas para que no quede nada. Toda esta horrible sentencia se cumplió a cabalidad.
A 236 años del descuartizamiento de Túpac Katari por los colonizadores españoles, sus grandes ideales anticoloniales no se han cristalizado, razón por la cual su pensamiento sigue vigente. Esta emancipación fue parte del gran levantamiento de Túpac Amaru (hoy Perú) y de Tomás Katari en Chayanta, entre 1780 y 1781. Además, cabe destacar que no solo indios se rebelaron contra el yugo colonial, sino también afrodescendientes, indígenas lecos del norte de La Paz, y algunos sectores mestizos, quienes abrazaron activamente la causa de Túpac Katari y Bartolina Sisa.
Jiwasanakan achachilanakasa Santos Marka T’ula, ukhamaraki Juliyan Apaza amtawinakapa, sarnaqawipa wali ch’uma umjama jalaskaki. ¡Jallalla Marka T’ula, Tupaj Katari, Bartolina Sisa!