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Guamán Poma y las ñatitas

En la prensa escrita se ha dado de manera positiva amplia cobertura, tanto en texto como en buenas fotos, a las ñatitas (sin nariz); es decir, a las calaveras que muchas veces se conservan en la casa, cada una con su nombre; o en la iglesia, para que las guarden; o en lugares especiales de los cementerios. Yo mismo ya les he dedicado una columna en La Razón el 14 noviembre de 2010.

En la ciudad de La Paz, una de las ya varias líneas del teleférico —la Roja, para ser exactos— pasa por encima del Cementerio General. Hace unos tres años viajaba en esa línea el día de las ñatitas (la octava de difuntos) y pude ver desde arriba los grupos de gente que se agolpaban en determinadas zonas del cementerio.

Los obispos son más reacios respecto a este tema. Oficialmente no quieren que se les celebren misas: “Déjenlas descansar en paz”, aconsejan. Pero no faltan curas que consideran oportuno dedicarles misas. Yo mismo estoy a favor de hacerlo, por ser una manera cultural para resaltar que la vida sigue y que la relación entre vivientes y los ya muertos sigue siendo algo muy vivo y útil.

Varios escritos han resaltado que esta celebración tiene un origen precolonial. Pero en estos no he visto reproducido el dibujo con el que Felipe Guamán Poma de Ayala refuerza su texto sobre el tema. En torno a 1616, Guamán Poma escribió una larguísima carta dirigida al rey de España titulada Nueva Corónica y Buen Gobierno (de aproximadamente 1.200 páginas y con más de 300 dibujos muy sugerentes hasta hoy). Si le pagasen regalías por ellos, Guamán tendría varios rascacielos en New York.

Aquel texto fue redescubierto a principios del siglo XX en la Biblioteca Central de Copenhague (Dinamarca). Aunque no usa el nombre de ñatitas, su dibujo y comentario al respecto son muy expresivos (ver pp. 256 y 7): “Noviembre, Aya markay quilla (mes de llevar difuntos: marq’ay = llevar abrazando a niños, animalitos…; decimos hasta ahora en castellano cochabambino ‘marcar la wawa’ en ese sentido de cargarlo en los brazos —resulta muy sugerente que Guamán Poma escogiera ese verbo—).

En este mes sacan los defunctos de sus bóbedas que se llaman pucullo y le dan de comer y de ueuer y le bisten de su bestidos rricos y le ponen plumas en la cabesa y cantan y dansan con ello. Y le pone en unas andas y anda con ellas en casa en casa y por las calles y por la plasa y despues tornan a metella en sus pucullos, dandole sus comidas y bagilla al prencipal de plata y de oro y al pobre, de barro. Y le dan sus carneros y rropa y lo entierra con ellas y gasta en esta fiesta muy mucho (…)” (sic). En el presente artículo reproduzco el dibujo que acompaña el texto de Guamán Poma.

* es antropólogo lingüista y jesuita